Tras la Covid-19, se ha visto una recuperación en los países en desarrollo de Asía Oriental y el Pacífico, según un informe del Banco Mundial. El mismo menciona que China ha perdido impulso debido a las continuas medidas para contener el virus y la dependencia de las soluciones económicas a corto plazo para amortiguar los aumentos de los precios de los alimentos y los combustibles.
Según la Actualización Económica de Asia Oriental y el Pacífico de octubre de 2022 del Banco Mundial, hay pronóstico de crecimiento en los países en desarrollo de Asia Oriental y el Pacífico (sin contar a China), el cual se acelerará a 5,3% en 2022 teniendo como base 2,6% logrado en 2021.
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Respecto a China, el informe proyecta que, si bien lideró la recuperación en su región, crecerá un 2,8% 2022, siendo esta una fuerte desaceleración del 8,1% en 2021. Para la región de Asia Otiental, se proyecta que el crecimiento se desacelerará a 3,2% este año respecto al 7,2% en 2021, para luego acelerarse a 4,6% el 2023, según el informe.
“La recuperación económica está en marcha en la mayoría de los países de Asia Oriental y el Pacífico”, mencionó la vicepresidenta del Banco Mundial para Asia Oriental y el Pacífico, Manuela V. Ferro. “A medida que se preparan para la desaceleración del crecimiento mundial, los países deben abordar las distorsiones de las políticas internas que son un impedimento para el desarrollo a largo plazo”.
El crecimiento en gran parte de Asia Oriental y el Pacífico ha sido impulsado por la recuperación de la demanda interna, habilitada por una relajación de las restricciones relacionadas con la Covid-19 y el crecimiento de las exportaciones. China, que constituye alrededor del 86% de la producción de la región, utiliza medidas específicas de salud pública para contener los brotes del virus, inhibiendo la actividad económica.
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Por otro lado, la desaceleración económica mundial está empezando a disminuir la demanda de las exportaciones de productos básicos y manufacturados de la región. Asimismo, el aumento de la inflación en el extranjero ha provocado aumentos de las tasas de interés que, a su vez, han causado salidas de capital y depreciaciones de divisas en algunos países de Asia oriental y el Pacífico.
Es así que se ha visto aumentada la carga del servicio de la deuda y reducido el espacio fiscal, lo que ha resultado perjudicial para los países que entraron en la pandemia con una elevada carga de la deuda.
A medida que los países de la región tratan de proteger a los hogares y las empresas de los precios más altos de los alimentos y la energía, las medidas de política actuales proporcionan un alivio muy necesario, pero se suman a las distorsiones de política existentes.
Al respecto, el informe menciona que los controles sobre los precios de los alimentos y los subsidios a la energía benefician a los ricos y alejan el gasto público de la infraestructura, la salud y la educación. La persistente indulgencia regulatoria, destinada a facilitar los préstamos durante la pandemia, puede atrapar recursos en empresas en quiebra y desviar capital de los sectores o negocios más dinámicos.
“Las autoridades se enfrentan a una difícil disyuntiva entre abordar la inflación y apoyar la recuperación económica”, dijo Aaditya Mattoo, economista jefe del Banco Mundial para Asia Oriental y el Pacífico. “Los controles y los subsidios enturbian las señales de precios y perjudican la productividad. Mejores políticas para alimentos, combustible y finanzas estimularían el crecimiento y asegurarían contra la inflación”.
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