Desde el 2015, el Grupo AJE tiene un Departamento de Sostenibilidad con el que buscan generar un mayor bienestar en la sociedad, luchando contra el calentamiento global y el cambio climático que afecta, entre otras áreas naturales, a la selva peruana.
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El Comercio conversó con Jorge López-Dóriga, director global de Comunicaciones y Sostenibilidad del Grupo AJE, quien explica cómo buscan que su estrategia de sostenibilidad se expanda a los países en los que operan.
—¿Por qué apostaron por Bio Amayu?
El Perú tiene un rol fundamental en la lucha contra el cambio climático y en la preservación de nuestra especie al ser el segundo país con mayor espacio amazónico del mundo. Es necesario darle valor al bosque. La gente no tala la selva porque sea mala ni porque sea ignorante, lo hacen porque piensan que van a tener mejores recursos económicos. Por ello, decidimos hacer bebidas de superfrutos [frutas con mayor cantidad de nutrientes y minerales que las regulares, y que poseen propiedades superiores antioxidantes] comprándole directamente a las comunidades, poniendo en valor estos productos y evitando que se deforeste la selva.
—¿Cuánto tiempo demoró sacar a la luz este proyecto?
Fueron cinco años de trabajo, investigación y desarrollo para el lanzamiento en el 2019.
—¿Cómo ha sido el crecimiento del mercado?
Hemos triplicado las ventas desde su lanzamiento. Esta es una categoría nueva. Si lo comparas con los volúmenes que estamos acostumbrados con Agua Cielo, son cifras más pequeñas, pero a mí me gusta hablar de la nueva numerología.
—¿Cuál es esta nueva numerología?
Si queremos como país llegar a los objetivos marcados en la COP 21 y ahora la COP 26, ayudar al país y evitar que la especie se extinga, tenemos que parar la deforestación. Todas las empresas tenemos que ponernos al servicio de la madre tierra y sus necesidades. Con ese objetivo en mente, las nuevas cifras que una empresa debe enseñar son cuántas hectáreas está protegiendo, cuántas comunidades se está involucrando para esta protección y cuántos espacios protegidos tienes a cargo, más que cuantas botellas se venden.
—¿Cómo ha evolucionado esta nueva numerología en el Grupo AJE?
Pues empezamos por dos comunidades en el Pacaya Samiria. Hoy ya estamos trabajando con casi 30 comunidades en Ucayali y Loreto. Cuando iniciamos, Sernanp nos dio el sello de Aliados de la Conservación de la Reserva Nacional de Pacaya Samiria, lo que significa ser protectores de 2,5 millones de hectáreas, dos veces Dinamarca. Ahora somos Aliados de la Conservación de la Reserva Nacional de Pucacuro, de la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana, de la Reserva Nacional Pacaya Samiria y el Parque Nacional del Manu, con sus más de 7 millones de hectáreas.
—¿Bio Amayu ya puede encontrarse en otros países?
Empezamos en el Perú y ahora nos pueden encontrar en ‘e-commerce’ como Amazon en Estado Unidos, Colombia y Ecuador. La idea es que para el 2022 entremos a tiendas por canal tradicional, canal moderno, etc. También tenemos planes de ingresar [con Bio Amayu] a Centroamérica y México.
—¿Cómo ha recibido el mercado en Estados Unidos, Ecuador y Colombia a Bio Amayu?
Estamos arrancando en estos países, pero la aceptación en las redes sociales es espectacular. Creo que se debe a que todo el mundo es más consciente de la importancia del Amazonas y a que, gracias a esta nueva revolución natural, el usuario está buscando novedades naturales como los superfrutos. Es un trabajo diferente que sacar un agua o una gaseosa, que son categorías conocidas por todos, en este caso hay que concientizar, educar y mover [la información y el producto] para que sea un proyecto sostenible. Nuestro objetivo es ser innovadores, crear un concepto nuevo y expandirlo por el mundo.
—El proyecto de Bio Aguaymanto, que trabaja con las comunidades en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu, ha tenido un logro peculiar, ¿verdad?
El aguaymanto viene de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu, en los andes. En tres cruces, en Paucartambo, los andes se juntan con la selva. Ahí viven comunidades a 3.000 m.s.n.m. que tienen que convivir con el oso de anteojos. El problema es que a éstos les encanta subir y comerse los cultivos de las comunidades porque les encanta la palta, el maíz y la granadilla, pero odian el aguaymanto.
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Nosotros compramos toda la producción que [las comunidades de la zona] tenían de aguaymanto. Las comunidades se enteraron y empezaron a cultivar más. Así logramos dos cosas: proteger al oso de anteojos y demostrarles a las comunidades que vivir en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu no es un problema, sino una gran oportunidad.
—¿De dónde consiguen el acaí?
