En la Encuesta Mensual de Expectativas del BCR, es usual encontrar mayor optimismo en quienes responden sobre cuál va a ser la situación de su propia empresa dentro de 3 o 12 meses que sobre la situación de la economía en el mismo horizonte. Es decir, no es raro confiar en que a uno le va a ir económicamente mejor que a otros. Del mismo modo, resulta frecuente (diría que cada vez más) escuchar o leer comentarios de quienes se quejan de los resultados obtenidos por su AFP. Muchos alegan que lo harían mejor que su gestor de inversiones.
Ambos son ejemplos de que, como agentes económicos somos víctimas del “exceso de confianza”, mediante el cual creemos que tenemos más información o capacidad que los demás, lo que nos llevará a resultados mejores que los que obtengan los demás.
Parece haber razones para ello, por lo menos en el caso de las inversiones.
Pensemos por ejemplo en que una persona se afilió y empezó a aportar al sistema previsional privado hace un año, que escogió el Fondo 2 y que mes a mes revisó su estado de cuenta. Esa persona habría encontrado que al menos en 5 de los 12 meses (dependiendo de la AFP en la que estuviera) la rentabilidad obtenida por su fondo habría resultado negativa. Esto es, vería que habría perdido al menos el 41,7% de las veces.
Si ese mismo ejercicio lo hiciera alguien afiliado y aportando desde hace 60 meses, esa frecuencia de resultados negativos la obtendría el 23,3% de las veces. Sin embargo, si la afiliación se produjo diez años atrás, la frecuencia de resultados negativos se incrementaría al menos a 29,2%. Ello quiere decir que registrar pérdidas en el fondo previsional en un mes es algo que puede pasar (de hecho, que pasa).
Pero si tenemos en cuenta que la rentabilidad real promedio del sistema en los últimos diez años bordea el 6%, podemos considerar que el ahorro con fines previsionales funciona en un plazo lo suficientemente largo, en línea con su razón de ser.
Pese a ello, el sesgo de “aversión a la pérdida” hace que sintamos más un resultado negativo que uno favorable. (Cabe agregar que la inmediatez con la que se buscan los resultados estaría jugando un papel cada vez mayor: una generación que está acostumbrada a no esperar a la semana siguiente para ver su programa favorito puede tener mayor tendencia a sentirse decepcionada por los baches en el camino).
¿Es entonces el sistema previsional inmejorable? Por supuesto que no. Pero parte de las críticas que recibe el sistema es consecuencia de nuestros propios sesgos conductuales.