La hinchada espera que el fútbol peruano crezca. (Foto: GEC)
La hinchada espera que el fútbol peruano crezca. (Foto: GEC)
Guillermo Oshiro Uchima

Contagiados por el espíritu navideño, sacamos al niño que llevamos dentro y tomamos lápiz y papel para escribir una larga lista de pedidos a Papá Noel. Son regalos para nuestro tan necesitado fútbol peruano, para que la magia de las fiestas alumbre todo su 2020 y no repita los dislates de la temporada que pasó.

Considerando que ya el disparate de la federación de apostar por una Liga 1 con 20 clubes es un hecho insoslayable, lo primero que deberíamos pedir es que la totalidad de equipos se maneje con la exigencia y seriedad de una institución profesional. No más puntos perdidos en mesa por deudas, no más dobles contratos ni planillas falsas, no más postergaciones de partidos ni tampoco conjuntos errantes en busca de una cancha apropiada para jugar de local.

También pedimos que la Comisión de Concesión de Licencias de la FPF actúe con la severidad del caso en todas las situaciones y no haga distinciones. En ese orden se incluye a la Comisión de Justicia –su manejo del reclamo de San Martín en contra de Unión Comercio por la falsificación de la firma de su médico fue patético– y su escasa celeridad para emitir sus fallos.

Darle el título de la Copa Perú al Carlos Stein días después de finalizado el torneo, por la mala alineación de un jugador del Llacuabamba con la anuencia de las propias autoridades del torneo, es otra perla digna de nuestro folclórico balompié. Como también lo es la Liga 2 y las deserciones de sus participantes o la descalificación del Sport Victoria a medio campeonato por insolvencia económica. Curioso es que antes sí cumplía con los requisitos para jugar y después ya no.

Tampoco habrá que repetir la desprolijidad e improvisación de la FPF para incluir sobre la marcha ‘novedades’ como el VAR o la participación de árbitros extranjeros, que son necesarios, por supuesto. No se discute la buena idea, se critica la poca planificación que termina generando un malestar lógico en los ‘afectados’ por la escasa capacitación, como en este caso lo hizo evidente Alianza Lima.

Tampoco necesitamos dirigentes entrometidos que consideran tener más conocimiento futbolístico que sus propios técnicos. El amago de renuncia de Roberto Mosquera de Binacional, por una tonta injerencia del presidente del club juliaqueño en la elección de la fecha de la localía para la final ante los blanquiazules, explica claramente el manejo usual en muchas instituciones donde prevalece la voluntad de los dueños antes que el beneficio deportivo de los clubes.

Por último, pedimos que nuestra federación sea dirigida por las personas idóneas para hacer que el impulso de la clasificación al Mundial Rusia 2018 y el segundo lugar en la Copa América Brasil 2019 sea por fin la base sobre la que debemos sostener con proyectos serios, sobre todo en menores, para mirar el futuro con esperanza y no depender de que los planetas se alineen otra vez para lograr los objetivos o de un Gareca vestido de mago.

Esperamos que el espíritu navideño toque los corazones de todos los involucrados y los ilumine para que nuestro fútbol reciba una gran dosis de coherencia y se despoje de todo interés personal. Ya es necesaria la formalización de un deporte que solo nos debería regalar alegrías.


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