"Socialismo o muerte" son las duras opciones que anuncia escuetamente un cartel en la entrada de una compañía de acero de La Habana. El eslogan, que rodea un retrato pintado de Fidel Castro, constituye un recuerdo de que la isla sigue siendo un lugar muy peculiar para hacer negocios.
Pero parece que un nuevo espíritu, más pragmático, ha invadido la isla.
Este fin de semana, el presidente Raúl Castro -a cargo de un programa de amplias, si bien lentas, reformas- llamó a una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional cubana. El objetivo era atraer más inversión privada al país.
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SENTIDO DE URGENCIA
Los parlamentarios aprobaron una nueva ley que, esperan, atraerá más de US$2.000 millones a la isla en inversiones y ayudará a triplicar el crecimiento económico a entre el 5% y el 7%.
El ministro de Comercio, Rodrigo Malmierca, le dijo a los diputados que la ley sobre inversión extranjera buscaba ayudar a Cuba a acceder a tecnología avanzada, nuevos métodos gerenciales y mercados de exportación, así como crear empleos.
"No sólo ayudará a atraer el capital extranjero con reglas claras e incentivos, también nos permitirá usar ese potencial para desarrollar el país, mientras preservamos nuestra independencia y soberanía", dijo el ministro.
Los problemas económicos y la inestabilidad política en Venezuela le han añadido un sentido de urgencia a la medida, ya que han hecho que La Habana tenga que contemplar la posibilidad de perder a un aliado vital en materia financiera.
Fue la pérdida de un benefactor previo -la Unión Soviética- lo que forzó al entonces presidente Fidel Castro a abrir la economía cubana a la inversión foránea en los 90.
Los medios han dado pocos detalles de la nueva ley, aprobada por el sábado. Mucho dinero fue invertido en turismo en los años 90, así como en minas de níquel y otros sectores.
Pero lograr la aprobación de un nuevo emprendimiento nunca dejó de ser un proceso laborioso y lento en Cuba. Algunos proyectos se quedaron estancados por ninguna razón aparente, más allá de preocupaciones ideológicas remanentes.
"La nueva ley es muy prometedora como fuerte incentivo a la inversión extranjera", afirma el empresario británico Andrew McDonald, aludiendo a que es posible que esos resquemores hayan sido superados finalmente.
Su compañía, Havana Energy, forma parte de una empresa mixta que está construyento una planta de energía de biomasa en un molino de azúcar cubano.
"Creo que le va a enviar una señal significativa a la comunidad internacional, en el sentido de que Cuba está lista para hacer negocios", añade, mientras que argumenta que hay un enorme interés en el mercado cubano.
En una señal de que los viejos hábitos son duros de romper, la prensa extranjera no recibió una copia de la nueva ley ni se le permitió entrar al Congreso para presenciar el debate del sábado.
Pero los detalles dados a conocer por la prensa estatal incluyen una exención de ocho años de impuesto a las ganancias, que luego se incrementa al 15%, lo que representa la mitad de la tasa actual. También se mencionan otros beneficios en materia de impuestos y se hace énfasis en las garantías legales que evitarán que los negocios sean expropiados por el Estado.
Esto da respuesta a una seria preocupación que se remonta a las nacionalizaciones masivas que siguieron a la revolución de 1959.
La falta de inversión ha experimentado Cuba durante muchos años la hace atractiva: es un mercado de más de 11.000.000 de personas, con muchas necesidades, y muy variadas.
EMBARGO ESTADOUNIDENSE
Pero el camino no está libre de obstáculos para los inversionistas. Cuba todavía aparece en la lista de "Estados que promueven el terrorismo" de Estados Unidos, lo que complica las transacciones comerciales con la isla, así como la tarea de reunir capital.
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Además, las restricciones impuestas por el embargo comercial de EE.UU. prohíbe que las firmas que tienen intereses importantes en ese país hagan negocios en Cuba y elimina un mercado de exportación crucial.
Además, está la carga del pasado. "Lo que los cubanos tienen que superar es un récord de casi 20 años de tratar a los inversionistas en forma vacilante", cree el exembajador británico en Cuba, Paul Hare.
Desde el año 2002, dice, el número de empresas mixtas en la isla se ha reducido a la mitad. Hare también señala el arresto y los turbios juicios seguidos a varios empresarios bien establecidos, ostensiblemente ligados a una campaña anticorrupción, que espantó a otros inversionistas.
"El régimen quiere cambiar de imagen, pero será difícil borrar las cicatrices", señala Hare.
La primera fase fue inaugurar la zona especial de desarrollo de Mariel, en las afueras de La Habana, que ofrece aún mayores estímulos a las compañías extranjeras.
"Tal vez vez hubo un fuerte prejuicio hacia la inversión extranjera en el pasado, pero creo que las políticas son más racionales hoy", le dijo recientemente a la BBC el economista estatal Juan Triana.
Triana también cree que la confianza de los inversionistas puede ser reestablecida.
OPORTUNIDADES
"La manera en que el gobierno manejaba antes el marco legal era realmente discriminatorio. Creo que estamos construyendo un nuevo ambiente. Pero toma tiempo", señaló Triana.
Cuba invitó a una delegación de empresarios extranjeros a una visita esta semana, como parte de su ofensiva.
"Por supuesto que hay muchos obstáculos. Pero también es una nueva oportunidad", dijo el empresario Julian Pedro Carpenedo al final de una misión de tres días, en la que participaron 31 empresas.
Su compañía, Globoaves, ya exporta pollos beneficiados a Cuba. El gobierno quiere que también invierta para revivir la industria avícola local.
"Tenemos que venir y ver qué está pasando para decidir si de hecho es el lugar adecuado para invertir, pero nos emociona chequear las oportunidades", dice Carpenedo.
En cuanto a los cubanos, las reformas de Raúl Castro que permiten la empresa privada en escala limitada han facilitado la vida de algunos, pero no han logrado darle a la economía el impulso que necesita.
Así que muchos saludan la posibilidad de la inversión extranjera. "Todos estamos en la lucha", un pensionado me dice, mientras prepara una merengada en el porche para un cliente sediento.
"Nos las arreglamos. Pero quizás con un poquito de ayuda de afuera, la vida para los cubanos podría hacerse un poco mejor".