En las últimas semanas ha existido un debate acerca de los beneficios tributarios que se aplican a la producción y venta de libros. El punto importante gira alrededor del IGV y el impuesto a la renta. Sin embargo, más allá del debate coyuntural, debemos centrarnos en los efectos de largo plazo de las industrias culturales y creativas.
Existe abundante literatura que muestra los efectos positivos que tienen estas industrias en una economía. Además de los efectos en actividad económica y empleo, se mencionan temas cualitativos como una mayor cohesión social, que se facilite la expresión de comunidades y pueblos y un mayor empoderamiento personal.
El sector editorial ha mostrado signos de crecimiento importantes en los últimos años. Por ejemplo, se han triplicado el número de agentes editores y han aumentado los títulos publicados de 2.000 a 6.000 entre los años 2001 y 2016. Sin duda este auge está asociado a la ley promulgada a mediados de la década pasada.
Entre los años 2010 y 2015 la oferta de libros creció en 60%. El valor de esta oferta ascendió a 650 millones de soles en el 2015. La demanda de libros también ha crecido y la diferencia es cubierta por la producción informal. Se estima que la informalidad se ubica en 22% del consumo total, lo cual es un nivel moderado. Esta cifra es muy inferior al grado de informalidad de toda la economía peruana.
Toda política pública implica costos y beneficios. Los beneficios los vemos con el crecimiento de la industria editorial y todos los efectos multiplicadores que se generan en la economía. Por el lado de los costos están los impuestos que se han dejado de recaudar por las exoneraciones vigentes. En el caso de la industria editorial se estima que el efecto positivo en la economía ha sido mayor a lo que se ha dejado de recaudar en el período 2011-2015.