El poeta y dramaturgo publicó su primer libro, "Impresiones" y paisajes, en 1918 y estrenó su primera obra de teatro, "Mariana Pineda", en 1926.
El poeta y dramaturgo publicó su primer libro, "Impresiones" y paisajes, en 1918 y estrenó su primera obra de teatro, "Mariana Pineda", en 1926.

El 16 de agosto de 1936, un mes después del golpe de Estado que desató la Guerra Civil española, el poeta Federico García Lorca —nacido en Granada el 5 de junio de 1898— fue detenido y asesinado en un barranco próximo a su tierra. Sería injusto decir que ese día nació la leyenda, y la editorial Malpaso ha reunido en su más reciente y lorquiana publicación, 133 entrevistas hechas en el transcurso de 14 años, para demostrarlo. Por si quedaba alguna duda.

Palabra de Lorca: declaraciones y entrevistas completas es el libro alrededor del cual nos reunimos hoy, días después de cumplirse 120 años del nacimiento del escritor andaluz. Se trata de un trabajo realizado por el poeta malagueño Rafael Inglada con la colaboración del periodista Víctor Fernández, quienes han logrado recopilar material inédito y juntar la totalidad de entrevistas concedidas por Lorca a la prensa, en España y durante sus viajes a Nueva York, Buenos Aires o Montevideo, desde 1922 hasta 1936, pocas semanas antes de su fusilamiento.

Salvo alguna sorpresa, una entrevista inédita guardada en un desván ahora inaccesible y desconocido, lo único que faltaría en este libro sería la transcripción de sus entrevistas radiales, pero eso es imposible pues no hay registro conocido de dichos audios. Triste noticia, ya que tanto sus estudiosos como sus más encendidos admiradores suelen lamentar, con una mezcla de frustración y pena, el no conocer la real voz del poeta. Los esfuerzos por ubicarlas han sido vanos, pero los conocedores de su vida y su obra no pierden la esperanza y creen que en Buenos Aires, donde aprendió a saborear el éxito, debe existir, en un lugar aún desconocido, alguna grabación de las múltiples conversaciones que sostuvo en las radios locales durante los seis meses que vivió ahí.

En el libro hay más de un tercio de conversaciones inéditas. Otras, editadas para aparecer en distintas publicaciones, se presentan como fueron en su versión original, y unas más, que se publicaron tras la muerte del también dramaturgo, pues muchas habían quedado en el tintero de las redacciones y fueron recuperadas al difundirse la noticia de su muerte.

                          —Impresiones y paisajes—
Es curioso enfrentarnos a un libro de 640 páginas sabiendo que a Lorca no le gustaba ser entrevistado. Afirmaba que le daba vergüenza ver su nombre en las esquinas y que sentía angustia al exponerse a la curiosidad de unos y la indiferencia de otros. Le temía al resultado escrito más que al entrevistador, pues solía decir que el periodista entendía a su antojo sus palabras.

En una “charla” de 1932 con el Heraldo de Madrid, dice: “¡Que no me gusta la interviú; vaya! Que en las interviús a lo mejor no dice el periodista lo que se le dice”. Este es otro motivo por el que se lamenta no tener registro de sus entrevistas radiales: ¿habría sido el resultado muy distinto? Aun así, no solía negarse a los periodistas. La prensa solía tratarlo con cariño, y se convirtió de lejos en el andaluz más entrevistado de su época.

Las pistas para completar la biografía del poeta están en las entrevistas. García Lorca habla de su infancia: “ser un niño rico en el pueblo, un mandón” (La Gaceta Literaria, 1928). “Mis primeras emociones están ligadas a la tierra y a los trabajos del campo. Por eso hay en mi vida un complejo agrario, que llamarían los psicoanalistas”. Y de Granada: “Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de lo perseguido. Del gitano, del negro, del judío… del morisco que todos llevamos dentro. Granada huele a misterio, a cosa que no puede ser y, sin embargo, es. Que no existe, pero influye. O que influye precisamente por no poder existir, que pierde el cuerpo y conserva aumentado el aroma. Que se ve acorralada y trata de injertarse en todo lo que rodea y amenaza para ayudar a disolverlo” (La Gaceta Literaria, 1931). De su pasión por los toros, dice que “el toreo es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros son la fiesta más culta que hay hoy en el mundo. Es el drama puro, en el cual el español derrama sus mejores lágrimas y sus mejores bilis. Es el único sitio adonde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza. ¿Qué sería de la primavera española, de nuestra sangre y de nuestra lengua si dejaran de sonar los clarines dramáticos de la corrida?” (El Sol de Madrid, 1936).

Pase el cursor por los años señalados en la línea de tiempo para conocer la vida y obra de Federico García Lorca.

