Muy temprano, en el bosque del recuerdo de Madrid, donde son honrados los héroes, Manolo se acomoda en una banca, cierra los ojos y viaja al pasado. Su mente nada en un dulce sueño sin que la pelota pierda su forma, porque, en definitiva, la protege Xavi. La cuida con respeto y amor, como un buen padre trataría a su hijo, por lo que ni herido cedería el instrumento primordial de su oficio a cualquier extraño. Siempre con la mirada alta y con el radar de receptores encendido.
Manolo aún no levanta los párpados e identifica tiempo y lugar: 1 de julio del 2012, Estadio Olímpico de Kiev. España es escandalosamente superior a Italia y Xavi tritura un récord: efectúa 170 pases en el episodio final y se consolida como el futbolista que más veces tocó el balón en cada uno de los enfrentamientos de Eurocopa. ¡Una pasada!, como dicen en España. Aquel día no hubo rastro de otro licenciado del pase, Andrea Pirlo, porque Xavi fue amo y señor de la posesión.
Hoy por la mañana, Manolo por fin despertó y percibió un estado de transición. Retorna al presente y Xavi no es más timonel de la ‘Roja’. Tampoco asoma Xabi Alonso. Ahora, Koke y Cesc se encargan de mover al colectivo. Pero son opacados por Eslovaquia, que oprimió espacios y los transformó en un conjunto remoto, sin encanto ni expresión. ¡Hasta Iniesta simuló ser un jugador fundido! No hubo respuesta, se perdió y vencer a Luxemburgo no sirvió de termómetro ni solución.
Es innegable que el modelo y estilo de España duró todo lo que Xavi aguantó. Es un genio irrepetible. Actualmente en el universo de Del Bosque no existe un mediador que promedie 100 pases por partido y hasta que no dispongan de una nueva intención, la ausencia del mejor Xavi continuará siendo el motivo esencial de la desintegración.