La pregunta fue sencilla: “Para ti, ¿qué es ser mujer hoy?”, pero las respuestas fueron alucinantes. Gabriela Jauregui, editora de Tsunami, lanzó esta pregunta a once escritoras mexicanas para que entregaran un texto sin reparos ni límites de extensión. Fue así que nació esta antología que tiene la potencia para destruir enormes prejuicios y fantasmas tan fuertes como construcciones milenarias.
—El #MeToo (y en contra de él)—
El contexto impulsó su necesidad. La aparición de #MeToo (#YoTambién) en Estados Unidos, a partir de las denuncias por agresión sexual, acoso y violación de más de 80 mujeres (como las actrices Salma Hayek y Angelina Jolie) contra el productor cinematográfico Harvey Weinstein, fue la primera señal de alerta del tsunami. En poco tiempo, existía ya un movimiento mundial que denunciaba la violencia sexual y psicológica hacia las mujeres. Reacciones similares se reprodujeron en otros países e idiomas: #BalanceTonPorc (#DenunciaATuCerdo) en Francia y #QuellaVoltaChe (#AquellaVezQue) en Italia son solo algunos. Incluso se replicó en ámbitos específicos como #MeTooEscritoresMexicanos, que desenmascaró a muchos agresores. Entretanto, surgían las polémicas alrededor de clásicos literarios como Lolita de Vladimir Nabokov y su lectura complaciente con la pedofilia. Escritores como Mario Vargas Llosa acusaron al feminismo de ser el “enemigo de la literatura” y muchos egos resentidos detrás de sus teclados atacaron a las impulsoras del movimiento en las redes sociales.
“Sentía que había un abismo entre las discusiones en la Academia y las conversaciones en las redes. Rápidamente, las respuestas se agudizaron y se volvieron superviolentas”, nos explica Jauregui desde México, a través del teléfono. Cuenta que hubo —y hay— momentos en que las mujeres tuiteaban, por ejemplo, a favor de la igualdad de salarios, y aparecían voces que las atacaban, insultan y amenazaban con violarlas o matarlas. “Luego estábamos las mujeres que salíamos a la calle, poniendo el cuerpo, pero faltaba un puente para articular estos mundos, los de las redes, la calle y la Academia”, agrega.
Tsunami es el hermoso resultado. El nombre alude a los maretazos de las olas feministas que vivimos hoy.
—Voces, gritos y escritura—
“Escribo este texto cinco días después de haber sido apuñalada en la calle por primera vez”. Así empieza el testimonio que envió Diana J. Torres, también conocida como Diana Pornoterrorista, para esta antología. Ella es una activista feminista muy controversial, que utiliza su cuerpo y el pornoterrorismo (herramientas para aterrorizar al sistema patriarcal a través de la sexualidad explícita y disidente) como discurso. Su apariencia no es la de una mujer, ni la de un hombre, “ni siquiera la de una joven común y corriente porque mi pelo, mi cara, mis tatuajes, y supongo que otros muchos detalles más, me convierten en alguien poco ‘asaltable’ y mucho menos ‘violable’”, escribe Diana. Nació en Madrid, pero reside en Ciudad de México y es dueña de la marisquería La cañita (“cuando gusten, su casa”, agrega con cariño), que ya ha sufrido intentos de asalto.
En su texto “Medalla o estigma”, pide reflexionar sobre qué hacer con esta violencia que parece inevitable y cómo transformarla.
En la misma línea, Sara Uribe, poeta nacida en Querétaro, recuerda en “Solas” los más violentos episodios ocurridos en su infancia a manos de su padre, antes de ser enviada a casa de un familiar también violento. “Mientras creces, nadie te dice a bocajarro y con certeza: tu vida corre peligro, tu existencia estará amenazada siempre, en sitios públicos o en tu propia casa [...]. Serás vulnerable de ser acosada, violada, desaparecida, traficada, torturada, muerta por individuos desconocidos o cercanos a ti, individuos que en la mayoría de los casos saldrán impunes: muerta solo porque eres mujer”, escribe con dolor y frustración.
Las escritoras de esta antología reflexionan desde sus orígenes, generaciones, privilegios, historias, recuerdos y desde su propia lengua como Yásnaya A. Gil, indígena de la cultura mixe. En “La sangre, la lengua y el apellido”, ella cuestiona categorías occidentales como mujer, indígena, incluso el propio feminismo y el Estado: “Por fortuna —dice— no es el Estado el que licencia qué es ser una mujer tsilhqot’in, mixe o k’iche’”.