                               —El poeta, los poetas—
La crítica española ha aplaudido sin cansarse la compilación de este libro. Destaca, por ejemplo, la agudeza del poeta al referirse sin remilgos a los representantes de la literatura para él contemporánea. En ese sentido, es precioso destacar fragmentos de una entrevista publicada en La Mañana de León, en 1933:
    —¿Qué poetas te gustan más de la actualidad española?
    —Hay dos maestros: Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. El primero, en un plano puro de serenidad y perfección poética; poeta humano y celeste, evadido ya de toda lucha, dueño absoluto de su prodigioso mundo interior. El segundo, gran poeta, turbado por una terrible exaltación de su yo lacerado por la realidad que lo circunda, increíblemente mordido por cosas insignificantes, con los oídos puestos en el mundo, verdadero enemigo de su maravillosa y única alma de poeta.

Y luego, en el mismo texto:
“Ahí tienen ustedes el caso de Alberti, uno de nuestros mejores poetas jóvenes que, ahora, luego de su viaje a Rusia, ha vuelto comunista y ya no hace poesía, aunque él lo crea, sino mala literatura de periódico. ¡Qué es eso de artistas, de arte, de teatro proletario! El artista, particularmente el poeta, es siempre anarquista, sin que sepa escuchar otras voces que las que afluyen dentro de sí mismo, tres fuertes voces: la voz de la muerte, con todos sus presagios; la voz del amor y la voz del arte…”.
    —¿Qué le parece Valle-Inclán como poeta?
    —Detestable. Como poeta y como prosista. Salvando el Valle-Inclán de Los esperpentos, ese sí, maravilloso y genial, todo lo demás de su obra es malísimo. Como poeta, un mal discípulo de Rubén Darío, el grande. Un poco de forma, de color, de humo… pero nada más […] Además, y esto es para indignar a cualquiera, ahora nos ha venido fascista de Italia. Algo así como para arrastrarlo de las barbas… ¡Ya tenemos otro Azorín!
    —A propósito, ¿qué nos dice usted de Azorín?
    —No me hablen ustedes… Que merecía la horca por voluble. Y que como cantor de Castilla es pobre, muy pobre […] ¡Qué gran diferencia entre la Castilla de Azorín y la de Machado y Unamuno! ¡Qué diferencia!”

                     —El teatro, la poesía, la gloria—
No faltan los libros sobre la vida, obra y muerte de Lorca. Seguro vendrán más, pues su historia está aún inconclusa al no hallarse el lugar donde fuera enterrado tras su fusilamiento. Antes se había publicado alguna recopilación de entrevistas, pero la exhaustividad de Palabra de Lorca lo convierte en un libro necesario para conocer mejor al genio de Bodas de sangre.

Federico García Lorca con el periodista José Rodríguez Lence, en una entrevista para Correo de Galicia, Buenos Aires, 22 de octubre de 1933.
Federico García Lorca con el periodista José Rodríguez Lence, en una entrevista para Correo de Galicia, Buenos Aires, 22 de octubre de 1933.

“Para mí escribir, lo mismo teatro que libros, es un juego, un entretenimiento que me divierte. Yo busco la alegría y no las preocupaciones, naturalmente, en este deporte”, dijo al Heraldo de Madrid en 1927. Defendió esa libertad creadora constantemente. En una conversación con Miradero (1931) aseguró que siempre haría el teatro que le gustara, el que sintiese; y que lo haría como le diera la gana. Y así lo hizo, marcando una nueva pauta en la forma de hacer teatro. Un teatro que, según sus palabras, la burguesía y la clase media española habían prostituido (Heraldo de Madrid, 1934).

García Lorca pensaba que la poesía debía derivar, ineludiblemente, hacia lo popular. Y lo dijo en un diálogo con la revista Crítica, de Buenos Aires, en 1933. “No he sido nunca poeta de minoría. He tratado de poner en mis poemas lo de todos los tiempos, lo permanente, lo humano. A mí me ataca lo humano, creo que es el elemento fundamental en toda obra de arte. La Literatura ha sido siempre de segundo plano para mí, que creo en la vida, ante todo. Y por eso, porque el elemento humano me ataca, voy al teatro, al contacto de las masas, a la vida”.

La búsqueda de los restos continúa (la última pesquisa se emprendió entre 2016 y 2017). La de los vestigios de su obra o de su paso por la vida, también, y esto asegura que Palabra de Lorca no será la última noticia que tengamos sobre él. Felizmente.

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Palabra de Lorca

Rafael Inglada y Víctor Fernández
Editorial: Malpaso
Páginas: 640
Precio en librerías: S/108,00

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