La epidemia del coronavirus COVID-19 provocará una desaceleración de la economía mundial, que crecerá por debajo del 2,5%, según un análisis publicado hoy por el Organismo de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD).
“Incluso si se evita lo peor, el golpe para los ingresos mundiales puede valorarse en un billón de dólares”, señala el documento elaborado por los economistas de la entidad, que siguen de cerca los efectos económicos de la propagación del virus que ya ha llegado a más de cien países.
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La duración y profundidad de la crisis dependerá de lo rápido y cuan lejos llegue el virus, cuanto tarde en desarrollarse una vacuna y de la habilidad de los políticos para reducir el daño a la salud y al bienestar de sus poblaciones.
A todo ello hay que sumar el factor subjetivo de la fuerte ansiedad que está produciendo el coronavirus, de acuerdo al análisis.
Según la UNCTAD, la economía mundial está mal preparada para afrontar esta situación de crisis por varias razones, empezando por la acumulación de deuda tanto pública como privada, que en algunos países en desarrollo alcanza “niveles agudos”.
“La crisis financiera asiática de finales de la década de 1990 tiene ciertos paralelos con la situación actual, pero eso ocurrió antes de que China tuviera el peso que tiene ahora en la región y cuando las economías avanzadas estaban en mejor forma que ahora”, recalca.
En este contexto, la primera amenaza para los países de economías avanzadas es el acumulado de deuda de las compañías, que en muchos casos “es de baja calidad”, mientras que las naciones en desarrollo simplemente no están preparadas para afrontar un nuevo shock externo.
A esto se suma que China se había convertido en una fuente de préstamos de largo plazo para muchos países de ingresos medios y bajos y el golpe sería muy duro para sus deudores si Beijing decidiese endurecer las condiciones de crédito para afrontar su propia desaceleración.
Un escenario preliminar elaborado por la UNCTAD prevé una caída del ingreso global de US$2 billones, de los cuales 220,000 millones implicarían a los países en desarrollo, con la excepción de China.
Los más afectados en ese caso serían los países exportadores de petróleo y de otras materias primas, cuyo crecimiento anual podría reducirse en 1%.