Debido al resultado de diversos indicadores como la caída de la inversión privada, la lenta recuperación de la confianza empresarial, el menor dinamismo en la generación de empleo formal, el débil desempeño del consumo y la lenta ejecución del gasto público, el Instituto Peruano de Economía recortó su proyección de crecimiento de la economía de 0,8% a -0,3% para el 2023, el peor crecimiento de los últimos 25 años sin contar la pandemia, y de 2,3% a 2,1% para el 2024.

Teodoro Crisólogo, economista senior del IPE, señaló que, según sus estimados, la inversión privada habría tenido una contracción entre julio y agosto de alrededor del 6,1% respecto al mismo periodo del 2022.

Así, afirmó que este desempeño negativo obedece a un conjunto de factores que por un lado muestran las secuelas del clima de alta incertidumbre política que experimentó el país entre 2021 y 2022 y la ausencia de megaproyectos que sustituyan la envergadura de Quellaveco en el sector minero.

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En este contexto de debilidad de la inversión privada, el mercado laboral respondió de manera negativa, agregó, pues la generación de empleo formal ha mostrado una desaceleración marcada llegando a agosto con un 2,6%. Con esto, las tasas son las menores de los últimos 29 meses, dijo Crisólogo.

Asimismo, agregó que esto se le suma la incertidumbre sobre el desempeño que podrían llegar a tener el resto de sectores primarios durante el último trimestre del año y el primer trimestre del 2024.

“No se sabe si se abrirá una segunda temporada de pesca, cuál va a ser el desempeño del sector agrícola ante la mejora de las campañas de siembra durante este año. En agosto el sector agropecuario cayó 4% y todavía no es tan clara la tendencia que podría mostrar hacia fines de año”, dijo.

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Inversión pública

Desde el IPE señalaron que uno de los factores que pensaban que iba a contribuir de manera significativa al crecimiento en el segundo semestre era la inversión pública y el gasto público en general. Sin embargo, los datos a la fecha muestran que ha perdido dinamismo.

“En los últimos tres meses hasta setiembre, la inversión pública ha tenido un retroceso de alrededor del 9%, viene después de haber crecido fuertemente en el 2022 por el cambio de autoridades y registra una desaceleración fuerte en el consumo público que vendría por las planillas y contratación de bienes y servicios de parte del Estado”, dijo Crisólogo.

Para Claudia Cooper, presidenta de la Bolsa de Valores de Lima y vicepresidente de Sostenibilidad y Asuntos Externos de Antamina, este problema tiene que ver con que la corrupción empezó a generar problemas en las regiones y las autoridades son más cautelosas pues muchos gobernantes han terminado presos.

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“Son buenas noticias relativas, porque han tenido un proceso de inversión pública profundamente complicado. Cuando uno anuncia que va a transferir recursos por un monto muy grande, genera expectativas empresariales complejas porque en realidad no producen infraestructura pública de calidad”, agregó.

Asimismo, explicó que se debe empezar a discutir qué sistema de inversión pública se requiere. “Cuando nuestra política es generar expansión fiscal en la inversión pública, no necesariamente vamos a reactivar (...) hoy tenemos un sistema muy complicado de asignación de obras y las más grandes y complejas requieren capacidades que las empresas locales no tienen”, anotó.

Riesgos

Según Crisólogo, más allá de la debilidad que puede mostrar la economía en el corto plazo, es importante reflexionar sobre qué puede llegar a pasar después del 2024 y la principal preocupación proviene de que la debilidad que está mostrando la economía desde el segundo semestre del 2022, está asociada a una dinámica de muy poco crecimiento de la productividad que ejerce presión a la baja sobre la capacidad de crecimiento.

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A inicios del 2000, el Perú tenía un crecimiento potencial cercano al 6% y poco a poco se ha deteriorado, dijo. “Nuestras estimaciones apuntan a que para el 2023 y 2024 el crecimiento esperado de la economía está apenas muy cercano al 1%, lo cual es muy inferior al ritmo que tuvimos en las dos décadas previas que estuvo cerca del 4,5% y que a la vez se encuentra por debajo del promedio de América Latina”, señaló.

David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad, anotó que la pérdida del potencial es evidente y, con el aporte de la productividad en negativo, está gran parte del problema donde se encuentra el país.

Otro aspecto, más allá de las cifras, dijo, es que la incorporación del nuevo gobierno y el factor de ímpetu no funcionó, así como los programas Con Punche.

“La política fiscal que se incorporó ha chocado con la realidad de que no se ha podido ejecutar gran parte del programa. Paradójicamente, esto da una respuesta. El programa de bonos habitacionales es el que mejor responde, quizás deberían apuntar más por este tipo de programas y no hacia el tema de inversión pensando en un tema de reactivación”, explicó Tuesta.

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