Basta ver la evolución de las exportaciones de café en grano peruanas en la última década, para darse cuenta de que el sector cafetalero vive años críticos. En el 2013 el golpe lo dio la roya amarilla, al reducir las ventas a la mitad además de devastar unas 80 mil hectáreas de cultivos, según estimaciones del sector.
El mal que ataca hoy al grano está asociado a una crisis de precios, vinculada a la sobreoferta global del comodity, explica Geni Fundes, gerente general de Central Café y Cacao, que agrupa a 13 cooperativas cafetaleras. En el 2018, el precio del quintal (46 kilos) fue de unos US$120 y en el 2019 cayó a US$85, mientras el costo de producción asciende a US$180, apunta.
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Este escenario –para el cual la Organización Internacional del Café (OIC) prevé una ligera mejora para la campaña 2019/2020– se complica en el Perú por variables internas. Estas van desde la baja asociatividad (30% de los productores), envejecimiento de la mano de obra, poco acceso a asistencia técnica, insumos y financiamiento.
Dicha realidad ha llevado a algunos productores a poner foco en el mercado interno, apostando por la inversión en el tostado (en lugar de solo exportar el grano verde) de cafés de especialidad, cuya valorización –en base a estándares de catación globales– es superior y permite sortear la volatilidad bursátil.
En efecto, ante dicha incertidumbre ha sido la misma OIC la que ha recomendado alentar el consumo local en los países productores. Este no es un reto menor para el Perú, donde se toman unos 650 gramos de café por persona al año, de los cuales la mitad es café instantáneo y soluble, cuya mitad –a su vez– es importado, según la Central Café y Cacao.
En Colombia y Chile, el consumo llega a 3,5 kg y 1,5 kg solo de café molido tostado, según Kantar División World Panel. La meta en nuestro país es llegar a un kg (de diferentes presentaciones) al cierre del 2021, apunta Luis Torres, presidente ejecutivo de Promperú, que acaba de reglamentar la submarca ‘Cafés del Perú especialidades únicas’, con foco en el mercado interno.
LA CLAVE: LA EXPERIENCIA
Para Gonzalo García, gerente de cuentas de Kantar, habría que acelerar por diez el ritmo al que crece el consumo (4%) para llegar a esa meta. Sin embargo, la oportunidad, dice, está en apostar por la experiencia que propone el café.
En esa tarea, las fuentes reconocen que ha contribuido el aterrizaje de las cadenas Starbucks y Dunkin Donuts, que no solo han puesto de moda la bebida. Esto sucede, en particular, entre los jóvenes, advierte Daniel Lipp Gehrmann, gerente general de Café Finca Mountain VillaRica (CFMV). La firma es una de las compañías que ha apostado por invertir en tostado para añadir valor a sus granos.
La aparición de los gigantes globales del puerta a calle del café en el Perú también ha incidido en la pérdida de estacionalidad del consumo y la aparición de cafeterías de especialidad, sostiene Abraham Abdala, gerente general de la Cámara Peruana del Café y el Cacao (CPCC).
Ese despegue ha promovido asimismo la formación de tostadores, catadores y baristas en zonas productoras. En el caso de la Central Café y Cacao a la fecha ha logrado entrenar a unos 500 catadores que hoy trabajan en todo el país, junto al Instituto de la Calidad del Café de Estados Unidos, informa Fundes.
La Central de Cooperativas Agrarias Cafetaleras de los Valles de Sandia (Cecovasa), que agrupa a 8 cooperativas y dos asociaciones, también ha apostado por la profesionalización en el CiteCafé Cecovasa, cuenta a Día1 su gerente general, Jimmy Larico. Como CFMV y Central Café y Cacao, hace dos años comenzó a tostar y moler sus granos con equipamiento propio.
Otra señal del auge en la otra punta de la cadena (más cercana al consumidor) es la importación de máquinas de cafés, no solo para cafeterías, sino también oficinas, indica Gianni Zanesco, gerente general de Zanesco, representante de la marca de máquinas de café La Marzocco.
Aunque no dispone de cifras, el ejecutivo estima que el boom de la tecnología para preparación de café comenzó en el país en el 2010. Este año proyecta que sus ventas crecerán hasta 15%.
“Los consumidores se vuelven más conocedores y reconocen y exigen calidad en el café que toman y en la calidad de servicio. Siempre hay una oportunidad para nuevas propuestas de ‘coffeshops’, que puedan valorar y respetar el trabajo del caficultor y proponer una experiencia nueva para conocer nuevos orígenes y estilos de preparaciones”, opina.
Esa ha sido la visión del Banco de Crédito del Perú con BCP Café, un formato que el banco abrió en San Isidro en alianza con la cadena de cafeterías Puku Puku, que se abastece de manera directa de productores locales.
“No estamos inventando el ‘Coffee Banking’. Ya existe en el mundo”, sostiene Anna Lenka Jáuregui, gerente de marketing y experiencia del cliente del banco. Según la ejecutiva, emplearán el espacio para crear cercanía con sus clientes, organizando eventos, no solo financieros, sino presentaciones de libros o clases de yoga, entre otros, dice.
Uniones como las de BCP y Puku Puku son potenciales cuando buscan compartir tráfico, opina Andrew Michell, socio fundador de la cadena de cafeterías. “Depende mucho de qué cosas quiere la marca ancla”, comenta.
No es un modelo de negocio nuevo, pero podría funcionar para los productores de cafés especiales, sobre todo aquellos que aún no se animan a dar el salto hacia el tostado y molido y el local propio. Así lo opina a título personal García, refiriéndose en particular a Lima, donde la gastronomía invita.