Christian Cueva, de 24 años, aparece como el jugador de bandera del ciclo Gareca. El argentino lo citó, lo respaldó y lo hizo intocable en su once. Pero detrás de esa elección hay un futbolista que ha pasado por varias etapas en la selección peruana, en su caso dos muy marcadas: cuando en 2011 fue titular en el equipo juvenil de Gustavo Ferrín y cuando en ese mismo año debutó en la selección adulta con Sergio Markarián.
"En Arequipa, donde se jugó el Sudamericano 2011, las figuras de Perú eran André Carrillo, Osnar Noronha y Christian Cueva. Este último siempre tuvo la habilidad, quizá le faltaba la calma para definir como lo hace hoy", cuenta Mario Fernández, periodista de El Comercio. En agosto de ese año, Carlos Picerni, jefe de Gustavo Ferrín en el proceso de menores, declaraba que Cueva era el "jugador diferente" al que la FPF debería cuidar. "Es mitad volante y mitad delantero. Tiene más cosas del Cholo Sotil que su propio hijo Johan", escribió Elkin Sotelo, quien cubrió para Deporte Total el Sudamericano sub 20.
LLAMADO A COPA KIRIN
Su llegada al equipo adulto no tardó: "En 2011 Markarián lo llamó y recuerdo que era el más joven de aquel grupo que disputó y ganó la Copa Kirin. Era una movida a futuro. Como con Ramos, Advincula, Yotún, Carrillo, Ruidíaz, también Markarián creyó que Cueva podía servir. Claro, en el caso de Christian, el verdadero salto lo ha dado con Gareca y eso es indiscutible", agrega Fernández, quien piensa la llegada del técnico argentino ha coincidido con una etapa de maduración profesional de Christian, "más centrado y ya sin sobrepeso".
Si bien en Videna se apostó por él -el propio Cueva declaró a la agencia EFE en setiembre del 2013 que Markarián debía quedarse porque se "avanzó bastante", 'Aladino' no jugó en las etapas decisivas del proceso a Brasil 2014, mitad porque el técnico uruguayo le dio pista a otras alternativas y mitad porque su momento en Rayo Vallecano B tampoco era demasiado feliz. Fue entonces cuando operó el factor Ricardo Gareca en su vida. El 'Tigre' vio en él un resumen de lo mejor del futbolista peruano: toque, visión, gambeta y gol. Lo llamó cuando estaba en Alianza y lo hizo jugar de titular dos copas seguidas: la del 2015 y la del 2016. Él respondió con goles en cada uno de los torneos y bastante más: la imagen de un jugador consolidado.
"Converso más con Gareca que con otros técnicos", dice hoy Cueva, quien en la primera copa jugó de extremo por izquierda, pero en la del 2016 parecía ya dueño del equipo, ubicado como una suerte de mediapunta con libertades para armar jugadas, patear tiros libres y decidir penales.
FLORES Y TAPIA
Pero si Cueva llegó como producto de la sub 20 de Ferrín, hay otros dos titulares de los ciclos juveniles siguientes. Por caso, Edison Flores, quien salió de la sub 20 de Daniel Ahmed en 2013 y Renato Tapia, quien también jugó en esa sub 20 del 'Turco' pero tuvo edad para ser titular de la sub 20 de Víctor Rivera del 2015 (aunque finalmente su club no lo cedió). En el caso de 'Orejas' su debut en selección adulta también fue con Sergio Markarián (ante Corea a fines del 2013) y en el caso de Tapia ya le correspondió al ciclo de Gareca (ante Venezuela en 2015). Renato había sido seleccionado Markarian y Bengoechea, pero una larga racha de lesiones hizo que solo pudiese debutar con el 'Tigre' en un amistoso del 2015, pese a que había sido llamado incluso desde el proceso a Brasil 2014.
"Flores tiene mucho gol. En la sub 17 hizo 3 goles, en la sub 20 hizo 2 y en la mayor ya tiene varios tantos en la selección mayor. Es un jugador interesantísimo, aunque no define aún su posición. No termino de creer que sea un extremo. Parece más un mediapunta", explica Fernández. Sobre Tapia opina que "todos los entrenadores, desde Ahmed hasta Markarián pasando Gareca, hablaban bien de sus condiciones", pero piensa que todavía no está claro si rinde como volante de marca o como mediocentro con labores de distribución. "En todo caso, es 100% seleccionable".
Como se nota, el equipo nacional ha dado paso a una transición lógica. No están más los apellidos de antes. La buena noticia es que pocos los extrañan.
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