En el Perú, la velocidad de extinción de una empresa es más del doble que la de su nacimiento. Según el INEI, al tercer trimestre del 2019, por cada dos compañías que se abrieron una cerró. Así, el número de las unidades económicas que abrieron aumentó en 21,8% respecto a igual periodo del año anterior, mientras que el de las que cerraron creció en 50,3%, la variación más alta en cinco años.
Las cifras del INEI comprenden a las empresas constituidas bajo la modalidad de personas naturales con negocio y personas jurídicas. Aunque el número de fracasos en las personas naturales es mayor que en las jurídicas, estas últimas presentan una mayor velocidad de extinción. Al tercer trimestre del 2019, el número de personas jurídicas que se dieron de baja creció en 85,5%, mientras que el de personas naturales fue de 34,6%.
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Varios factores están detrás de la mortalidad de las compañías, entre ellos el alto costo de operar, que puede llegar a S/219 mil si se tome en cuenta el tiempo, el precio de los trámites y permisos y el cumplimiento de la regulación. En el caso de las empresas medianas la situación puede ser peor.
Dos compañías de este segmento, clasificadas así por la Sunat al facturar entre S/7,3 millones y S/9,9 millones, identificaron a Día1 los problemas -que en su mayoría se interrelacionan y- que les impide escalar o, en todo caso, convertirse en meta de las pequeñas empresas.
LIQUIDEZ
El primer problema es el de liquidez que está asociado a otras dificultadas que enfrentan. Juan Veramendi, el seudónimo que usaremos para uno de los empresarios entrevistados, afirma que pasar de facturar un millón de soles mensuales a casi tres millones demanda recursos para capital de trabajo e inversión.
Sin embargo, el empresario precisa que le ha sido difícil acceder a un crédito en condiciones competitivas, debido a la rigidez de la banca. Señala que los bancos exigen garantías de casi el doble de la deuda, además de otros requisitos. Veramendi precisa que a estas condiciones les ha jugado en contra su falta de cultura financiera y la inadecuada elaboración de los estados financieros.
“En el segundo o tercer año de operación emití dos cheques sin fondos y en el tercer cheque me cerraron las cuentas. Tuve que abrir otra personería jurídica y aprendí que no debía entregar cheques, sino, realizar transferencias”, comenta.
A noviembre del 2019, el crédito otorgado a las medianas empresas aumentó en apenas 0,5% respecto a noviembre del año anterior, de acuerdo con el Banco Central de Reserva. La autoridad monetaria explicó que los préstamos a las medianas empresas se desaceleraron por la menor actividad económica y las políticas conservadores de las entidades financieras para atenuar un incremento de la morosidad, que alcanzó el 12% de los préstamos de estas compañías.
Al respecto, una fuente de la banca, que prefirió el anonimato, sostuvo que no es cierto que las garantías de los créditos para las medianas empresas puedan llegar a ser tan altas. Sin embargo, comentó que los filtros que se ponen a estas empresas obedecen a su alta informalidad. A decir de la fuente, dichas compañías pueden llegar presentar una importante proporción de ventas no declaradas, con lo cual, es muy complejo determinar su flujo de caja, que es la principal variable para calificar a un préstamo.
Este problema de acceso al crédito no es solo de las medianas o grandes empresas, sino del resto de compañías de menor tamaño. Según la Encuesta Nacional de Empresas del 2017 del Ministerio de la Producción, el 44,3% de las medianas y grandes empresas no tiene acceso al crédito; en el caso de las pequeñas y microempresas solo el 41% de estas unidades económicas acceden a un crédito en el sistema financiero. Por su parte, Jorge Ochoa, presidente de la Comisión de Trabas Burocráticas de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), estima que el 62% de las pequeñas y medianas empresas son informales.
PODER DE NEGOCIACIÓN
Otro problema que enfrentan las medianas empresas es el tiempo en que tardan en cobrar sus facturas, asociado al poco poder para negociar que tienen con sus clientes. A decir de las compañías entrevistadas, las grandes corporaciones tardan en pagar sus facturas entre 60 y 120 días, lo que empeora su liquidez. Incluso, aplazan más de un mes las órdenes de servicios.
José Carlos Lumbreras, gerente de investigación de Perú Top Publications, el número de medianas empresas en el Perú, de acuerdo con la clasificación de la Sunat, llega a alrededor de 2.700 compañías. Este reducido número obedece al poco mercado que tienen para atender. Lumbreras asegura que la concentración de empresas en el sector corporativo es muy significativa, lo que podría explicar la ventaja que tienen para negociar sobre las empresas medianas.
Esta demora en los pagos de facturas se puede observar en las empresas líderes de la Bolsa de Valores de Lima. Según los estados financieros presentados, dichas compañías demoran en pagarle a sus proveedores, en promedio, 66 días.
