"¿Será finalmente este cuarto gabinete quien rompa este bucle temporal de errores en el que el gobierno tiene a todo el país atrapado?" (Ilustración: Rolando Pinillos Romero).
"¿Será finalmente este cuarto gabinete quien rompa este bucle temporal de errores en el que el gobierno tiene a todo el país atrapado?" (Ilustración: Rolando Pinillos Romero).
David Tuesta

El gobierno de se va asemejando cada vez más al guion de la recordada película, el Día de la Marmota (Groundhog Day), donde el personaje principal se ve atrapado en un ciclo en el tiempo, repitiendo día tras día, exactamente, los mismos errores. Así, este cuarto gabinete arrastra similares problemas al de los anteriores equipos ministeriales de esta administración, mezclando personajes con escasa (o nula) experiencia y cuestionada solvencia moral con una cuota minúscula de profesionales con trayectoria respetable.

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Dentro de esas excepciones, destaca esta vez la designación del titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), , una mejora cualitativa sin duda, en la búsqueda de recuperar la confianza del sector privado. Claro está que esta confianza no sólo dependerá del MEF, sino también de que exista coherencia en las acciones del presidente, del premier y del resto de carteras de avanzar hacia políticas que promuevan el crecimiento sostenible basado en el fortalecimiento de los determinantes de nuestra competitividad. Nada fácil, por cierto, si tenemos en cuenta que todas las señales recibidas tanto de quien lidera el gobierno, como de varias carteras productivas, van en el sentido contrario

Si bien, hoy volvemos a escuchar de boca del premier y el presidente, los mensajes de apertura a la inversión privada y el respeto por la economía de mercado, los agentes económicos difícilmente lo creerán, pues ya han vivido esos días al igual que en la película citada. Así, tan fácil como se lanza estos mensajes aparentemente positivos, aparecen luego las acciones y declaraciones contrarias del Ejecutivo. La lista es bastante conocida: mella flagrante y continua a la meritocracia en sectores claves; discursos absurdos en torno a nacionalizaciones; propuestas desde el ministerio de trabajo para hacer más inflexible el mercado laboral; declaratoria de cierre de minas de forma unilateral, entre otras. En resumen, mensajes que demuestran no sólo la presencia de un dogma inflexible que impregna las acciones y que no se adaptan a la inmensidad de la realidad que vive el país.

En la misma línea de esas acciones cargadas de dogmatismo, y ausente de la realidad y las prioridades nacionales, se sumó a final de año, una presión innecesaria por subir cargas tributarias, en un escenario donde personas y empresas vienen luchando por salir tanto de los embates de la pandemia como de la incertidumbre que este gobierno ha sido prolijo en generar. Por tanto, es absurdo pensar que el crecimiento estimado del 2021 (que probablemente supere el 13%), insuflado por el rebote estadístico, transferencias públicas, y elevados precios de los commodities, sea un triunfo de la administración Castillo. Todo lo contrario, deberíamos preguntarnos cuánto más habríamos crecido si las expectativas empresariales no se hubieran derrumbado y si no se hubiese observado la monumental fuga de capitales de más de US$ 16 mil millones. Estos dos últimos, sin duda, verdaderos “galardones” que este gobierno debería anotarse con “mucho orgullo”.

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Es en este contexto de espiral repetitivo de errores gubernamentales – o presidenciales- que le tocará al nuevo titular del MEF desempeñar su política económica. Le corresponde la difícil tarea de ser quien rompa la fatal inercia que está llevando abajo nuestro potencial de desarrollo a pasos acelerados. ¿Qué agenda debiera impulsar el MEF en circunstancias tan complejas? Creo que puede plantearse una agenda corta que al menos tenga tres aristas. La primera, por supuesto, es la de recuperar el histórico rol protagónico de este ministerio sobre el resto. En las circunstancias actuales el MEF no puede ser una cartera silente que se queda congelada sin hacer nada frente a las decisiones peligrosas que restan competitividad, y que son impulsadas por otros ministerios. Tampoco puede quedarse sin actuar frente a las decisiones populistas de varios de los legisladores del Congreso de la República que viene impulsando una agenda populista que puede dañar el crecimiento potencial del país, como lo es, por ejemplo, la intención de aprobarse más retiros anticipados de los fondos de pensiones, luego de que el 2020-2021 ya se aprobaron cinco retiros que permitieron la salida del 9,0% del PBI del mecanismo de ahorro a largo plazo del país. En resumen, el MEF debe intentar avanzar en todas las políticas pro-competitividad posible, y defender los avances logrados durante años del ataque del propio gobierno y de algunas bancadas del Congreso.

En segundo lugar, relacionado con el punto anterior, el MEF tiene espacio para impulsar políticas pro- crecimiento. Si bien, será el propio gobierno su principal escollo para generar confianza al sector privado, hay áreas que podrían dar una chispa importante a la dinámica competitiva del país donde este ministerio puede operar, como es el empujar la agenda de inversión en infraestructura. Para ello deberá evitar que se sigan cayendo proyectos de inversión importante como sucedió con Majes Siguas II (por cierto, debieran hacer todo posible por resucitarlo) y en otro tanto, aprovechar las recientes Facultades Legislativas para impulsar normativas que hagan más eficiente el proceso de inversión.

En tercer lugar, un tema que debiera ponerse atención ahora es el de consolidar nuestra institucionalidad fiscal, que como hemos visto en los últimos meses, el MEF se ha visto seriamente cuestionado tanto por el Consejo Fiscal como por las agencias clasificadoras de riesgo. El componente macro-fiscal es, junto con la institucionalidad monetaria, uno de los pilares clave de nuestra estabilidad económica y crecimiento a largo plazo. Aquí el MEF tiene todo el espacio para fortalecer al Consejo Fiscal, definiendo el proceso de designación de sus miembros de forma meritocrática y transparente. También debiera elevarse el rango de importancia de sus observaciones a nivel de vinculantes y dotarlas de una partida presupuestal que le proporcione más independencia administrativa que potencie sus objetivos.

¿Será finalmente este cuarto gabinete quien rompa este bucle temporal de errores en el que el gobierno tiene a todo el país atrapado? Será el nuevo titular del MEF, cual Bill Murray en la película, quien lidere la toma de conciencia de este gobierno para darse cuenta de que son ellos mismos los únicos que pueden cambiar esta tendencia. Difícil. Todo indica que el gobierno continuará repitiendo las mismas equivocaciones; no obstante, ello, el MEF tiene la capacidad, en el margen de implementar, si se lo propone, una agenda corta pero respetable.

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