[Por: Didier Saint-Georges, Managing director y miembro del Comité de Inversión en Carmignac Risk Managers] Los mercados bursátiles se han visto ralentizados desde finales de abril por el deterioro del contexto macroeconómico, que a su vez se vio acentuado por la guerra comercial entre China y EE. UU. Desde agosto, las expectativas de que ambas potencias alcancen un acuerdo comercial (aunque sea parcial) y el regreso del apoyo de los bancos centrales han permitido que los mercados de renta variable repunten en una tendencia que puede perdurar hasta fin de año. Más allá de este horizonte temporal, vemos dos problemas que podrían descarrilar esta incipiente inflexión.
La primera de ellas parece técnica; sin embargo, reviste una importancia estratégica: la normalización monetaria de la FED, que comenzó en 2018 y no llegó a su final hasta setiembre, fue un error sustancial. El sistema financiero estadounidense se enfrenta ahora a un problema de liquidez en dólares, para el que la FED no ha encontrado aún una solución duradera.
De forma indirecta, también evita que el dólar estadounidense se deprecie desde su nivel sobrevalorado. Resulta evidente que las inyecciones de liquidez mensuales de US$60 mil millones que aprobó la Reserva Norteamericana el mes pasado no bastan para solventar el problema. Será necesario adoptar rápido medidas adicionales, para evitar un accidente de liquidez.
La segunda está relacionada con el panorama político estadounidense: el triunfo de Wall Street frente a la economía real (Main Street) en el mundo desarrollado —que dura ya una década— ha comenzado a generar un marcado descontento social y político. En EE. UU., se podría impulsar la candidatura de Elisabeth Warren para las elecciones presidenciales. Su programa se centra abiertamente en aumentar los impuestos y en políticas regulatorias de cara a hundir los beneficios empresariales a favor de los trabajadores.
Resulta evidente que una agenda tan radical seguramente se suavizará cuando Warren se imponga en las primarias del Partido Demócrata, si es que lo hace. No obstante, no cabe duda de que dicha agenda no sería del agrado de los mercados bursátiles y seguramente empeoraría aun más las perspectivas para el dólar.
En vista de la interconexión entre los mercados mundiales, los inversionistas probablemente deberían plantearse abordar el 2020 con mayor cautela de la que están mostrando en la recta final del 2019.