La historia de Rafael Nadal en Roland Garros es la más impresionante de todas las que un deportista ha podido escribir en un escenario específico: fue precoz (ganó el primero de sus títulos franceses a los 19 años) y es longeva (si logra vencer a Casper Ruud será el hombre más veterano en levantar la ensaladera en París). De necesitar desarrollo, la consistencia de sus éxitos a lo largo de dos décadas exigiría varias páginas de este diario. Pero un dato ayuda a entender la magnitud de su hazaña: de las 13 veces en que se coronó como rey de París, en 4 ocasiones lo hizo sin ceder un solo set. Es simplemente irrepetible.
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Este año, a pesar de la recurrente lesión que lo aqueja en el pie izquierdo, Nadal ha mostrado un juego que si bien no ha sido arrollador, ha sabido ser decisivo. Hay una diferencia. Si bien el balear pudo sortear las primeras rondas sin dificultad ante rivales menores, desde que enfrentó a tenistas del top 10 sufrió. Con Auger-Aliassime se impuso en 5 sets en un partido donde mostró lagunas; ante Djokovic, en 4 mangas, prevaleció con dificultad luego de 4 horas (ambos hicieron un homenaje a su propia rivalidad en un tenis de altísimo nivel); finalmente, ante Zverev, hasta antes de que el infortunio retirase al alemán por un esguince de tobillo, no había margen claro para ninguno, a pesar de las evidentes muestras de cansancio del español (cedió su servicio cinco veces en dos sets). En todos los casos, sin embargo, Nadal logró que la diferencia, por pequeña que sea, le favorezca, y lo consiguió al ganar los puntos importantes.
Verlo tiene algo de mágico. En el tie-break decisivo o en el set point en contra es como si el español fuera capaz de volver a la mejor versión de sí mismo: la defensa se vuelve ataque con un “passing shot” que deja al rival desconcertado en la net; el intercambio en línea de fondo se resuelve con una dejada letal con backspin o sidespin o ambos; la irregularidad en el saque torna, en el momento más caliente del partido, en ace… ¿Cómo es posible dosificar los recursos para desplegarlos cuando más falta hacen? ¿Es esta forma de madurez deportiva el siguiente nivel de la fortaleza mental?
Hoy, ante Casper Ruud, Nadal es exageradamente favorito. El noruego es un valor ascendente, con gusto por la arcilla, donde ha obtenido 7 de los 8 títulos que ha obtenido a lo largo de su breve carrera (todos ATP 250). Posee una excelente movilidad y el techo hipotético de la juventud, pero estos parecen recursos insuficientes contra quien es el más grande de todos los tiempos en polvo de ladrillo. Roland Garros fue tradicionalmente un escenario para las sorpresas, en las que especialistas en pistas duras resentían su ranking ante expertos en canchas lentas y pelota húmedas. Pero Nadal convirtió esa incertidumbre en una hegemonía individual apenas interrumpida que no hace más que extenderse.
El noruego tendrá el reto más complicado: demostrar que no fue el simple favorecido de un sorteo amable que concentró el talento en la mitad opuesta del cuadro. El español, el desafío más bonito que hay: confirmar que su romance con París es un amor para toda la vida.
Rafael Nadal - 36 años | Casper Ruud - 23 años | |
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Ránking | 5 ATP | 8 ATP |
Títulos ATP | 91 | 8 (todos ATP 125) |
Grand Slam | 21 títulos | Primera final |