Quizá sea la nostalgia de una niñez frente al televisor de caja cuadrada o la hipnotizante e inteligente trama de la saga, pero el anime-manga Dragon Ball no logra pasar de moda. Su público no lo permitirá. Con un protagonista como Gokú, que se dio a conocer como un niño con cola de mono que crece entre humanos y otros personajes extraterrestres, que evoluciona y hasta forma un familia, este manga es uno de los más poderosos de todos los tiempos. Rompió taquillas en enero de este año con el largometraje Dragon Ball Super: Broly, y se convirtió en el tercer anime más taquillero de Estados Unidos en su historia. En el Perú, esta misma película vendió en su preventa 120 mil entradas, y destronó, así, a las películas más taquilleras de nuestro país. Y, como para reforzar su éxito, el estudio Toei Animation anunció hace pocos días que las ganancias de los productos audiovisuales como películas, series animadas, mangas y videojuegos basados en la creación de Akira Toriyama ascienden a los 1.000 millones de dólares, nada mal para una creación que apareció publicada por primera vez en noviembre de 1984.
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Debido a su éxito y trascendencia generacional, unas preguntas asaltaron al académico Vicente Ramírez (España, 1982): ¿podría ser Dragon Ball una herramienta de promoción lectora y tener fines educativos? ¿Es posible que personajes como Krillin, Piccolo, Vegeta, Bulma o el mismo Gokú fomenten valores que se puedan imitar? ¿Están dispuestos los educadores a usar el cómic y, en concreto, Dragon Ball como un elemento de innovación pedagógica? Interrogantes que resuelve en la publicación Dragon Ball. Fenómeno social (Dolmen, 2018). Ramírez es uno de los conocedores más importantes de este universo creado por Akira Toriyama. Tanta es su pasión que publicó en 2005 el ambicioso La Biblia de Dragon Ball, con las claves y la información esencial de sus personajes y capítulos. Su tesis tiene a la saga de Dragon Ball como objeto de estudio, y son las ciencias sociales y la educación las aristas de investigación que atraviesan la obra, la misma que cuenta con el respaldo de la Universidad de Cádiz, la Colorado State University y la Kyoto Seika University. Como paréntesis, cabe resaltar que esta última universidad ha abierto un doctorado para el estudio del manga y un museo y centro de investigación dedicados a su difusión, enseñanza, producción y preservación. Una tendencia que cada día crece en la academia.
En Dragon Ball. Fenómeno social la hipótesis de Ramírez afirma que “la experiencia lectora con el manga Dragon Ball inspira experiencias y valores positivos que, mediante estrategias apropiadas, podrían ser capitalizados con fines pedagógicos”. A través de un análisis cuantitativo, el investigador encuestó a más de 2.000 personas de distintos países entre 2014 y 2018, de las cuales 300 eran profesores y estudiantes de Ciencias de la Educación en España.
Otra de las características de la muestra es que no todos eran fanáticos manga de Toriyama ni tuvieron la experiencia de haber leído o visto Dragon Ball anteriormente. Incluso, hubo quienes lo leían por primera vez. Es decir, se logró convocar una muestra bastante diversa.
Con los resultados en mano, Ramírez interpretó que un buen porcentaje de mujeres y hombres de diversos orígenes y nacionalidades que leyeron solo algunos capítulos y quienes leyeron todo el manga coincidió en que tiene valores positivos, y a su vez tuvo un alto porcentaje de satisfacción tras la lectura. Los lectores sienten que Dragon Ball les enseñó algo que de otra forma no habrían aprendido y tienen la convicción de que podría “desarrollar capacidades intelectuales y creativas, además de estimular el aprendizaje en la escuela”. De la misma manera, los resultados de la encuesta consideran que los aprendizajes positivos son significativamente superiores a los negativos, y que los valores encontrados son “amistad, sentido del humor, justicia, diversidad y libertad”, así como el deseo de superación; mientras que los contravalores serían “violencia, machismo y promover la guerra”. En la zona más específica, la que corresponde a los docentes, se les preguntó si usarían cómics en general como herramienta pedagógica, y estos respondieron afirmativamente. Pero cuando se les preguntó si considerarían a Dragon Ball en esa propuesta de lectura sucedió lo siguiente: “Los resultados de la encuesta dirigida a docentes evidencian la existencia de importantes prejuicios y contradicciones a la hora de considerar y de validar herramientas pedagógicas innovadoras, como podría ser el manga Dragon Ball”. Incluso en aquellos que afirmaron no haber leído la obra, lo que para Ramírez demuestra los prejuicios que nacen desde el título del manga.
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El uso de la imagen acompañada de texto, como en los cómics, historietas o novelas gráficas, formó parte esencial en las primeras lecturas de muchas generaciones, pero generalmente nunca fue tomado en serio. El filósofo Umberto Eco advirtió en Apocalípticos e integrados el uso persuasivo de la historieta para ingresar en la mente colectiva de la sociedad de masas: “No es cierto que los cómics sean una diversión inocua que, hechos para los niños, pueden ser disfrutados por adultos, que en la sobremesa, sentados confortablemente en un sillón, consuman así sus evasiones sin daño y sin preocupaciones”. El espíritu crítico del cómic, la historieta o el manga es innegable, lo cual adhiere valor a su carácter, pues como evidenció Eco no se debe menospreciar el potencial de estas obras como vehículo de lectura. Se trata de un lenguaje alternativo al escritural al que estamos acostumbrados, pero que puede contener el mismo potencial literario como cualquier otro libro de nuestra biblioteca.
Es importante considerar la reflexión final de Vicente Ramírez acerca de su tesis: “… como gran parte de los resultados que este trabajo sugiere, es posible que estemos ignorando importantes oportunidades educativas bajo la guadaña de la censura”. Bajo esta premisa podemos recordar que muchas veces el manto del conservadurismo o la hipocresía ponen en peligro el acercamiento a excelente bibliografía que nunca debería perderse de vista.