David Hidalgo Jiménez

POSDATA

Entrevista: ORLANDO DUQUE

Nací en Cali el 11 de setiembre de 1974. Me dedico a esto hace 20 años y he sido 13 veces campeón de la Serie Mundial del Red Bull Cliff Diving. Vivo desde hace 21 años en Hawái. Fui protagonista y salté desde 34 metros en la película ‘9 Dives’. 

El 4 de junio Orlando Duque saltó así desde una plataforma, a 27,5 metros del agua, en un lago de Texas (Estados Unidos). Fue durante la primera parada del torneo mundial Red Bull Cliff Diving. (Foto: Red Bull)


Imagine una noche cálida con fina garúa. Sentado en una mesa conversando relajadamente con un top mundial como Novak Djokovic, LeBron James o Lionel Messi. Eso me pasó en Texas con Orlando Duque, un tipo de una sencillez sorprendente que no demuestra con ningún gesto su chapa de leyenda en el deporte de los clavados
de gran altura. A diferencia de Nole, LeBron y Leo, este colombiano de 41 años, cabello largo y sonrisa amplia, se juega la vida cada vez que salta al agua desde más de 25 metros a una velocidad de 70 kilómetros por hora.

Posee dos marcas que le valieron escribir su nombre en los libros de los récords Guinness. Es un clavadista de película, y así lo confirma su salto desde 34 metros como protagonista del film ‘9 Dives’, del austríaco Mario Kreuzer.

Su pasión por este deporte lo ha llevado a lanzarse de lugares como la Estatua de la Libertad, en Nueva York; la Cueva Azul, de Croacia; los árboles más altos del Amazonas, o la locura de este año, cuando saltó desde una de las siete maravillas naturales del mundo: las cataratas del lago Victoria, en África, que son
el doble de altas que las cataratas del Niágara.

Aquella vez voló desde 30 metros junto al mexicano Jonathan Paredes, gran amigo suyo y reciente ganador de la primera fecha del Red Bull Cliff Diving, en Texas. Duque es considerado el mejor atleta del agua en la historia de Colombia y del mundo, junto a su ídolo Michael Phelps.

—¿Cómo asimila que se lo considere una leyenda de este deporte?

Es difícil opinar sobre uno mismo. Yo creo que en tantos años que llevo en este deporte, he tenido la oportunidad de competir en muchos sitios y afortunadamente he tenido muy buenos resultados. Mi carrera ha sido bastante exitosa. Creo que la gente identifica mucho este deporte conmigo. Yo me siento afortunado de estar después de tantos años compitiendo aquí con estos saltadores.

—En el 2017 cumple 20 años como ‘diver’ profesional. ¿Cómo empezó todo, qué lo motivó?

De niño, lo que más me gustaba era saltar al agua. Disfrutar los clavados me encantaba. Es lo mismo que hago hoy, pero esto se volvió mi trabajo, mi profesión, algo que nunca pensé que iba a ser así. Eso es lo bonito, que sigo haciendo lo que me gusta.

—¿Al lanzarse hoy tiene el mismo miedo o la ansiedad de cuando se inició?

Eso cambió un poco porque ahora entendemos cómo funcionan los saltos, cómo podemos hacerlos bien. Sin
embargo, naturalmente que se siente algo de miedo. Eso te lo dice el cuerpo instintivamente y así estemos preparados, se tiene esa reacción, se siente un poco de tensión.

—¿Cuál es el momento más alucinante del salto?

Cuando entras al agua y el clavado ha sido exitoso, porque en el aire todo va muy rápido. Tres segundos antes estás preocupado y luego estás completamente feliz.

—¿Cuáles son los dos récords Guinness que tiene usted?

Uno es por el mayor número de títulos mundiales, actualmente tengo 13, y el otro es por lo que llaman el clavado perfecto. Siete jueces me dieron 10 puntos sobre 10 en el año 2000 en Hawái. Fue desde unos 25 metros de altura porque en esa época saltábamos un poco más bajo. Ahora es desde 26 y 28 metros.

—Cuéntenos de sus famosos saltos desde la Estatua de la Libertad, en el Amazonas, en África...

Esa es la parte bonita de este deporte. Una cosa es la competencia para ver quién es el mejor, pero está el otro lado más de estilo libre. Me voy al Amazonas a buscar árboles para saltar, o a las cataratas del lago Victoria en Zambia. He estado en medio mundo buscando sitios para saltar, disfrutando mi deporte y soy feliz.

—¿Lo del Amazonas fue especial?

La Amazonía es un espectáculo y creo que la gente no se da cuenta de lo bonita que es y de su inmensidad. Era saltar en tres países, porque una vez que nos montábamos al bote estábamos en el Perú, o en Brasil y luego en Colombia. Eso fue muy excitante, tener experiencias con las diferentes culturas, acercarnos a la gente nativa, todo eso me pareció espectacular.

—¿Cuándo se dio cuenta de que podía vivir de los clavados?

Yo creo que fue desde el 2006 cuando ya comenzaba a tener más competencias, porque había mucho más interés de los medios. Muchas empresas comenzaron a patrocinar y todo se volvió un poco más serio. Y Red Bull, afortunadamente, ha estado apoyando y empujando este deporte hasta el punto donde estamos hoy. Por eso en
determinado momento pensé: “Le voy a dedicar todo mi tiempo a entrenar, a prepararme y de esto se puede vivir como una profesión”.

—¿Desde dónde se puede saltar en el Perú?

Estuve en una isla cerca de Lima, no recuerdo el nombre, pero había acantilados muy buenos. Vamos a ver cuándo podemos ir a explorar. He tenido la oportunidad de estar ya varias veces por el Perú.

—¿Cuál es su principal ‘hobby’?

Descansar. Viajo 200 días al año para competir o entrenar, así que cuando tengo tiempo libre me voy a la playa con mi esposa.

—¿Y alguna pasión oculta?

Mi pasión secreta es cocinar. Me gusta comer cosas frescas, mucha fruta, y lo que mejor me sale es una pasta carbonara. En la cocina, del 1 al 10, me pongo un 6. Pero me lo como todo [ríe y mira a su señora, Catalina Echeverry, su mánager deportiva].

—¿Qué consejo le daría a un niño que quisiera seguir su carrera?

Acérquense a una piscina y aprendan primero la técnica de saltar. Después de eso vienen saltos más difíciles, de más altura, pero lo básico es la técnica. Se puede vivir de esto porque hay muchas empresas que están patrocinando y las competencias son lo suficientemente grandes. Es ciertamente un deporte profesional.

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