Por: Gonzalo Álvarez del Villar, CEO de Tera Advisors
En los últimos días se habló mucho sobre cómo el rally en renta variable en EE.UU. está justificado porque casi todos los pilares del plan maestro de Trump son pro mercado: inversión para mejorar la infraestructura, recorte de impuestos tanto en el plano corporativo como en el personal, repatriación de utilidades generadas en el exterior, promesa de poner más ciudadanos a trabajar. Todo representa un fuerte estímulo para la economía en el corto plazo. Punto para Trump. Pero, después, dada la reducción en impuestos planteada por el presidente electo, se desprende que su plan de inversión en infraestructura se financiará aumentando el déficit fiscal, lo que generará presiones inflacionarias.
Y si nos enfocamos en el pilar del plan maestro de Trump que NO es pro mercado, léase proteccionismo, encontramos otra avenida que apunta hacia un rebrote inflacionario: si los productos que EE.UU. importa entraban al país sin aranceles y ahora tendrán que pagarlos, esos productos se encarecen para el importador y generan inflación.
Un entorno inflacionario, o al menos con mayores brotes inflacionarios que el actual, podría forzar la mano a la FED para acelerar las subidas de tasa de interés.
Los mercados de renta fija ya tomaron nota y reaccionaron violentamente a la baja.
Apuestan a que desde ahora será una política fiscal agresiva y ya no una política monetaria laxa la que cargará con el peso de sostener el crecimiento económico. Por años, la ultralaxa (hasta ahora) política monetaria de la FED ha sido duramente criticada por populistas conservadores. Ahora que uno de ellos está por mudarse a la Casa Blanca no podemos descartar nuevas subidas de tasa en el mercado por más que creamos en la independencia de la FED. No obstante, este mes no debería ser tan malo para la renta fija como lo fue noviembre, y en los próximos días la situación debería estabilizarse. En todo caso, aún es muy temprano para entrar con fuerza al mercado de bonos.
De cara al futuro, el mercado está en medio de una serie de fuerzas opuestas que enfrenta, por un lado, al viento a favor: la expectativa positiva por el plan de infraestructura de Trump, la ansiedad de inversionistas que se quedaron fuera del rally y que tratarán de perseguirlo, y el vacío de noticias con el potencial de mover mercados.
Por el otro, el viento en contra, representado por la apreciación del dólar y su impacto negativo en las utilidades de compañías exportadoras, tasas de interés al alza, posibles interrupciones del libre comercio y expectativas políticas demasiado elevadas que podrían decepcionar al mercado si Trump no cumple lo prometido.
De hecho, muchos ya empezamos a cuestionar si el congreso aprobará todos los recortes de impuestos propuestos o si Trump podrá implementar el fortísimo gasto que su plan de infraestructura requiere. Después de las elecciones el viento a favor sopló fuerte y los índices bursátiles de EE.UU. subieron. Ese viento pareciera estar cambiando de dirección y el entusiasmo de mercado está desinflándose. ¿Y si el Trump conciliador que hemos visto poselecciones vuelve a sus días de candidato mostrándose controversial y más interesado en realzar su imagen que en unir el país? Ese viento en contra podría ser el peor de todos para los mercados.