No es raro escuchar que el limeño vive encerrado en sí mismo, debido a las medidas de seguridad que respondían a la coyuntura de violencia que atravesó el país años atrás y a la actual inseguridad ciudadana.
Pero se ven cambios. Un ejemplo de esto es el edificio del BCP en el corazón del centro financiero de San Isidro, donde en 1992 explotó un carro-bomba. Hasta hace unos años, estaba recubierto de bloques de cemento, pero hoy luce con un despliegue iluminario interactivo en su fachada, que permite a los peatones jugar con los sonidos y luces del inmueble.
La comunión que se percibe entre este edificio y la comunidad, y la interacción que permite con el peatón va incluso un paso más allá de la tendencia que existe hoy en integrar de mejor manera la construcción inmobiliaria y la ciudad a través de la apertura de las edificaciones, señala Guillermo Stuart, director de Diseño en el estudio Arquitectónica.
“Se busca que los edificios sean más abiertos y se relacionen más con el entorno. La ciudad se está recuperando como tal. Muchos años estuvo cerrada a su entorno y ahora se busca la integración del edificio con la calle, crear plazas delante de ellos y espacios donde la gente se pueda reunir; digamos, tener un vestíbulo exterior, lo que implica a su vez también utilizar más cristales, por ejemplo”, detalla.
Stuart también destaca la mayor altura que tienen las edificaciones ahora, lo cual responde –explica– a la mayor demanda que existe en los edificios corporativos. Ejemplo de esto son las torres Las Begonias, en San Isidro, y del Banco de la Nación, en San Borja.
La altura viene acompañada por sistemas inteligentes de iluminación y climatización, que varían la intensidad del uso de energía según la luz natural y el flujo de gente, así como un manejo de residuos sofisticado, con lo que se consiguen ahorros y se incluye el factor de sostenibilidad en las construcciones, anota Stuart.
Hernani Canessa, socio de Vértice Arquitectos, destaca que también se ve un cambio de los materiales utilizados en las edificaciones, de tal forma que sean más resistentes a la intemperie y no sea necesario hacerles mantenimiento tan frecuentemente.
—Cambios en paralelo—
El crecimiento urbano y su consecuente menor disponibilidad de suelo hacen que los inmuebles sean reutilizados, indica el experto de Arquitectónica. Así, edificios que tienen pocos pisos son derrumbados para construir unos más altos.
Agrega que esto lleva a la necesidad de los usos mixtos de las edificaciones, que permiten que un mismo inmueble tenga fines comerciales, corporativos y hasta de vivienda. Si bien ya hay expresiones de usos comerciales y corporativos, aún no se ve tanto los usos de residencia y corporativo, por ejemplo.
Al respecto, Canessa advierte que esta evolución de la ciudad requiere adaptación de la reglamentación, pues muchas municipalidades solo permiten un uso residencial o comercial, pero no de ambos.
César Becerra, de 51-1 Arquitectos, señala que la importancia de los usos mixtos radica en que permiten que las personas no tengan que trasladarse largos trayectos entre sus viviendas y sus centros de trabajo, por lo que son comunes en otros países.
A lo anterior se suma el que la ciudad vire de estar pensada para el automóvil y pase a estar pensada para el peatón, indica Becerra.
Canessa señala que para ello es necesario un sistema de transporte público eficiente, que pueda traducirse en una menor necesidad de estacionamientos en las edificaciones.