Muchos asumen que el éxito en las inversiones radica en hacer un seguimiento a los mercados, estar pendiente de las oportunidades de inversión y hacer un análisis profundo de cada oportunidad. Si bien son enfoques relevantes, no constituyen los factores más determinantes en las inversiones.
Analicemos el caso de Warren Buffett, uno de los inversionistas más exitosos y cuya riqueza es una de las más grandes del mundo. Con un patrimonio neto de US$ 84.500 millones, Buffett acumuló US$ 81.500 millones después de los 65 años, según Morgan Housel, autor del libro “La psicología del dinero”. Es decir, generó gran parte de su riqueza en los últimos 30 años.
La genialidad de Buffett como inversor es indiscutible. Según el autor, ha generado una rentabilidad media anual del 22%. La clave está en que Buffet abrazó el mundo de las inversiones en serio y consistentemente desde los 10 años y lleva más de 75 años invirtiendo. Si Buffett hubiese comenzado a invertir a los 30 y se retiraba a los 60, su fortuna apenas rozaría los US$ 12 millones, incluso asumiendo que haya generado la misma rentabilidad de 22% por año. Buffett se ha beneficiado de la magia del interés compuesto.
El interés compuesto no es solo un principio financiero; es una fuerza poderosa capaz de hacer que el dinero crezca exponencialmente a lo largo del tiempo. Imagina una bola de nieve rodando cuesta abajo, creciendo en tamaño y velocidad: así actúa el interés compuesto con el dinero. Al reinvertir tanto el capital inicial como los intereses obtenidos, desencadenas una reacción de crecimiento exponencial.
Y el efecto se amplifica a medida que transcurre el tiempo. Por ejemplo, si se invierte US$ 1.000 al 5% de rentabilidad anual, en un año se obtiene US$ 1.050. Reinvirtiendo esa cantidad al año siguiente, la inversión se habrá incrementado a US$ 1.102.5. Si se mantiene este proceso, después de 25 años, la inversión inicial se habrá más que triplicado, alcanzando US$ 3.386. Si se espera 50 años, esa misma inversión inicial se habrá multiplicado por más de once, llegando a US$ 11.467. Así es como el interés compuesto puede convertirse en el arquitecto de la fortuna.
Podemos ir a un ejemplo más cercano: mi fondo de la AFP. Tengo más de 25 años aportando, y más del 50% del valor de mi fondo se ha generado por rentabilidad y no por mis aportes. Si hoy lo rescatase y dejase en una cuenta de ahorros, mi saldo sería 50% menor si se compara con dejarlo crecer en la AFP. Por lo tanto, la historia de Warren Buffett nos demuestra que la clave es la disciplina, la consistencia y la paciencia, siempre con una estrategia a largo plazo.