La maternidad —y el dudar de ella— también está presente en el libro, especialmente en la propuesta de la reportera Daniela Rea (ver fragmento) titulada “Mientras las niñas duermen”. Desde lo más íntimo de la escritura, como es un diario, ella desnuda sus temores sobre ser madre y empezar a compartir su cuerpo con otra persona, aunque pequeña y débil. Su hija se vuelve un territorio de dudas, iras, culpas y una ternura inexplicable.
Vivian Abenshushan explica por qué “el taller literario es sexista. Transmite indeleblemente el mensaje de que las mujeres son bienvenidas (estamos en el siglo XXI), pero no serán escuchadas” y nos muestra una propuesta de creación colectiva en un espacio libre y seguro para las mujeres. Cristina Rivera Garza recuerda que la “mandaron callar” por opinar que Rayuela de Julio Cortázar “había envejecido mal” y Margo Glantz, la mayor de las antologadas, expone su postura sobre el #MeToo.
Como una ola que se une a otras y no para de crecer, este libro reúne una diversidad de discursos que evidencian el pasado común que une a las mujeres y busca reformular el futuro utilizando las armas de hoy —las nuevas tecnologías y las redes sociales—, horizontales y desobedientes: “Repensemos nuestro lenguaje —escribe la editora de Tsunami—, que resuenen nuestras voces hasta que logremos transformar no solo nuestros cuerpos, sino los sistemas políticos dentro de los cuales se ven inmersos y disciplinados”.
FRAGMENTO
Divulgamos un fragmento del texto escrito en forma de diario y con notas al margen por Daniela Rea, titulado “Mientras las niñas duermen”:
2014
27 de marzo
Ya nacimos y la felicidad pesa 3.5 kilos y mide 47 centímetros. Este día durará toda la vida.
29 de abril
No nací madre. Tampoco me hice madre cuando naciste. Me he ido haciendo poco a poco, cuando me despierto por las noches a que me exprimas el pecho, la sangre, la energía. Cuando lloro porque tú lloras. Cuando me voy de la habitación y te dejo llorar porque no sé cómo calmarte. Y también en madrugadas como esta en que logré dormirte en mis brazos y yo aún sigo viva.
2015
6 de enero
Es casi la medianoche, tu papá está en el trabajo y yo intento escribir. Tú llegas gateando hasta la sala, al escritorio, te levantas sujetándote de la silla y lloras para que te cargue. Quisiera no saber de ti por un rato. No escucharte. Pero tú insistes, me jalas de la pierna y lloras. Yo te ignoro, intento escribir. Pero tú ganas. Apago la computadora y te alzo y de nuevo somos tú y yo.
2016
1 de diciembre
Sí, la maternidad es impuesta. Sí, el uso de nuestro cuerpo para beneficio del capital. Sí, la explotación de nuestro cuerpo en el cuidado de la mano de obra. Sí, el patriarcado decidiendo por nosotras. Sí, todo eso sí. Pero ¿y la ternura? ¿Y esa cosa inexplicable que siento cuando te huelo, cuando te miro, cuando nos acariciamos? ¿Ese deseo de besarte, de mirarte? ¿Esa pertenencia cuando nos abrazamos hasta quedarnos dormidas? ¿Todo eso cómo se explica?
NUEVOS TSUNAMIS
Después de esta edición, la Editorial Sexto Piso también publicó una versión española editada por la escritora Marta Sanz, autora de Farándula, donde participan Pilar Adón, Flavita Banana, Nuria Barrios, Cristina Fallarás, Laura Freixas, Sara Mesa, Cristina Morales, Edurne Portela, María Sánchez y Clara Usón.
Bolivia publicó su versión con el nombre de La desobediencia. Antología del ensayo feminista (Dum Dum editora, 2019) editado por Liliana Colanzi y reúne a Fabiola Morales Franco, Magela Baudoin, Fabiola Gutiérrez, Paola R. Senseve T., Valeria Canelas, Lucía Carvalho, Christian Daniel Egüez, Virginia Ayllón, Alison Spedding Pallet y María Galindo.
Editoras peruanas, la invitación está hecha ¿quién se anima?