Parece ya un lugar común decir que los medios digitales están transformando la vida de las personas. Pero ¿no será exactamente a la inversa? ¿No será que los individuos y grupos son los que se apropian de las tecnologías, y les dan inusitados nuevos usos que ni el ingeniero más experto podría haber vaticinado? Un estudio hecho por un equipo de antropólogos en ocho países buscó responder a esta y otras preguntas, y obtuvo sorprendentes resultados. Algunos de sus hallazgos serán presentados en una conferencia a realizarse en la Universidad Católica los próximos 16 y 17 de noviembre.
El enfoque con el que muchos sectores de la ciencia intentan entender el impacto de lo que se conoce como social media —o redes sociales— ha sido el de atribuirle consecuencias negativas y pesimistas a su uso. Ahí están, por ejemplo, los que afirman que nos hace cada vez más solitarios, como Sherry Turkle en "Alone Together"; o los que creen ver en la proliferación de selfies una pandemia narcisista impulsada por una generación —los millennials— que agota su satisfacción mirándose el ombligo.
Distanciándose de tales fatalismos, desde el 2012, la University College London (UCL) —una de las primeras 10 universidades en el mundo según diversos rankings internacionales— implementa el Global Social Media Impact Study, un proyecto antropológico con el que, como su nombre sugiere, aspira a entender las implicancias del uso de las redes sociales en el comportamiento cotidiano de las personas y en su naturaleza humana, desde una perspectiva global.
El estudio parte de la premisa de que se deben dejar de lado juicios de valor a la hora de estudiar estos fenómenos y que la única forma de entender las implicancias que tienen actualmente Facebook, YouTube, 4Chan, los smartphones y aplicaciones varias en las vidas de niños y adultos es explorando el universo de las prácticas cotidianas que la gente realiza de forma regular y contenta. Para ello, el equipo ha montado una ambiciosa investigación de campo que compara las nuevas costumbres en el uso de la tecnología digital en China, Italia, Trinidad, Chile, Brasil, Inglaterra, India y Turquía.
A tono con la naturaleza misma del objeto de estudio, el equipo de investigadores tiene un blog en la página web del proyecto en el que periódicamente comparte avances de sus trabajos, nuevos hallazgos o sencillamente elabora reflexiones sobre sus experiencias en los entornos nacionales en los que están insertos. Así, el proyecto se desenvuelve en tiempo real, en distintas plataformas en simultáneo, y garantiza su difusión no centrándose únicamente en la publicación del clásico libro.
Selfies divertidos
Uno de los objetivos del proyecto es “explorar el impacto de los social media en las relaciones humanas, particularmente en lo que toca a la familia, la identidad de género, las relaciones íntimas y la noción de amistad”. Con ello, además, se estudian los contextos socioeconómicos, políticos, religiosos y culturales, como una forma de entender la peculiaridad de cada caso. Por ejemplo, fue particularmente intensa la experiencia del equipo de investigación durante la última Copa del Mundo, gracias a la cual se pudo apreciar las diferencias que existen en los estilos de celebración —y sufrimiento— que los aficionados tenían en lugares públicos y en las redes sociales en los nueve países que se estaban observando.
Así han surgido datos tan variados y reveladores: los adolescentes de países de la Unión Europea están yéndose cada vez más de Facebook para evitar contacto con sus padres; y en la India, Facebook y Twitter son plataformas de construcción de marca personal para políticos de distinta laya. Se trata de recopilar la mayor cantidad posible de información de este tipo de los lugares más diversos y después someterla a un ejercicio de lo que se denomina ‘etnografía comparativa’.
Uno de los resultados más relevantes fue el hallado por la doctora Jolynna Sinanan, antropóloga de la UCL de Londres, en cuanto a la producción y disfrute de los llamados selfies. Sinanan —quien estará en la Pontificia Universidad Católica de Lima los próximos 16 y 17 de noviembre, presentando sus investigaciones— sostiene que el selfie “se entiende mejor dentro de un contexto de visibilidad social”.
“Las personas —dice Sinanan— se autorretratan para divertirse y para compartir en público la felicidad de haber pasado un buen rato, algo que nada tiene que ver con narcisismos patológicos”. Sucede así en la isla Trinidad, donde Sinanan hizo su investigación, y en el resto de lugares observados.
