Le llamaban la ‘Ciudad perdida de los Incas’ porque era impenetrable. Incrustada en la selva de Vilcabamba, en el Cusco, Choquequirao pasó más de tres siglos imperceptible sobre los bosques del sur peruano, escondida entre las montañas, las nubes y el horizonte, a más de tres mil metros de altura. Ese pudo haber sido su destino hasta ahora -ser un fantasma- sino fuera porque su leyenda provocó que algunos aventureros la buscaran. Y la encontraron, primero el español Juan Arias (en 1710), y luego un viejo conocido nuestro, el estadounidense Hiram Bingham (en 1909 y antes de ‘descubrir’ Machu Picchu). Pero lo cierto es que, aunque hoy todos la conocemos y sabemos exactamente dónde está, sigue siendo, hasta cierto punto, invisible.
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La mejor manera de demostrarlo es con cifras. En concreto, con estadísticas del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). Según esta institución, Choquequirao sólo recibió 9.497 turistas el año pasado, con lo que se ubica entre los cinco destinos ‘maravilla’ menos visitados de nuestro país. Esto pese a que es considerada la ‘hermana sagrada’ de Machu Picchu, y muy a pesar de su rica historia. Porque –toca recordar- esta joya fue el último refugio de los Incas entre 1535 y 1572, fue la capital de su resistencia ante la conquista. Así y todo, sólo convocó un equivalente al 0,59% del turismo que visitó nuestra maravilla mundial en el 2019.
¿Qué le falta a Choquequirao? En el siguiente informe repasaremos los problemas que no permiten despegar a este atractivo, así como su enorme potencial. Y lo mismo con otros dos destinos peruanos que, pese a su riqueza, están en la cola de prioridades para los viajeros que recorren nuestro país: los Manglares de Tumbes y el parque nacional El Manu, nuestros paraísos fantasmas.
EL PALACIO DE MANCO INCA
“El principal problema de Choquequirao es el acceso: aún en la actualidad, sólo se puede entrar al complejo tras una caminata de tres días, y necesitas otros tres más para salir”, explica a Día1 Fredy Gamarra, gerente general de la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Afines del Perú (AHORA). Esa es la primera valla para visitarlo, pues restringe, de un tirón, sus arribos a determinado perfil de viajeros: gente que esté en buenas condiciones físicas, por ejemplo.
En 1535, cuando Manco Inca se refugió en Choquequirao para reforzar su ejército y retomar el Cusco, quitándosela a los españoles, la inaccesibilidad de esta ciudadela era una fortaleza. Pero hoy es más bien su debilidad. Luego están la falta de promoción por parte del Estado y las empresas de turismo, que evidentemente prefieren dedicarse a los destinos ya consagrados.
¿Qué hacer? La inversión en infraestructura es necesaria, acota Gamarra. Un ejemplo de lo que podría aplicarse en Choquequirao es lo que se hizo en Kuélap, apunta. “Gracias a la instalación del teleférico allá (en Amazonas), este destino multiplicó sus visitas”, refiere. En efecto, de acuerdo al Mincetur, en el 2019 Kuélap recibió 104 mil turistas, más de cuatro veces lo que generaba en el 2010. Más claro, imposible.
DE PASEO POR LOS MANGLARES
Es muy difícil describir cómo es recorrer los Manglares de Tumbes, pero una buena aproximación sería imaginarnos en un bosque que, en lugar de asentarse sobre tierra, está sobre una piscina (por eso es necesario un bote para el paseo). Ubicado en el límite costero más al norte de nuestro país, y dando cara al vecino Ecuador y al océano Pacífico, esta maravilla –que tiene la categoría de santuario nacional y que abarca 28 mil hectáreas- presenta todos los atributos paisajísticos para posicionarse en el top de nuestros destinos más visitados y, sin embargo, está en el otro extremo de esa tabla.
¿Qué le falta? Para resolver la incógnita hay que mirar entre líneas los números conseguidos por esta maravilla el año pasado: 3020 turistas, de los cuales 2927 fueron peruanos. Más allá de la discusión sobre su pobre resultado, notamos ahí una oportunidad, pues siendo un destino básicamente del mercado interno, podría aprovechar este segundo semestre la campaña ‘Turismo para todos’, que la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) está gestando con el Mincetur y PromPerú, entre otros actores del sector. La semana pasada, el presidente de Canatur, Carlos Canales, destacaba que este programa buscará animar a distintos segmentos de viajeros domésticos: los del turismo social (como el de los jubilados) y los escolares, por citar un par de casos. Sería una excelente oportunidad para los Manglares.
UN PARQUE COMO EL MANU
En uno de esos momentos que sólo se comparten cuando la grabadora está apagada, el empresario Joe Koechlin le confió a quien escribe esta nota una anécdota surrealista. Resulta que hacia finales de los años 70, cuando el fundador y presidente de la cadena Inkaterra estaba comenzando en la hotelería, recibió en el Manu (donde se ubica su primer hotel) al mítico Mick Jagger y su familia. El músico había escapado un ratito de la fama para perderse en nuestra maravilla –que es parque nacional y reserva de biósfera- y por supuesto la pasó genial. Pero lidió con un problemilla: “Cuando le tocó irse, comenzó a llover torrencialmente, y la avioneta que se lo iba a llevar se quedó empantanada en el fango típico de la selva. Para poder sacarla de ahí y que pudiera despegar, todos tuvimos que empujarla, como si se tratara de un auto que ha caído en un foso, y ahí estaba el buen Mick empujando, y resbalándose una que otra vez, a pesar de sus millones”, me contó Koechlin, que se quedó con esa imagen por décadas. Diríase que son los costos de estar en el paraíso, pero también los de la poca conectividad.
“El Manu es un producto muy exclusivo, justamente por su inaccesibilidad. Sólo puedes entrar en avioneta o deslizador”, comenta Fredy Gamarra. Eso tal vez explique por qué sólo convocó a 5106 turistas el año pasado, con base en la data del Mincetur, a pesar de que su oferta está conformada por 1,9 millones de hectáreas, entre las provincias de Madre de Dios y Cusco, y que intercala bosques vírgenes con la reserva de Tambopata, que el documentalista Daniel Winitzky hiciera famosa en 1996, tras difundir ‘Candamo, la última selva sin hombres’, gracias a lo cual conocimos a los entrañables nativos Mañuco, Melo y Mishaja, que han quedado grabados para siempre en nuestro acervo televisivo.
La cuestión es que ha habido ciertos esfuerzos para darle mayor conectividad al Manu. Por ejemplo, el de la aerolínea Vive Perú, que realiza vuelos privados no regulares entre Lima y este destino. Nunca será un atractivo masivo como Machu Picchu, pero puede que se potencie con una estrategia más amplia para enriquecerlo. Lo dejamos ahí.
PAÍS DIVERSO
Con 4,4 millones de turistas internacionales y 45,5 millones de viajes por turismo interno el año pasado, el Perú tiene varias alternativas para incrementar el flujo de viajeros hacia nuestros tres destinos todavía fantasmas. Quizás las circunstancias de este 2020 permitan a la industria de los viajes replantear las estrategias y, en medio de las eficiencias que se busquen, desarrollar fórmulas útiles para estos paraísos. Claramente, tienen todo para maravillar al mundo.