La selección peruana superó 1-0 a Ecuador en el partido de ida en estas Eliminatorias en Lima. (Foto: El Comercio).
La selección peruana superó 1-0 a Ecuador en el partido de ida en estas Eliminatorias en Lima. (Foto: El Comercio).
Pedro Canelo

Hagamos silencio por un rato, como si fuera una terapia de relajación antes del natural estrés por un partido decisivo y urgente. De tanto hablar del Ecuador-Perú hemos quedado tan afónicos como si aún estuviéramos gritando los goles de Cueva y Flores. Que si debe tapar Cáceda o Carvallo o que si Advíncula debe estar en lugar de Corzo. Solo falta debatir sobre si nos merecemos ser felices.


A veces parece que no conociéramos bien a Ricardo Gareca, quien lleva año y medio inamovible con el grupo que armó para la Copa América Centenario. El argentino tiene una pizarra en su oficina principal en Videna donde ubica a los jugadores en orden de preferencia para cada puesto. Allí se puede ver que Cáceda es el segundo de Gallese, y lo seguirá siendo. O que Aldo Corzo es el lateral titular y que Advíncula solo alineará cuando el hombre de la ‘U’ no pueda estar. Es una cola por orden de llegada donde nadie puede saltearse así seas Jefferson Farfán o así seas la figura del torneo local como Butrón. Gareca, antes de viajar a Estados Unidos, se comprometió con este grupo. Cada once que manda al campo –así lo cuestionemos en WhatsApp, Facebook o Twitter– es casi un voto matrimonial que no se rompe.

Solo un fenómeno deportivo y social como el fútbol puede despertar estos arranques de ansiedad y optimismo. Si queremos insistir en los números y en los expedientes del pasado en Eliminatorias, entenderemos que no es novedad este momento que vive nuestra selección. Pelear un cupo mundialista ha sido, a lo largo de los tiempos, una misión difícil, agónica y fuera de nuestras tierras. Es cierto que debemos ganarle a Ecuador para dar el salto a zona de clasificación a Rusia 2018. ¿Y cuándo ha sido holgado para Perú? ¿Acaso no fue una hazaña inverosímil empatarle a Argentina en la Bombonera en el 69? ¿O quizá ganarle en su cancha a Uruguay, que venía de campeonar en el Mundialito, en el 81? A veces se pudo y otras no, como cuando el mismo Gareca anotó para Argentina en el 2-2 de 1985, o en el 4-0 ante Chile en 1997. Para ir a un Mundial, Perú ha estado siempre obligado a ser un visitante ilustre.

A tanta angustia podríamos sumarle el alivio de lo conseguido. No estábamos en esta ubicación hace veinte años. Tenemos una selección que, lo demuestra en el campo, ha alcanzado la disposición táctica de un club. El equipo, con errores y vacíos, tiene un libreto que se puede interpretar. Hay jugadores como Renato Tapia, quien con 22 años terminará el 2017 con casi 30 partidos de selección mayor. ¿Por qué ser tan apocalípticos en este cierre de Eliminatorias si tenemos día después de mañana?

Ya sabemos que somos sextos en la tabla de Eliminatorias, también que necesitamos siete puntos para clasificar a Rusia y que nunca hemos ganado en Quito en este tipo de competiciones. Que los cálculos y los antecedentes, por alguna vez, no reemplacen a la pizarra táctica de Ricardo Gareca. Lo que, finalmente, importará hoy en el Olímpico Atahualpa, es el juego. Acabemos con el “podría” o “debería” ser. No estemos tristes antes de tiempo, no nos fastidiemos con un partido que todavía no empieza. No le demos clases de matemáticas al corazón, tampoco le leamos libros de historia a los sueños.

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