Por Marie Saba y Emilio J. Lafferranderie
Especialmente invitada a Lima por el capítulo local de la Asociación Internacional de Psicoanálisis Relacional (IARPP-Perú), este jueves 25 de mayo la terapeuta estadounidense de origen israelí Galit Atlas (Tel Aviv, 1971) presentará su libro El enigma del deseo. Sexo, anhelo y pertenencia en psicoanálisis. En este, Atlas, una de las más recocidas especialistas del moderno psicoanálisis relacional, pone el énfasis, basada en las historias de algunos de sus pacientes, en lo que llama los aspectos enigmático y pragmático de la sexualidad, el anhelo, el deseo femenino, la inhibición sexual, el embarazo, la paternidad y la creatividad. La presentación es en el MAC de Barranco, a las 20:30.
El enigma del deseo, el libro que presentarás en Lima, se encuentra dentro del enfoque del “psicoanálisis relacional”. Háblanos de tu trabajo.
Soy una psicoanalista relacional. Los pacientes sobre los que escribo provienen de diferentes países y culturas. El enfoque contemporáneo toma en consideración el impacto de la cultura y de la raza, y este libro desafía muchos conceptos psicoanalíticos y binomios clásicos, como lo edípico y lo preedípico, la centralidad del padre y la oposición entre lo masculino y lo femenino, todos ellos relacionados a una cuestión de poder y dominación. Al examinar diferentes lenguajes, traducciones e integraciones; y al enfocarme en el nacimiento, la muerte, la sexualidad y los vínculos humanos, viajo con la teoría y con pacientes multiculturales de Occidente a Oriente y de vuelta, de Europa y América al Medio Oriente, Irán, Israel y el mundo árabe, y examino la sexualidad y la intimidad entendiéndolas como teñidas por los matices del lenguaje y el acento.
Uno de los aspectos centrales del libro es el cuestionamiento de la fase edípica como aquella donde se estructuran la sexualidad y la subjetividad. ¿Cuál es el lugar de lo preedípico dentro de tu perspectiva?
Yo cuestiono el orden jerárquico de lo edípico y lo preedípico, y desafío la suposición psicoanalítica de que lo edípico es una fase más desarrollada y la primera base para la sexualidad. Mi perspectiva hace énfasis en la díada madre-infante entendida no como desorganizada o primitiva, sino como compleja y sofisticada, como una que tiene sus propias dinámicas, lenguajes y deseos. Su lenguaje es distinto al verbal y estructurado de la fase edípica, es decir, al lenguaje de la prosa. Es una lengua en la que los enunciados no son tan importantes como las pausas y las respiraciones. Es un lenguaje de música y silencios, enigmático y pragmático.
Dos conceptos centrales del libro son, precisamente, lo pragmático y lo enigmático, entendidos como modos de existencia de la subjetividad y la intersubjetividad. ¿Cómo fue el proceso de construcción de estas ideas?
Estos conceptos surgieron en mi trabajo con pacientes y enfatizan la tensión dialéctica existente entre lo que podemos observar, conocer y medir (lo que denomino lo pragmático); y aquello que es enigmático, confuso, polisémico, y que suele dejarnos con más preguntas que respuestas. Mi trabajo enfatiza la importancia de ambos, lo conocido y lo desconocido, y la tensión entre oscuridad y luz, entre aquello que podemos ver y medir y aquello que solo podemos sentir o escuchar.
Encontramos también un cuestionamiento a los modelos jerárquicos y binomios presentes en la historia de las ciencias sociales y del psicoanálisis. El enigma del deseo enfatiza nuevas formas de definir las subjetividades masculinas y femeninas desde una matriz diferente a la “heteronormativa”. ¿Hay una apuesta ética dentro de esta mirada a las diferencias sexuales?
Sí y no. Es muy retador hablar de diferencias sexuales sin abandonar el cuerpo real y concreto. En ese sentido, intento desafiar el binomio que separa lo masculino y lo femenino, y especialmente la jerarquía relacionada a lo que era percibido como primitivo frente a lo desarrollado. De manera interesante, a través del desplazamiento, los hombres suelen sobrevalorar la dureza de la erección y devaluar la humedad del semen. La humedad es asociada con la feminidad, la vulnerabilidad e incluso con la contaminación. Vemos cómo se asocia “ser duro” a ser maduro e independiente, a no ser un bebé permeable y con necesidades. Entiendo lo masculino y lo femenino como funciones, pero al mismo tiempo intento no abandonar el cuerpo real y las diferencias físicas entre sexos, y esto es central, sobre todo cuando escribo acerca del embarazo y el nacimiento.
Considerando que el deseo es enigmático y está en continuo desplazamiento, llama la atención que en el epílogo afirmes la proximidad entre deseo y muerte. La forma en que los relacionas nos llevó a pensar en ellos no como opuestos, sino como parte del proceso de habitar el mundo de manera intersubjetiva. ¿Morir es un regreso al enigma del deseo?
Sí, los temas principales del libro son el sexo, la muerte, el nacimiento, y los vínculos entre estos. Freud emplea en repetidas ocasiones la palabra enigma para describir el encuentro humano con la muerte, a la que equipara con la madre. Lo enigmático, reprimido y vinculado a la mortalidad y a la vulnerabilidad humana, es desplazado hacia lo femenino y lo maternal. La manera en la que leo a “Freud contra Freud” es equiparando a la muerte con los genitales de la madre, con el enigma de la madre, y por tanto, con el enigma del deseo.
Has vivido en diferentes ciudades. ¿Crees que los cambios culturales y de idioma (farsi, hebreo, inglés) han contribuido a la importancia de lo enigmático en tu teoría?Absolutamente. Lo enigmático se encuentra más allá de las palabras, y los cambios de idioma, ubicación e incluso de clima y aromas forman parte de experiencias más sensuales, físicas y enigmáticas que podemos intentar “traducir” a un lenguaje verbal más pragmático.
Al escribir te refieres a “historias” y no a “casos”, como es común entre los colegas. ¿Por qué?
“Contar una historia” tiene connotaciones distintas a “presentar un caso”. Aunque he recibido el permiso de los pacientes para escribir y publicar sus historias, las trato como ficciones o narrativas, ya que creo que nuestra memoria es una traducción de la conciencia y del inconsciente, de la realidad interna y de la externa, y no un espejo de esto. Las historias que escribo sobre las vidas y mentes de mis pacientes son esbozos que contienen mi propia psicología, de la manera en que esta se manifiesta en la interacción particular con un determinado paciente. Por ello, no apunto a una presentación neutral, sino que añado mis voces personales para escenificar la existencia de dos voces inconscientes en el consultorio, y para elaborar la zona de vulnerabilidad mutua. Este es mi intento por demostrar mediante la escritura el uso del espacio intersubjetivo, por profundizar el trabajo clínico y por entender el inconsciente.
¿Dirías que la tristeza pertenece a lo enigmático?
Así es, y creo que en cierta medida cada sentimiento es enigmático y que se transforma a una forma pragmática a través de las palabras. Pero las palabras no siempre capturan la esencia de nuestros sentimientos y dolores, y en ese sentido, siempre estamos solos.