Hiperenlaces
También llegarán a Lima los PhDs e investigadores de la Royal Melbourne Institute of Technology, John Postill y Heather Horst. Ellos tendrán a su cargo las conferencias de inauguración y clausura, respectivamente. La primera charla internacional se denomina “Media, Culture and Change across The Pacific. Perspectives from Oceania, Asia and The Americas” (en castellano “Medios de comunicación, cultura y cambio social en el Pacífico. Perspectivas desde Oceanía, Asia y Las Américas”). Será el primer evento en el que investigadores de países del Pacífico compartirán sus reflexiones sobre el uso social de los medios digitales, y las correspondientes nuevas culturas públicas que posibilitan, buscando comparar hallazgos y discutir ideas en torno a su impacto y consecuencias, en distintos contextos nacionales.
Precisamente, una de las consecuencias más plausibles que la doctora Horst ha encontrado en distintas orillas del Pacífico
—Asia y América— ha sido la recomposición de los entornos familiares que la gente obtiene tras la ritualización de los encuentros online. Dice Horst que el uso del celular “está desafiando normas y jerarquías tradicionales en las familias, particularmente la manera en la que se toman las decisiones”. Es así que reunir a toda la familia en un solo grupo del WhatsApp, por ejemplo, cambia ahora la verticalidad de las órdenes paternas, y genera un ámbito de diálogo que de otro modo sería difícil tener. “Asimismo, las familias transnacionales están utilizando blogs, páginas web y otros medios digitales en línea para organizar reuniones, recolectar fondos o sencillamente reforzar lazos y vínculos de pertenencia”, comenta.
Por su lado, John Postill destaca la forma en la que los nuevos colectivos ciudadanos están utilizando ahora los medios digitales para organizarse y movilizarse políticamente. Desde la mensajería instantánea, vía celular, hasta foros de discusión y plataformas de participación comunitaria, las nuevas herramientas están siendo los perfectos facilitadores de la efervescencia civil que existe y que ha animado fenómenos como Occupy Wall Street, la Primavera Árabe o el movimiento de los indignados en España.
“Mi principio fundamental a lo largo del trabajo ha sido seguir el conflicto —dice Postill— con el cual he podido involucrarme en las distintas fases de las protestas. Si solo me hubiese centrado en estudiar lo que pasa en el medio digital (por ejemplo, Facebook) me habría perdido de toda esta dinámica de interacción entre plataformas y entornos sociales”.
Este es, precisamente, el giro que están cobrando los estudios de comportamiento social con respecto a las tecnologías digitales: se está dejando de ver a estas como aislantes y propiciadoras de soledades y narcisismos, para pasar a ser un nuevo terreno de intensa interacción social, en el que la gente despliega nuevos e impredecibles significados. Un terreno al que todos los usuarios estamos asistiendo con entusiasmo y participación.
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Las redes sociales en Sudamérica
La conferencia “Media, Culture and Change Across the Pacific”, organizada por la Maestría de Antropología Visual de la PUCP, tendrá como una de sus expositoras a Nell Haynes, miembro del equipo de investigadores del Global Social Media Impact Study, quien tuvo a su cargo el capítulo para el Pacífico sudamericano. Aquí adelanta sus ideas principales:
¿La gente se está apropiando realmente de los social media?
Lo más apropiado es decir que las personas están modelando los medios sociales de acuerdo con lo que más necesitan o quieren. Por eso cuando en el estudio decimos que es el mundo el que está cambiando las redes sociales, queremos decir que cada cual lo hace según las condiciones que le exige su contexto, de acuerdo a sus demandas particulares.
¿Qué tan distinto es su uso en Sudamérica?
No hay nada que la distinga especialmente. Lo interesante es que hay muchas cosas distintas entre país y país, o entre región y región en un mismo país. Por ejemplo, en Brasil, la gente usa los medios sociales para ofrecer performances de ascenso social. Se hacen selfies en piscinas o gimnasios suntuosos, o con costosa ropa de marca, incluso prestándosela de los amigos. En Brasil, los medios sociales reflejan las aspiraciones de una nueva clase media emergente.
¿Sucede lo mismo en el norte de Chile, frontera con Perú y Bolivia?
No. Aquella es una zona minera en el desierto de Atacama, y ahí la exhibición de la ropa o los signos de riqueza no son importantes. Le ponen poca atención a la estética. Promocionan más la solidaridad o su identidad local.
¿Cuál crees que es el mayor cambio que traen las redes sociales?
Son simplemente un nuevo espacio para viejas prácticas. Comunican a la familia, establecen límites sociales, refuerzan distinciones de clase y raza; en suma, refuerzan la normatividad social que ya existía en ámbitos offline, así como creencias tradicionales.