Con "Esta casa vacía", Marco García Falcón se consolidó como uno de los narradores más destacados.  [Foto: Rolly Reyna]
Con "Esta casa vacía", Marco García Falcón se consolidó como uno de los narradores más destacados. [Foto: Rolly Reyna]



LO MEJOR

Novela
La novela del año en el Perú es Esta casa vacía de Marco García Falcón. Libro de madurez formal y argumental que explora, mediante el destino individual de su protagonista —trabajado con innegable profundidad psicológica— el devenir de una generación deshumanizada por el materialismo vacío y un tedio amargo que devora cuerpos y almas. También destacó Quién es D’ancourt, de Carlos Arámbulo, sólido artefacto literario que nos descubre no solo a un autor diestro en el manejo de una prosa compleja y por tramos luminosa, sino también a alguien capaz de explorar la convulsa historia reciente del país desde una perspectiva distinta y arriesgada.

Hay que mencionar otras ficciones de interés como Mar afuera, de Grecia Cáceres; Dejarás la tierra, de Renato Cisneros; Destierro, de Alina Gadea; Sustitución, de Jack Martínez; La segunda amante del rey, de Alonso Cueto; Secta Pancho Fierro, de Miguel Sánchez Flores; La noche sin ventanas, de Raúl Tola, y La procesión infinita, de Diego Trelles Paz. Lobos solitarios es uno de los textos más logrados que Fernando Ampuero nos ha regalado en mucho tiempo, además de un perfil conmovedor del talentoso y caótico escritor Edmundo de los Ríos. No puedo pasar por alto Halo de la luna, una breve y poderosa novela que nos devuelve a Carmen Ollé, espléndida escritora que hace de la incomunicación y del deseo como padecimiento dos leitmotivs que arrastran a sus criaturas hacia mundos oníricos y crueles, semejantes a los escenarios más intensos y tétricos de Mishima o Kawabata. Un valioso libro de oscuro lirismo.

Cuento
Dos conjuntos de cuentos sobresalen nítidamente este año: Aquí hay icebergs, de Katya Adaui; y ¿Qué tengo de malo?, de María José Caro. Ambos libros coinciden en encarar el tema de la familia disfuncional y de la desolación por no hallar un lugar en el mundo donde asentarse y reconocerse. Adaui aborda estas tribulaciones desde un lenguaje estilizado que reviste lo narrado de una belleza fría y desgarradora; Caro, por su parte, apela a la sugerencia, a lo no dicho, a esa esencia invisible que horada y vuelve dolorosas las relaciones humanas, así como a retratar con inusual vigor expresivo los momentos de redención, como el que acontece en “Farallones”, sin duda su mejor cuento hasta la fecha.

Otro libro de cuentos resaltante de este 2017 es Una calma aparente, de Christian Solano, centrado en repasar ambientes y personajes sórdidos sin caer (casi) nunca en el tremendismo y la afectación, especialmente en su relato “Love will tears us apart”, donde ha hallado una veta que vale la pena seguir explotando. El arte antiguo de la cetrería, de Paul Baudry; El japonés Fukuhara, de Selenco Vega, y los delicados Cuentos heridos, de José Carlos Agüero, son títulos a tener en cuenta.

Poesía
El poemario del año es Bodegón, de Enrique Verástegui, uno de nuestros más grandes poetas vivos. Renzo Porcile se dio el trabajo de rescatar sus poemas de los años setenta dispersos en revistas y antologías para armar un volumen sorprendentemente macizo y orgánico que, más allá de la excelencia de las composiciones reunidas, es imprescindible testimonio de una de las etapas decisivas del constructor de “Penelopea de Itaca pasó por Lima”.

Otros poemarios relevantes publicados este año son Feelback, de Valeria Román Marroquín, quien rescata en su libro un tortuoso escepticismo adolescente labrado con base en un raro despojamiento verbal; Corazón de hojalata, de Margarita Saona, que explora los difusos umbrales que separan a los enfermos de la vida con conocimiento, sutileza y urgencia; Diccionario elemental, divertimento de Miguel Sanz Chung; y Diario animal, de Miguel Ildefonso, constituido por algunos poemas que son una posibilidad ante el estancamiento temático en el que este poeta de los noventa ha estado atrapado buen tiempo. Asimismo, hay que tener en cuenta Gravedad, los poemas completos de Mariela Dreyfus, quien en sus últimos libros, Pez y Morir es un arte, delata una consolidación más que atendible.

LO PEOR

Novela
La peor novela del año es No tengo nada que ver con eso, de Juan Carlos Ubilluz, débil e insustancial thriller que fracasa desde cualquier punto de vista. Otra decepción fue de Ricardo Sumalavia y su No somos nosotros. Eficiente y cuidadoso prosista, Sumalavia no logra otorgarle iluminación y trascendencia a estos textos, que oscilan, en su mayoría, entre lo plano y lo inofensivo.

Cuento
Prohibido besar a las cholas, de Luiz Carlos Reátegui. Impublicable. Infumable. Indescriptible.

Poemas
Marco Martos ha venido publicando desde hace una década una serie de libros donde la impersonalidad y el lugar común se imponen frente a un talento que parece aplastado y perdido. El espíritu de los ríos es, entre esos poemarios, uno de los más desastrosos: un centenar de poemas repetitivos, mustios y exasperantes que nos recuerdan que siempre será mejor el silencio que la monotonía y el envanecimiento. Una lástima que el autor de Cuaderno de quejas y contentamientos haya decidido degradar su obra de esta manera.

(Próxima semana: literatura internacional, reediciones, no ficción, cómic, eventos memorables del 2017. No se lo pierda).

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