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Los indicadores del Instituto Nacional de Estadística (INEI) muestran que el empleo, al igual que la economía peruana, mantienen una rápida recuperación. Sin embargo, en el caso del empleo dicho avance registra un deterioro.
Según el INEI, en los últimos 12 meses contados a septiembre, el número de puestos de trabajo informales, vale decir, de ingresos inferiores y sin ningún tipo de beneficios laborales, alcanzó el 78,2 % del total de la fuerza laboral. Este resultado implicó un incremento de 3,7 puntos porcentuales frente a similar período en el 2019.
Alrededor de 13 millones de personas en el país son trabajadores informales.
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En la zona urbana, en donde el empleo fue más golpeado por la pandemia en comparación con la zona rural, el número de puestos de trabajo informales creció en 1,8 millones de personas en el tercer trimestre de este año frente a similar período del año pasado (+22,3%) y aumentó en 685.900 personas frente al tercer trimestre del 2019 (+7,8%).
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Además, el número de empleos formales cayó en 193.800 personas frente al tercer trimestre del 2020 (-5,2%) y se redujo en 924.200 personas frente a similar período del 2019 (-20,8%). Para los especialistas, el crecimiento del empleo de baja calidad obedece a que, en ausencia de puestos de trabajo, las personas están refugiándose en el autoempleo o subempleo.
Según Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE), dicha situación obedece a que si bien muchas empresas pueden haber recuperado sus ventas, permanecen cautas respecto al futuro debido a la incertidumbre en el ámbito local e internacional , factor que reduce la voluntad de contratación. Para Macera, la política y el incremento de la inflación son asuntos que preocupan a los empresarios que, finalmente, son los que toman la decisión de contratar.
“El Gobierno está generando señales que impulsan la precariedad del empleo antes que formalizarlo”, dijo por su parte Juan Carlos Odar, director de la consultora Phase.
Medidas contradictorias
Según el economista del IPE, la agenda planteada por Iber Maraví cuando fue ministro de Trabajo, es “muy problemática”, porque encarece y hace más compleja la contratación formal. “Justamente es lo opuesto de lo que hoy necesitamos”, advirtió.
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Para Odar, medidas como subsidiar a los trabajadores formales para que no ganen menos de S/1.000 mensuales (cuando apenas el 22% son formales) y brindar bonos sin ninguna focalización son señales contraproducentes para la generación de empleo.
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El economista argumentó que las medidas anteriores, junto a las idas y venidas en el tema de la masificación del gas, desalientan la inversión privada y la decisión de contratar de los empresarios.
“De desacelerarse la economía como se prevé para el 2022, el ritmo de generación de empleo también se desacelerará y, en ese caso, estaríamos hablando de niveles de empleo iguales o inferiores a los del 2019, pero en dos años la población crece, con lo cual se generará un mayor deterioro”, concluyó.
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