Hemos replicado en Colombia la alianza que hicimos con el gobierno británico en el área de amortiguamiento del Manu. El acaí lo sacamos de la selva protegida de Colombia, extendiendo así el proyecto Amarumayu a otros países, porque la selva amazónica es un solo ser, es un organismo vivo. [Hasta el momento], hemos deforestado el 17% de este organismo. Si llega al 20%, da igual en qué país, se convertirá en una sábana como la de África [...] El sueño es extender este proyecto a los otros países amazónicos.
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—¿La fluctuación del dólar y la crisis de contenedores los han afectado?
Todo afecta y nos afecta. La ventaja de ser globales es que el impacto de un país se puede amortiguar con otros. Sin embargo, en el 2021 estamos recuperando los niveles que teníamos en el 2019. Nos estamos recuperando. Nos ha ido bien.
—¿Han logrado cumplir sus expectativas este año?
Hemos comprado en plena pandemia más de 400 toneladas de fruto a las comunidades cuando estaban cerrando todas las vías y accesos. Durante el 2021, hemos lanzado dos productos más: Bio Acaí y Bio Aguaymanto.
—¿Cuáles son las proyecciones del Grupo AJE para el 2022?
Para el 2022 estamos esperando un crecimiento de dos dígitos para la compañía.
—¿Qué otros proyectos de impacto positivo tienen actualmente?
Nosotros buscamos poner las marcas al servicio del planeta y de la sostenibilidad, eso primero. Dicho esto, tenemos dos proyectos importantes al respecto: una es Bio Amayu generado con superfrutos. Ya tenemos cuatro productos y nos encontramos ya en Colombia. Estamos en conversaciones [avanzadas] con las comunidades de Ecuador y gobiernos para tener el apoyo y poder replicar este modelo en ese país. También tenemos un plan en Tailandia. Es decir, vamos a expandir este proyecto a los países donde estamos.
Por otro lado, está el Agua Cielo que es líder en el Perú. ¿Qué hemos hecho? Transformarla. ¿Para qué? Para ponerla al servicio de las áreas protegidas. Desde el 2015 está involucrada en el proyecto de ciudad sostenible en Machu Picchu. Este año, gracias al trabajo en colaboración con Inkaterra, la Municipalidad de Machu Picchu y Sernanp hemos logrado que Machu Picchu sea el primer destino turístico en el mundo en recibir el certificado carbono neutro.
—¿Cuáles son los proyectos a futuro?
Lo último que identificamos fue que las comunidades de Machu Picchu estaban construyendo sus casas con la arena que sacaban del río. El problema es que cuando vienen las lluvias y aumenta el caudal, los daños son mayores. Además, en esa arena anidan muchas especies. Por eso, estamos reutilizando las botellas de vidrio para generar arena [destruyéndolas en una máquina] porque al fin y al cabo es lo que son. Esa arena ahora se usa para la construcción.
—¿Tienen previstos proyectos de expansión?
Estamos construyendo una planta de PET reciclado que va a ser capaz de gestionar 900 toneladas de PET al mes. Queremos recoger este PET de sitios especiales del Perú. Hemos ya donado una compactadora a la Municipalidad de Cusco y estamos trabajando también en el Valle Sagrado para crear el Corredor Sostenible de los Incas y poder recuperar ese PET para llevarlo a nuestra planta, que se vuelva a convertir en botellas y así hacer el círculo completo de nuestros productos.
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—¿Dónde estaría ubicada esa plata?
La zona donde va a estar es Huaral.
—¿Tienen políticas internas que ayudan a reducir su huella?
Sí, exactamente, porque lo que se mide se puede mejorar.
—Tienen entonces una medición sobre la reducción de su huella de carbono.
Sí. En la última medición nosotros ya habíamos reducido nuestra huella de carbono con respecto a la medición anterior. Es más, este año hemos sacado nuestro primer informe de sostenibilidad.
—¿Por qué dirías que la sostenibilidad es económicamente positiva para las empresas?
Tres puntos fundamentales. Número uno, a nivel de huella de carbono o hídrica. El carbono es energía, cuanta más energía consumes más carbono emites. Por lo tanto, si tu mides tu huella y planificas todo para reducirla, estás haciendo más eficiente todos tus procesos y ahorrando dinero. Medir te ayuda a conocer y a saber dónde tienes que mejorar y cómo puedes ser más eficiente para ahorrar más.
Segundo, la revolución industrial convirtió al ser humano en un consumidor. Pero esta nueva revolución natural se dirige a un usuario consiente que antes de comprar algo busca tres cosas: que sea saludable para mí, para la sociedad y para el ambiente. Por lo tanto, si una compañía quiere ser sostenible en el tiempo, tiene adaptarse a las tendencias del mercado.
Tercero, y tan fundamental como las otras dos, que la comunidad de científicos ya dijo que si en esta década no arreglamos los grandes problemas que atacan a la humanidad (acidez de los océanos, calentamiento global y pérdida de biodiversidad), esta civilización se acaba y se acaban las empresas.
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