La ‘U’ fue una suma de errores. Y Cristal por fin compensó su juego: equilibró el aspecto defensivo con el ofensivo (sorprendió arriba y evitó ser sorprendido abajo), algo que no había logrado con regularidad durante todo el año. Ayer atendió mejor que en otras ocasiones las obligaciones en defensa, y, en definitiva, el equipo de Daniel Ahmed resultó compacto (organizado y comprimido para la marca), dominó el trámite del juego (sin necesidad de tener más tiempo el balón en su poder), tradujo eso en situaciones de gol y fue contundente en ataque (goleó 3-0 a los cremas en el Estadio Nacional).
Invalorable en defensa. Jorge Cazulo fue el exponente más lúcido en un sector que había sido el más vulnerado de los rimense en el Apertura: la defensa. El uruguayo ejecutó una tarea táctica que quizás desde una pantalla de televisión no se aprecia de forma adecuada. Y cumplió a cabalidad. Sin la pelota, fue un quinto defensor, metido entre Revoredo y Abram. Con la pelota, fue el eje de salida del equipo cuando se le requirió. Su capacidad para multiplicarse, dejar su sector y respaldar al compañero fue vital en un esquema defensivo con calificativo casi perfecto en el Nacional.
Letal. En el fútbol, la forma de atacar se divide en dos: directo o elaborado. El éxito de cada uno depende de una determinada situación. Por ejemplo: si el rival concede espacios atrás, la mejor opción es un fútbol directo, sin mucha sucesión de pases. Si el rival reduce espacios atrás, no da pie para un fútbol directo, sino elaborado (buscar por donde penetrar en el momento dado). Cristal optó ayer por el fútbol de ataque directo. Y cuando le sale bien, es letal. El mejor ejemplo es el de ayer. Y el marcador no es la única evidencia clara, también fue el número de ocasiones de gol generadas.
Suma de errores. Anoche la ‘U’ defendió mal. Uno se da cuenta de ello cuando convergen ciertas situaciones. 1) Desentender obligaciones defensivas. Álvaro Ampuero fue ayer el jugador de más bajo rendimiento en el equipo de Ibáñez: desordenado, vulnerable en defensa (Maximiliano Núñez se cansó de recibir y picar a su espalda y ningún compañero supo respaldarlo tras ser superado) y sin ningún peso ofensivo. 2) Perder la pelota lejos del área propia con una repercusión directa en el sector defensivo (como en el gol que convirtió Irven Ávila a pase de Lobatón tras el error de Duarte). 3) La libertad con que los atacantes rivales eligen al destinatario del balón. La ‘U’ ayer jugó al revés: comprimida para atacar y desordenada para defender (lo normal es realizar lo contrario).
Ibáñez y Ahmed. No falta quienes ya tildan al entrenador crema de novato, inexperimentado y hasta ignorante. Las dos primeras resultan debatibles. La otra, no. El técnico encomendó un plan determinado a sus jugadores, pero no se cumplió. No por ignorancia del estratega, sino por imposibilidad. Sus jugadores no pudieron concretar la idea de juego ante un Cristal comprimido, superior. Ni siquiera el recurso alternativo (Chávez por Romero y Gómez por Allocco) entregó una posibilidad remota de mejora. Ahmed, por el contrario, triunfó en ese aspecto. Sus pupilos cumplieron cada uno de sus mandatos. No hizo falta que durante el compromiso les recuerde qué tenían que hacer. Y ganó. Sin mucho brillo, pero con solvencia.