Por: Gaby Cevasco
Hoy, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, debemos pensar que la violencia de género se remonta a los orígenes de la sociedad humana. Autores como Engels y Gerda Lerner señalan que la primera forma de opresión de un ser humano sobre otro fue la de los hombres sobre las mujeres, a través del control de su sexualidad y reproducción. Las mujeres fueron inferiorizadas, nació la sociedad patriarcal y, para ejercer este dominio, se aplicó la violencia, no solo física, sino también ideológica y simbólica. Luego se construyó una ideología que definió los modos de ser de hombres y mujeres, y los roles que cada uno debía tener. Esta se instituyó por medio del Estado, las religiones, la educación y se formalizó a partir de la norma.
Lenore Walker, quien describió el círculo de la violencia, señala que el hombre violenta a la mujer desde el momento en que piensa que su pareja es de su propiedad. Y, si analizamos los casos que a diario los medios nos presentan, vemos que los agresores buscan controlar a las mujeres, negar su autonomía, su capacidad de decidir. En su pensamiento, ellas no tienen derecho a la libertad, porque les pertenecen.
Por ello, si deseamos erradicar este tipo de violencia, tenemos que cambiar las mentalidades, las maneras en que son percibidas las mujeres, pero también en cómo se perciben los hombres. Ese es el gran desafío. Las normas existen. Falta que el Ministerio de la Mujer acuerde con los medios de comunicación la realización de una campaña masiva y sostenida que cambie los imaginarios sociales de género. En este proceso, son fundamentales la educación sexual integral y el enfoque de género en los colegios.