SUNAT
A la dificultad anterior se suma el pago adelantado de IGV que recauda la Sunat. Según los entrevistados, la autoridad tributaria les exige pagar el IGV al mes siguiente de la venta, a pesar de que el cobro de la factura esté pactado en dos meses o más. De no pagarlo, las empresas pueden pasar a cobranza coactiva.
“La Sunat es un problema para nosotros. ¿Qué nos dice Sunat? Paga el impuesto con tu plata para que no tengas problemas. Pero si no tengo liquidez es imposible”, señala.
Día1 solicitó entrevista a la Sunat para que haga sus descargos sobre esta problemática, pero no recibimos respuesta.
CAPACITACIÓN
Otra de las dificultades es la falta de conocimientos de gestión de las medianas empresas. Veramendi señala que su compañía es un emprendimiento familiar, que experimentó una serie de tropiezos por falta de capacidad de gestión.
“Hace cuatro años el banco me dijo tu contabilidad parece de primaria. A través de un cazatalentos contraté a un gerente de finanzas y de recursos humanos. Pero el gerente de finanzas hizo un forado a la empresa de S/1,5 millones, porque no teníamos procesos de control”, asegura el empresario.
Esta situación junto a los problemas regulatorios explicaría, en parte, el problema de la baja productividad de las empresas medianas sostiene Javier Dávila, ex viceministro de Mype e Industria. Para darnos una idea de la baja productividad, el INEI mide el valor agregado que, en promedio, genera un trabajador por actividad económica.
Según la institución, la producción anual promedio de un trabajador del sector servicios es de alrededor de S/69.000 y de un trabajador del sector fabril es de S/93.000. Sin embargo, el empleado de la mediana empresa del sector servicios produce solo el 70% del promedio y del sector fabril solo el 59%.
Dicho problema, junto a los costos regulatorios para abrir un negocio, hace que muchas opten por la informalidad, afirma Miguel Andrés Jaramillo, economista senior del Consejo Privado de Competitividad.
COSTOS LABORALES
Una barrera más de las medianas empresas son los costos laborales. Según los entrevistados de dichas compañías, los costos con los que operan no les permiten tener a todo el personal en la planilla y esta situación se agrava con los regímenes especiales que tienen las empresas de menor tamaño y el incremento de la remuneración mínima vital.
“Si un cliente de la gran empresa le cobro S/25 por la hora de mis servicios, solo me paga S/18 porque tengo 10 competidores de menor tamaño que por sus regímenes especiales es más competitivo que yo”, explica un entrevistado.
Jorge Toyama, socio del Estudio Vinatea & Toyama detalla que, en la actualidad, las pequeñas y medianas empresas asumen como costo laboral la mitad de lo que pagan las compañías grandes, es decir, 15 días de vacaciones, media CTS y media gratificación. Esto junto al 9% del aporte a Essalud suma alrededor del 35% de la remuneración del trabajador.
Sin embargo, las microempresas asumen costo laboral solo el pago a Essalud y 15 días de vacaciones. Así, si una microempresa quiere pasar a pequeña o mediana y una mediana a grande, los costos laborales aumentan de inmediato, por lo que incentiva la fragmentación de empresas.
Por otro lado, Toyama señala que, si una empresa informal decide formalizarse, incorporando en planilla a sus trabajadores, no hay periodo de gracia sobre el pasado, es decir, tiene que pagar al trabajador los derechos laborales que dejó de percibir cuando estaba en la condición de informal; lo mismo sucede con la parte tributaria.
“El Estado debería de promover la formalidad. El discurso es que las microempresas tienen la preferencia en las contrataciones estatales, pero a estas empresas no se les exige formalidad. Hoy, el Estado puede contratar a una microempresa con deudas con la Sunat y sin tener un trabajador en la planilla”, comenta Toyama.
PROPUESTAS
Varias son las alternativas que proponen los especialistas para resolver los problemas de las medianas empresas y estas están relacionadas, en primer lugar, con la necesidad de que el Estado fomente la formalidad, al contratar empresas que cumplan con la regulación, ya que lo contrario las pone en desventaja frente a las que no cumplen.
Por otro lado, proponen que las municipalidades cumplan con estandarizar las licencias de funcionamiento tal como lo establece el DS-045-2019PCM. Según Jaramillo, no existe una uniformidad en los requisitos de licencias de las municipalidades, porque no todas han actualizado su texto único de procedimientos administrativos (Tupa).
Asimismo, Jaramillo refiere que el CPC ha presentado una propuesta para reducir los costos salariales de las pequeñas empresas.
Para Dávila se deben generar incentivos para consolidar a las medianas empresas, como, por ejemplo, mecanismos que las ayuden a acceder a liquidez y que fomenten la formalidad.
En conclusión, existen varios problemas que afectan a las empresas medianas que el Estado y las políticas de responsabilidad social de las empresas grandes pueden ayudar a resolver. Una de ellas es el pago de las facturas a tiempo.