Julio Hevia falleció el año pasado a los 56 años
Julio Hevia falleció el año pasado a los 56 años
Jorge Paredes Laos

En el Perú al principio fue la comida. Después vinieron la bebida y la palabra. El peruano promedio para conversar necesita cierta sazón y, por eso, no hay nada más animado que una sobremesa, ese momento en que el tiempo se suspende en una oralidad infinita y que tiene que ver —como alguna vez me dijo Julio Hevia— con el encanto que suscita el floro en nuestra cultura: “Somos fanáticos del palabreo y del barroquismo verbal. Entre nosotros no está bien visto permanecer callado en una reunión o no tener sentido del humor. Somos una cultura que inventó el talk show mucho antes de que se hablara de él”. Claro, a diferencia de sociedades mucho más pragmáticas e industriales, en las que el tiempo vale oro, a nosotros nos seduce más bien ese momento laxo de la ‘conversa’ y socialización en el que se expanden chistes, apodos y chismes, los tres elementos constitutivos de nuestra vida en sociedad.

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Ahora, a un año de la muerte de Julio Hevia, el Fondo Editorial de la Universidad de Lima acaba de editar Comer, beber y hablar, una especie de testamento en el que este psicólogo, comunicador y psicoanalista vuelve sobre los temas que siempre le fascinaron: esa construcción de la peruanidad a partir de la oralidad, desde la cháchara posterior al almuerzo hasta esa comunicación que se expande a través del chat o del meme: ese chiste con imágenes.

Afiche que anuncia la publicación del libro a cargo del Fondo Editorial de la Universidad de Lima
Afiche que anuncia la publicación del libro a cargo del Fondo Editorial de la Universidad de Lima

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En este libro, Hevia habla de una “triangulación oral” nacida de prácticas culturales básicas como las del comer, el beber y el hablar. Como si fuera un trípode que sostiene nuestra identidad o un iceberg que la oculta. El texto es como un gran laboratorio en el que el autor articula estos tres elementos. Primero, repasa cómo distintos intelectuales peruanos han identificado lo nuestro desde la seriedad de las ciencias sociales. Aquí, resume críticamente tres grandes enfoques: “el funcional-culturalismo anglosajón, la etnografía estructuralista de inspiración francesa y, atravesando tal círculo, un marxismo más o menos heterodoxo”.

De esta manera, revisa algunos aspectos de las ideas de González Prada, Basadre, Matos Mar, Degregori, Pásara o Ardito, y también de escritores como Arguedas, Vargas Llosa, Ribeyro, Bryce, Reynoso y de cronistas como Jáuregui, Titinger o Avilés, o de guionistas como Adrianzén, para llegar a esas construcciones socioculturales que tanto le gustaban por su carácter desafiante. Por ejemplo, alude a cierto “efecto Benetton” en la visión contemporánea de la peruanidad, “que busca borrar transitoriamente las distancias reales entre sectores, clases o etnias, congregándolas en la escena medial para beneplácito de las almas bellas, materializando así un estribillo musicalizado del tipo We are the world, we are the children; tales ocurrencias suelen emerger perfectamente en coyunturas requeridas de aglutinar —por motivos comerciales o políticos— a representantes de nuestra variopinta población. Cuando de propósitos puramente consumistas se trata, la Navidad, el Año Nuevo y las Fiestas Patrias parecen prestarse idealmente a estos propósitos; las coyunturas electorales y las recurrentes eliminatorias para cada Mundial de fútbol se vuelven pretextos paradigmáticos para dar cuenta de una política que, dado su interés resultadista, se asemeja al chauvinismo que le es inyectado a la competencia deportiva” (p. 29).

Julio Hevia dejó de exisitir en el 2018 con solo 56 años de edad.
Julio Hevia dejó de exisitir en el 2018 con solo 56 años de edad.

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Como sostiene Hevia, su intención no es explicar el fenómeno de la oralidad sino apuntar a su necesaria comprensión. Una práctica que hoy se define y multiplica en las redes sociales, donde la aspiración máxima parece ser convertirse en influencer. En palabras del autor, si antes el sujeto se definía por “intro-versión” hoy existe un ejercicio sistemático de “extra-versión”. Un espectáculo de la intimidad en el que uno siempre se realiza hacia afuera, a través de la aprobación del otro. Hevia lo dice en tono de eslogan: “luego del imperio del look, la dependencia del like”. En esa digitalización del habla —añade— hay una revancha de la oralidad sobre lo escrito. Un triunfo de la performance sobre la lectura.

En la segunda parte de este sabroso recorrido por los vericuetos de la comida, la bebida y la palabra, se incluyen diversos testimonios, desde un reencuentro de promoción de colegio, casi 50 años después; una celebración familiar; una cata de lujo; además de conversaciones con
chefs, meseros, dueños de restaurantes, bármanes, críticos gastronómicos y periodistas. Después de todo, como él mismo Hevia afirma, la oralidad es una práctica en busca de teorías y no al revés.

Presentación en la FIL Lima 2019
Auditorio

Sala Ciro Alegría, de la Feria Internacional del Libro de Lima. Parque Próceres de la Independencia, Jesús María.

En la mesa
Estarán Óscar Quezada Macchiavello, rector de la Universidad de Lima; Jaime Bailón, docente e investigador de la Universidad de Lima y Christopher Rojas, docente de la Universidad de Lima. Será el miércoles 24 de julio, a las 19:00.

Publicación
Comer, beber y hablar ha sido editado por el Fondo Editorial de la Universidad de Lima.

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