La muerte de Juan Pablo Vergara no puede quedar reducida a una estadística más.
La muerte de Juan Pablo Vergara no puede quedar reducida a una estadística más.
/ ROBERTO BERNAL
Pedro Ortiz Bisso

no era el ‘Orejas’, tampoco Rinaldo. Lo suyo era hacer partidos de 6 puntos, que podían ser 7 u 8 si le tocaba patear un tiro libre. Los arqueros locales lo conocían, pero no lo podían descifrar.

Aunque arrancó en la ‘U’ en el 2003, haber hecho su carrera en equipos fuera de Lima lo alejó del ojo público. Sin embargo, los tres años que pasó en Cajamarca, con UTC, lo pusieron en la mira de Ricardo Gareca, quien siguió sus pasos de cerca.

A los 34 años, con la camiseta del Binacional iba a jugar su primera final este domingo. Una hemorragia interna se lo impidió. El dolor por su partida se mezcla con la indignación y el desconcierto, porque tras el accidente de carretera que sufrió en Puno, las primeras informaciones señalaban que solo estaba golpeado.

Incluso circuló una fotografía en la que se lo veía consciente en una cama de la clínica a donde fue trasladado con Donald Millán, Jefferson Collazos y el empresario John Jairo Lozano, quienes lo acompañaban en la camioneta que se volcó.

Roberto Mosquera, entrenador del cuadro sureño, llegó a hablar con él y dijo que lo notó ”un poco atontado”, sin presagiar lo que ocurriría horas después. ¿Por qué murió Vergara? ¿los médicos pudieron hacer algo más por él?

Durante el velatorio, Mosquera reclamó porque en Juliaca no hay dónde hacer una resonancia magnética. ¿Una mejor atención pudo salvarle la vida? La muerte de Juan Pablo Vergara no puede quedar reducida a una estadística más.

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