(Foto: Reuters)
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José Larrabure

Entre enero y julio de este año, el ha perdido porcentaje de su valor contra una canasta de monedas. Este comportamiento que contrasta con la fortaleza que mostró en los últimos años tiene diversas causas.

Uno de los factores que explican la tendencia negativa del dólar es la fortaleza que viene mostrando la economía europea, que luego de varios años de crecimiento anémico ha evidenciado signos de recuperación. Los grandes estímulos monetarios que implementó el Banco Central Europeo en los últimos años están rindiendo frutos.

Los indicadores económicos vienen mostrando un mayor crecimiento y si bien la inflación sigue por debajo del rango meta, las expectativas de un mayor crecimiento e inflación se han visto reflejadas en un aumento en las tasas. A la mejora económica en Europa tenemos que agregarle un menor riesgo político luego del resultado de la elección en Francia, disminuyendo significativamente el riesgo de una desintegración de la Eurozona. Este panorama favorable para Europa ha impulsado una apreciación aproximada de 12% del euro con respecto al dólar. Un segundo aspecto en contra del dólar en el año ha sido la decepción del mercado con respecto a la capacidad de Donald Trump de implementar su reforma fiscal. A pesar de que la economía estadounidense viene mostrando bastante fortaleza, la ausencia de un mayor estímulo fiscal ha reducido las expectativas inflacionarias, generando una caída en las tasas de interés en Estados Unidos.

Adicionalmente, los mercados emergentes han continuado evidenciando una recuperación importante apoyada en la fortaleza que ha mostrado la economía china, pese a algunas medidas contractivas implementadas por el Gobierno y a la recuperación del comercio internacional. Esto ha generado un flujo de capitales masivo hacia mercados emergentes en búsqueda de mayores retornos, impulsando la apreciación de muchas de estas monedas.

En el ámbito local la tendencia del tipo de cambio no ha sido ajena a este efecto internacional y el sol se viene apreciando más de 3,5% en lo que va del año, a pesar de las continuas intervenciones del Banco Central de Reserva (BCR) para evitar una apreciación mayor.

Estimar niveles de tipo de cambio en el corto plazo es una tarea bastante complicada si no imposible. Sin embargo, hay tendencias de mediano plazo sustentadas en cambios económicos internacionales que pueden ser más predecibles. Diera la impresión de que el último ciclo positivo del dólar terminó el año pasado, aunque es importante seguir algunas señales que pueden cambiar esta tendencia; por ejemplo, un salto en las expectativas de inflación en Estados Unidos, una desaceleración importante en la economía china o un evento geopolítico que incremente la incertidumbre en los mercados de capitales.

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