River Plate es el nuevo monarca de América. Su cuarta estrella continental la consiguió a 10.000 kilómetros fuera de Buenos Aires tras derrotar al rival de siempre, Boca Juniors, en tierras europeas.
El Santiago Bernabéu del Real Madrid se convirtió en un estadio sudamericano con las hinchadas de ambos clubes argentinos. 'Xeneizes' y 'millonarios' llegaron a Chamartín para la final del siglo que por un momento parecía no jugarse nunca. Sin embargo, el juego fuerte y friccionado, característico de esta parte del mundo fue apreciado por el Viejo Continente y sus estrellas.
No es casualidad decir que Marcelo Gallardo ha tomado de la mano a los mellizos Barros Schelotto y a los 'xeneizes'. Ello se refleja en que River no ha perdido clásicos ante Boca este año, sea en la 'Bombonera', La Plata, el Monumental o el Bernabéu, por la Super Liga, Super Copa Argentina o Copa Libertadores.
Sin embargo, en la final, los 'millonarios' empezaron mal. No podían distribuir el balón en el mediocampo y ello se debió a la falta de ritmo exhibida por Leonardo Ponzio, quien estuvo fuera de los campos por varias semanas. En los primeros 45, Boca fue el protagonista y dio el batacazo con un gol de Darío Benedetto. Parecía que la séptima corona iba a estar en manos de los de azul y oro porque 'la banda' no llegaba con claridad. La explosividad del 'Pity' Martínez era frenada por Nández, de gran partido, y Buffarini. Pratto era un guerrero solitario al cual Magallán e Izquierdoz neutralizaban. 1-0 en la primera fracción.
Para la segunda parte, Gallardo comenzó a mover las piezas como si fueran de ajedrez y mandó a Juan Fernando Quintero, la gran figura del partido, en reemplazo de Ponzio. El jugador que pertenece al Porto hizo que River pueda reencontrarse con el juego al cual nos tiene acostumbrado: toque por el medio y cambiar por la banda. A pesar de no llevar la '10', el colombiano se convirtió en el conductor. Así Martínez pudo subir un poco más para buscar remates de media distancia, Palacios tenía un receptor y Pratto podía completar jugadas.
La respuesta del banco de Boca no fue la mejor: Ábila por Benedetto. Si bien ambos son centrodelanteros, el 'Pipa' tiene más velocidad y permitía realizar contras letales. Cinco minutos después, llegaría el empate de Pratto y un nuevo partido empezaba. Al cierre de los 90, Barrios se iría expulsado y todo quedaba cuesta arriba cuando Quintero marcó un golazo de media distancia. La desesperación llegó. En el epílogo de la final, con un Boca jugado, el arquero Andrada de delantero, Gonzalo 'Pity' Martínez selló el triunfo y gloria eterna para los ‘millonarios’.
River demostró ser un equipo con una idea clara de juego, bien aprendida, basada en la creencia de sus futbolistas en Marcelo Gallardo, gran artífice de este presente dorado del club. En los dos partidos, a pesar de ir debajo en el marcador, fue superior a su rival. En cambio, Boca tiene nombres importantes, pero no un funcionamiento que le permita sorprender. Su gran figura, Benedetto, jugó solo una hora y mientras estuvo en cancha, su equipo ganaba. River pudo reinvertarse, algo que Boca no logró.
Hace siete años, River Plate escribía el peor capítulo en su historia: el descenso a la Primera 'B' Nacional. El ascenso en 2012 le significó volver a nacer y desde ahí consiguió varios títulos de la mano de Gallardo, quien igualó a Ramón Díaz en cuanto a lauros. Palabras mayores.
Es tan grande lo que ganó River, que puede hacer lucha a Real Madrid en una posible final del Mundial de Clubes y por qué no coronarse como el mejor club del mundo y devolver a Sudamérica ese trono que perdió en 2012.