La sierra peruana es el territorio donde más se puede aprovechar el plantado de árboles.
La sierra peruana es el territorio donde más se puede aprovechar el plantado de árboles.
Carlos Milla

[Carlos Milla es ex presidente de la Cámara de Comercio del Cusco]

El título de este artículo puede parecer iluso, si vemos el nivel de degradación ambiental en la mayoría del . O podría ser provocador, si solo vemos la ‘data dura’, es decir, que el Perú no produce madera para su propio consumo. Importa casi US$2.000 millones en productos forestales, principalmente de Chile y Canadá.

Pero, quiero insistir en que el Perú puede convertirse en un país forestal, y no me refiero a los bosques amazónicos. Me refiero a la sierra peruana, que tiene el 71% del potencial forestal del país, (la selva tiene el 24% y la costa solo el 5%).

¿Cómo es posible que en la sierra, donde las tierras son pobres, puedan crecer bosques? La lógica de la prosperidad es impresionante. Se ha comprobado que solo con el cambio de las costumbres ambientales se puede devolver la fertilidad a la tierra en períodos tan cortos como de solo un año. Los pastos hacen ese milagro para la agricultura y ganadería, y los árboles hacen lo mismo en los bosques.

La sierra peruana tiene unos 370.000 kilómetros cuadrados, y se ha definido que la superficie con vocación forestal es de 68.000 kilómetros cuadrados. ¡Más que la superficie total de Suiza!

¿Qué es la vocación forestal? Los terrenos de la sierra peruana, actualmente degradados a alturas de entre 2.500 y 4.500 metros s.n.m., parecerían poco útiles para plantar árboles, pero una especial combinación de temperatura, humedad, latitud, altitud y radiación solar, unida a las lluvias estacionales, nos dicen que esos terrenos pueden recibir exitosamente la plantación de árboles de diversas especies, con una alta tasa de éxito (80% de supervivencia al tercer año).

El reto

Los empresarios peruanos, agrupados en PERUCÁMARAS (gremio que reúne a las Cámaras de Comercio del país), han tomado la iniciativa de la Cámara de Comercio del Cusco, y han propuesto una ambiciosa meta: plantar, en los próximos 10 años, nada menos que 2,4 millones de hectáreas de bosques en los terrenos de la sierra. Escogieron llegar a esa superficie forestada solo para igualar a Chile. Sin embargo, nuestro potencial es mucho mayor.

¿Por qué los empresarios peruanos lanzan este reto? Entre otras razones, porque genera consciencia ambiental, movilizando a miles de personas y, con ellos, a la economía. No es imposible cumplirlo. De hecho, existe una serie de entidades del Estado y varias ONG que podrían aunar sus esfuerzos para lograrlo.

Para quienes dudan, comparto aquí una metodología que ha probado éxito en sus resultados: en 10 años de intervención lleva plantadas casi 10.000 hectáreas y 9,7 millones de árboles en la sierra peruana de seis departamentos, beneficiando a 282 comunidades y a más de un cuarto de millón de personas.

Con esta metodología, el trabajo empieza con la convocatoria a las comunidades o poblaciones que puedan aportar un mínimo de 30 hectáreas de vocación forestal. Estas pueden ser tanto de propiedad comunal, o privada (de las familias). Un mínimo del 60% de la población debe involucrarse en el proyecto.

Con la participación de la población se plantan 30.000 árboles (mil por cada hectárea). La plantación se hace también con apoyo de los municipios distritales. La mano de obra es de la población.

Con buenos cuidados, se puede empezar con la cosecha de hongos comestibles al tercer año. Luego, al quinto año, se realiza la acción de ‘poda y raleo’, es decir, se podan las ramas para que el ‘arbolito’ crezca más robusto (tenemos leña) y se ‘ralea’ el terreno, es decir, se tala selectivamente algunos árboles para dejar más espacio entre las filas .

Entre el año seis y el año 15, se cosechan hongos (una variedad de hongo comestible gourmet –morchela- puede venderse hasta en S/500 el kilo).

Todos estos años se realiza el monitoreo satelital de la superficie plantada y se reporta la captura de CO2.

Al año 15 se puede vender la madera en tablones, alcanzando el precio de US$100 por árbol. Es decir, las familias tienen garantizada su AFP. Mientras tanto, ha habido una permanente resiembra.

Esta renta forestal no es la única renta de las familias participantes, es complementaria a los otros ingresos, por la venta de cuyes, huertos o ganadería.

El aporte más valioso, sin embargo, será lo que llamamos ‘activos emocionales’. Es decir: el optimismo y sensación de alegría que tienen los campesinos, cuando ven que prontamente están dejando la pobreza, desarrollando una visión de futuro, mejorando su arraigo, pues ya no necesitan migrar a las ciudades, esto es, garantía de paz social.

La ONG Pachamama Raymi está dispuesta a compartir su metodología, que no tiene ‘copyright’. Su director, Guillermo Van Immerzeel, nos dice: “Nosotros somos Copyleft, es decir, tenemos una metodología de libre disposición”.

El objetivo de Perucámaras en plantar 2,4 millones de hectáreas de árboles en la sierra durante los próximos 10 años.
El objetivo de Perucámaras en plantar 2,4 millones de hectáreas de árboles en la sierra durante los próximos 10 años.

El ejemplo de Chile

Hace más de 40 años, Chile tomó la decisión política de convertirse en un país forestal, y convocaron inversionistas para sembrar árboles hasta llegar nada menos que a la superficie de 2,4 millones de hectáreas, en un territorio comparativamente menor al que tenemos en el Perú.

Chile exporta productos forestales, siendo el segundo rubro de la economía del país, después del cobre.

La producción peruana no alcanza para el consumo interno. Nuestro país importa US$673 millones cada año en madera. La brecha es muy grande.

Chile ha establecido una industria forestal que cubre toda la cadena de producción, desde la siembra hasta la elaboración de muebles, papel y todos los derivados.

En el Perú tenemos como ejemplo un solo proyecto forestal exitoso (la granja Porcón) precisamente en la sierra (Cajamarca), donde se han plantado 10.000 hectáreas de bosques, que producen madera y se han articulado a la industria papelera de Paramonga. Los resultados económicos, sociales y ambientales son espectaculares.

Es verdad que en esta comparación salimos perdiendo, pero nuestro potencial es de revertir la relación, pues el sistema de propiedad en el Perú, ya sea cooperativo, comunal o de familias propietarias, ha garantizado la paz social.

Contrariamente, en Chile la propiedad, alquiler (o usufructo) de la tierra por parte de empresas grandes, sigue siendo conflictiva con las poblaciones mapuches y araucanas, que se han sentido desplazadas, un conflicto que ahora está en el centro de la atención por una “prosperidad con desigualdad”.

Entonces, el reto que los peruanos debemos tomar no solo será plantar árboles, prontamente surgirán oportunidades para articular la producción forestal a industrias madereras de transformación que tienen el potencial de multiplicar por cinco los beneficios que la tierra nos da en forma de madera.

Tomemos el reto, ¡plantemos árboles a gran escala!











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