Tiene 22 años. En la última temporada marcó 17 goles, fue una de las figuras de Alianza Lima y es, sin dudas, el futbolista peruano más importante de su generación. Pero ayer, horas después de que “L’Equipe” de Francia informara sobre el interés del Nantes por sus servicios, la Federación Peruana de Fútbol anunció su salida de la selección Sub 23. Por una irresponsabilidad, Kevin Quevedo ha puesto su carrera al borde de una cornisa.
El aún delantero blanquiazul está a punto de convertirse en una estadística. Esa que reúne a los deportistas que sucumbieron a la tentación de la noche y las malas juntas. Que sin haber ganado nada, creyeron tenerlo todo. Que desperdiciaron su talento sin siquiera despegar.
No es la primera vez que Quevedo comete un desatino. Bengoechea, su técnico en Alianza, lo hizo notar en más de una oportunidad. Y, como suele suceder, las reconvenciones vinieron de la mano de ofertas de cambio que no se cumplieron. Esta vez, Solano no aguantó pulgas y tomó una decisión drástica, pese a que afectará el desempeño de la selección en el Preolímpico. Pero es una decisión que se respeta y se debe respaldar.
¿Qué será de Quevedo? La respuesta es conocida: depende de él y de quienes lo rodean. El fútbol es una carrera corta que exige sacrificio y disciplina. La diversión y el relajo tienen sus momentos. Si no lo comprende, va camino a unirse a la legión de los “si tú quisieras”, de las promesas eternas que nunca dieron el paso definitivo. Esos que hicieron de la mediocridad su zona de confort.