Cristian Benavente acompañado de Ricardo Gareca y Néstor Bonillo. (Foto: FPF)
Cristian Benavente acompañado de Ricardo Gareca y Néstor Bonillo. (Foto: FPF)
Guillermo Oshiro Uchima

En tiempos de inactividad futbolística cualquier nimiedad resulta una tentación para practicar el ejercicio de la crítica. Con la selección parada y a la espera de los amistosos de marzo ante Paraguay y El Salvador en canchas estadounidenses, los reclamos apuntan, nuevamente, al innecesario tránsito de por Arabia Saudí y Egipto por considerarlo un gasto injustificable o porque algunos de sus colegas sudamericanos no comparten el mismo método de trabajo.

Es verdad que las fotos posadas de Gareca en sus visitas a los jugadores y publicadas en redes parecen banales, pero esas imágenes no transmiten para nada lo sustanciales que son para el técnico esas comunicaciones in situ. No se trata de un hola y chau, de un encuentro fugaz para la foto, sino de un contacto para comprender el presente de cada uno de sus futuros convocados. La idea es conocer mejor al futbolista, saber cómo vive, qué siente, cuáles son sus inquietudes. Aunque pueda sonar superficial, con esa información es más fácil tocar las fibras íntimas de cada uno de ellos cuando es necesario.

Ya había expresado Gareca su desconocimiento sobre la Liga de Egipto cuando fue consultado por la decisión de Cristian Benavente de abandonar Bélgica para fichar por el Pyramids FC. Por ello, ese encuentro de ayer con el ‘Chaval’ debe haber despejado toda duda razonable del ‘Tigre’, incluso lo pudo ver en acción y comprobar el verdadero nivel de ese campeonato africano. Como plus, conversar con el estratega del equipo egipcio, su compatriota Ramón Díaz, le ofrece más herramientas para saber lo que puede esperar del volante. Todo ello es imposible de verificar a través del teléfono o vía Internet. Con ese nuevo bagaje el margen de error en cada toma de decisión puede reducirse.

¿Para qué visitar en Arabia Saudí a André Carrillo o Christian Ramos si ya lo hizo antes? Los momentos son otros. La situación del delantero no es la misma desde el último encuentro ni tampoco la del zaguero. El cara a cara también le permite a Gareca ejercer de consejero.

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