El alza de un medicamento que generó una crisis en EE.UU.
El alza de un medicamento que generó una crisis en EE.UU.
Marcela Saavedra P.

La industria farmacéutica en Estados Unidos está otra vez bajo fuego. Esta semana, la crisis de reputación tocó las puertas del laboratorio Mylan, cuestionado por multiplicar hasta por seis el precio del EpiPen, un inyectable usado para combatir reacciones alérgicas potencialmente fatales, en casi una década. 

Similares políticas le han costado dolores de cabeza en los últimos meses a empresas como Theranos, Valeant y Turing. En los dos últimos casos, los CEO perdieron sus puestos. Los escándalos también han llevado a la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton a anunciar planes para proteger a los consumidores. 

Desde que pasó de manos del laboratorio alemán Merck a las del estadounidense Mylan en el 2007 –como parte de la compra de la unidad de medicamentos genéricos por 4.900 mlls. de euros– las ventas del EpiPen escalaron de US$200 mlls. a US$2.000 mlls. anuales (unos US$1.000 mlls. se los queda Mylan), y su precio se incrementó de poco más de US$100 a US$608 por dos inyectables para quienes no cuentan con seguro médico. 

¿Cuál fue la receta? Diversos medios recogieron que, por un lado, Heather Bresch, CEO de Mylan e hija del senador Joe Manchin, desplegó una fuerte campaña en el Congreso de su país para impulsar el uso del EpiPen en colegios y lugares públicos. Por el otro, la compañía dirigió una intensa campaña publicitaria enfocada a los padres de niños alérgicos. 

Todo ello se ha dado dentro de un mercado en el que, si bien existen genéricos del compuesto del EpiPen (la epinefrina), el mecanismo de cálculo de la dosis del inyectable tiene una patente que lo libra de la competencia. Según la agencia Efe, la marca rival Adrenaclick se percibe como muy difícil de usar sin ayuda médica y el producto Auvi-Q salió del mercado al considerarse que no era seguro.

Así, con una demanda cautiva –se calcula que 40 mlls. de estadounidenses poseen algún tipo de alergia–, Mylan escaló el precio del producto, justificado, según la CEO, por el costo de fabricación y distribución, así como por inversiones en mejoras. “US$274 [por inyectable] es lo que Mylan gana”, apuntó.

SENSIBILIDAD
El caso es la evidencia más reciente de las subidas de precios en medicamentos con patentes en Estados Unidos. Si bien es válido buscar la mayor rentabilidad de los productos que se fabrican, ¿qué pueden hacer los actores ante la crisis reputacional que generan estos aumentos en un mercado tan sensible? 

Además de evitar caer en la tentación de las malas prácticas, las compañías deben ser más transparentes y ofrecer una comunicación constante al consumidor, apunta Javier Montoya, profesor de la carrera de Márketing de la UPC. “Los laboratorios hacen grandes inversiones en investigación e innovación y no siempre les va bien. Eso debe ser público para entender los costes en los que incurren”, apunta.

Ello debe cimentarse, complementa Max Vidal, profesor de la Escuela de Posgrado de la Universidad del Pacífico, sobre la base de una preocupación genuina hacia el público. “Las empresas deben pensar en el largo plazo, en cómo van a ser vistas en cinco o diez años. Deben valorar el bienestar de quien realmente asegura la rentabilidad de la compañía que es el consumidor”, destaca.

Si bien la presión obligó a Mylan a ampliar sus programas de asistencia para pacientes frecuentes, ello podría ser mal visto por el público si es percibido como un paliativo. “El consumidor nunca olvida”, sentencia Vidal. 

Por ello, además de buscar colocar productos diferenciados, los expertos sostienen que las firmas deben cuidar su responsabilidad social –a través de programas especiales o fundaciones– y abrazar la competencia

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