Rafael Nadal le ganó a Tiafoe y se clasificó a las semifinales del Australian Open. (Foto: EFE)
Rafael Nadal le ganó a Tiafoe y se clasificó a las semifinales del Australian Open. (Foto: EFE)
Ricardo Montoya

Todavía no a la Toma de la Bastilla del tenis por parte de las nuevas generaciones. Tendrán que esperar un poco. ha consumado su victoria frente a Stefanos Tsitsipas (20 años), el último sobreviviente del supuesto recambio generacional en las semifinales de . De inmediato, las redes sociales replicaron la noticia con sorna. “6-2, 6-4 y 6-0. Excúsenme, pero no tengo comentarios señor juez. Fue un asesinato de primer grado”, postea Danny Miche, autor de “Maldita Davis” y “El Milagro Del Potro”. Acierta. No fue un partido. Fue una masacre.

Nadal pasó por encima al virtuoso griego en cada rubro posible: el técnico, el táctico y, sobre todo, en el psicológico. Nunca, durante todo el encuentro, sintió el exuberante espartano que tenía una real oportunidad ante el balear. Frente a Federer, en la Copa Hopman, aun siendo derrotado por el gran Roger, confió en sus posibilidades. Esa fe, luego repercutiría en su confianza, para sorprender a ‘Su Majestad’ en Melbourne. Contra Rafa, en cambio, en ninguno de los tres partidos en que se han visto las caras ha albergado el griego la menor esperanza de triunfo. Se las negaron de raíz.

Algo parecido les ha ocurrido al norteamericano Frances Tiafoe (21) y al australiano Alex de Miñaur (19), ilustres representantes también de la ‘Next Gen’. Ellos sucumbieron ante este Rafa (32) rejuvenecido y mejorado, sin poder arañarle un solo set.

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No es tan divino el tesoro de la juventud, cuando al talento natural no se le agrega la dosis de paciencia necesaria para modular sus revoluciones. Eso es lo que está ocurriendo con Denis Shapovalov (19), un auténtico compendio estilístico del deporte blanco. En el argot tenístico se acostumbra decir ‘tiene todos los golpes’. A diferencia de los jugadores de hace un par de décadas, el canadiense no ha desarrollado temprano la suficiente madurez estratégica para saber cuándo ejecutarlos. En esa floja elección de sus impactos estuvo parte de la debacle de su partido contra Djokovic (31) en cuarta ronda. La otra razón de su caída la fabricó el mismo ‘Nole’. El ballet que despliega sobre la cancha el serbio hace inalcanzable, de momento, el desafío de los más jóvenes. La única duda con Novak radica en su delicado nervio ciático. En su encuentro contra el elástico Danny Medvedev (19) esa afección casi lo obliga a retirarse.

El torneo no ha sido del todo bueno para la ‘Next Gen’. El ruso Karel Kachanov, conquistador de ‘Nole’ en París, tuvo una actuación poco feliz en Oceanía; Roberto Bautista Agut (30), uno de los de la vieja escuela dispuso de él, sin agobios, con un tenis impecable. Tampoco ha sido positivo lo de ‘Sascha’ Zverev (21), que rabioso tuvo que hacer maletas temprano al ser vapuleado por Milos Raonic.

¿Pero qué está ocurriendo realmente? ¿Por qué no existe un verdadero cambio de guardia? Antes, los chicos sucedían a los grandes en forma natural y ganaban torneos importantes. Federer, Chang, Roddick, Nadal, Becker o Hewitt, por citar solo algunos, ganaron sus primeros títulos de Grand Slam antes de cumplir los 22 años. Ahora, los relevos asoman, pero todavía están lejos de la línea de los consagrados.

Tony Nadal, tío y forjador de este Rafa de mente imperturbable, cree que los tenistas nuevos han perdido de vista lo esencial. “Los jugadores de hoy tienen más tecnología y hacen mejor uso de la estadística, de la nutrición y la biomecánica; pero ya no cultivan la perseverancia, ni la disciplina, ni el esfuerzo”, afirma Tony. Ahora les cuesta mucho aguantar la presión, como lo hacen los jugadores maduros de hoy y los grandes de todos los tiempos.

Inexorablemente, sin embargo, algunas de estas figuras, a los que habría que sumarle al peligroso Alexei Popyrin (19), alcanzarán la cima. Mientras tanto sigamos disfrutando de Rafa, ‘Nole’, Roger y Andy Murray mientras el cuerpo se lo permita.

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