En julio, el FMI coorganizó la conferencia “América Latina: reformas estructurales para impulsar el crecimiento”. Uno de los temas fue “La necesidad de diversificar la economía”.
Que incluso el FMI promueva la diversificación no es sorpresa. La batalla a favor ya se ganó a nivel mundial y regional.
Incluso en el Perú hay consenso. El presidente Kuczynski ha mencionado que la diversificación debe continuarse, y ha enfatizado la agroindustria y el turismo; el primer ministro Zavala indicó que se fortalecerá este proceso; y el ministro Thorne ha dicho que es necesario reducir nuestra dependencia de materias primas y desarrollar nuevos motores de crecimiento.
El argumento de los nuevos motores liga la diversificación a una de las prioridades del gobierno: reducir la informalidad.
La informalidad es compleja, pero se relaciona con el hecho de que el sector moderno de la economía no genera suficiente empleo. Esa masa laboral no absorbida (en general, poco calificada) se autoemplea o trabaja en microempresas de subsistencia, en su mayoría informales. Son poco productivas y no pueden pagar los costos de formalizarse.
La informalidad puede reducirse en dos frentes: principalmente, como menciona Alfredo Torres, en medidas que permitan que el sector moderno genere más empleo; segundo, en aquellas que aumenten la productividad de las mypes con potencial de crecimiento.
Para formalizar será fundamental diversificar, pues la diversificación productiva ataca ambos desafíos. Al facilitar el crecimiento de sectores económicos generadores de empleo, ataca el primero. Por ejemplo, se ha impulsado los sectores forestal y acuícola.
Solo en plantaciones forestales se podría generar hasta un millón de empleos. Considerando concesiones y la cadena serían otros cientos de miles. La capacidad de emplear del turismo y de la agroexportación es también mayúscula.
—Mesas ejecutivas—
¿Cómo pueden los sectores lograr su potencial? Las medidas transversales tienen un límite. Una reforma laboral es muy sensible políticamente. Y desregular o destrabar son términos que se comprueban demasiado genéricos en la práctica. Hay que ir a especificidades sectoriales.
Una herramienta probada son las mesas ejecutivas, que buscan resolver problemas de falta de coordinación entre entidades públicas (lo que genera trabas burocráticas) y entre el sector público y el privado (que resulta, entre otros problemas, en normas inefectivas o contraproducentes). En las mesas, representantes privados y públicos se reúnen continuamente para identificar y remover barreras al crecimiento de un sector.
Una mesa ejecutiva de turismo, un sector que tiene serios problemas de coordinación público-pública, sería ideal. Como dice Rafo León, muchas de las trabas para su desarrollo no pueden ser resueltas por el Mincetur. Por ejemplo, Transportes está encargado de construcción de aeropuertos, carreteras y puentes; Vivienda, de pistas, veredas, teleféricos y parques; Cultura, del patrimonio. Además, ¿qué mejor manera de optimizar la infraestructura pública para el turismo que escuchando al sector privado y coordinando entre los distintos ministerios?
El segundo frente (el de la productividad de las mypes) puede atacarse con distintas herramientas, pero son fundamentales las de transferencia tecnológica que ayuden a cerrar las brechas de productividad. Este tema amerita un artículo en sí mismo.
No hay una receta única para resolver un problema tan complejo como la informalidad. Es muy valioso que el gobierno haya priorizado reducirla. Pero si no atacamos nuestra limitada capacidad de generar empleo y nuestra baja productividad, los esfuerzos no serán suficientes. Para formalizar será también necesario diversificar.