María Rosa Villalobos

Hoy podría ser uno de los días menos productivos en lo que va del año. El partido en el que nuestra selección se juega la clasificación al Mundial nos tiene en vilo. Así, es bastante probable que este sea un lunes en el que la agenda esté relativamente libre, le guste a uno o no el fútbol.

El entusiasmo de la clasificación lleva a los distintos sectores de consumo a mostrar proyecciones optimistas. De hecho, solo por ser este un año mundialista, negocios como la venta de televisores se verán beneficiados. Aunque habrá que observar cómo acompaña el efecto inflacionario al potencial dinamismo del consumo interno, el “efecto selección” será positivo. Lamentablemente, esta fiebre mundialista no toca a todos los sectores de la economía. El sector agrario atraviesa un momento álgido por la crisis e inseguridad alimentaria. En sencillo, una crisis alimentaria se da cuando se registran cambios en los precios y en la asequibilidad de los alimentos, mientras que la inseguridad alimentaria da cuenta de que la mayoría de la población no tiene la certeza de tener acceso seguro y sostenido a alimentos suficientes en el futuro.

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Por la precariedad de la gestión gubernamental, podríamos enfrentar durante los próximos meses una escasez de alimentos. El gobierno aún tiene pendiente culminar la compra de fertilizante para la campaña agrícola del segundo semestre, y si este no llega a tiempo, llega pero no es distribuido oportunamente, no es bien almacenado o es significativamente insuficiente, podríamos enfrentar un problema de oferta. No es que no vayamos a encontrar arroz en los mercados, es que encontraremos poco y más caro.

En este momento no es posible saber si este escenario es inminente y tampoco se puede asegurar que la producción nacional se verá afectada por la falta de fertilizante. Lo que sí se conoce es que en la actualidad existen ya muchos peruanos que no ingieren tres comidas al día. En el 2021, según la ENAHO, la pobreza extrema alcanzó al 4,1% de la población, 1,2 puntos porcentuales más que en el 2019. Esta cifra podría incrementarse si no canalizamos a tiempo ayuda para los peruanos más vulnerables. El anunciado bono alimentario no solo debe estar bien focalizado, sino que debe contener tanto candados como vías de escape que permitan que sea efectivo hasta que quienes lo necesitan se encuentren en una mejor situación. Pensar en ellos, generar y ejecutar alternativas factibles y sostenibles hasta que termine esta crisis es también llevar los colores rojo y blanco en el pecho.

María Rosa Villalobos Editora de Economía y Día 1