MDN
El baterista de Laghonia, Manuel Cornejo.
Francisco Melgar Wong


Hace poco se cumplieron 50 años del lanzamiento de “La balsa”, y los medios argentinos celebraron por todo lo alto el aniversario de la canción fundadora de su rock nacional. Esta idea —que el rock argentino empieza con la canción escrita por Litto Nebbia y José Alberto Iglesias— se basa en dos hechos. Por un lado, su enorme éxito comercial: se vendieron 250 mil copias del single grabado por Nebbia y su banda Los Gatos, una cifra nunca antes alcanzada por un disco de rock local. Por otro, el álbum donde apareció “La balsa” solo incluía temas cantados en español, y esto se asumió como el comienzo de un nuevo capítulo para la música popular de ese país. Claro, aquí uno podría preguntarse: ¿en verdad no hubo rock argentino que valiera la pena antes de la aparición de esta canción?

Antes de tocar con Los Gatos, Nebbia formaba parte de Los Gatos Salvajes, banda con la que grabaría un disco cuyo estilo musical no es muy distinto del que se escucha en el álbum que incluyó “La balsa”. Sin embargo, periodistas y críticos musicales siguen escuchándolo como una mera nota al pie de página en la historia del rock gaucho. La distancia que separa a Los Gatos Salvajes de Los Gatos parece tener dos caras: una es la popularidad alcanzada por estos últimos; la otra es el idioma. Los Gatos Salvajes se habían llamado originalmente The Wild Cats, y en algunas ocasiones podían llegar a hacer versiones de temas en inglés —como el conocido blues de Willie Dixon “Little Red Rooster”—. Y, al parecer, uno de los mandamientos del rock argentino, al menos del que pretende fundarse con “La balsa”, es que las canciones del rock nacional se escriben en el idioma nacional: el castellano.

Esta idea, que busca fijar un sentido de identidad que se oponga a todo lo que no es propio de una nación, también acabó empujando a los márgenes de la historia oficial a dos de las bandas más interesantes de la cuenca del Río de la Plata: Los Shakers y Los Mockers. De hecho, en casi todas las notas periodísticas que celebraron el aniversario de “La balsa” se mencionaba a estos dos grupos uruguayos, pero solo para desestimarlos por cantar en inglés.

Lima, 1965. Miembros de la banda The New Juggler Sound, más tarde conocida como Laghonia. [Foto: Laghonia / facebook oficial]
Lima, 1965. Miembros de la banda The New Juggler Sound, más tarde conocida como Laghonia. [Foto: Laghonia / facebook oficial]

Pero ¿por qué cantar en inglés impediría que Los Shakers y los Mockers hicieran música auténticamente uruguaya o sudamericana? Uno podría preguntarse algo más radical todavía: ¿qué importancia tiene esta pregunta si finalmente Los Shakers y Los Mockers llegaron a dominar el lenguaje del rock hasta adecuarlo a sus propios fines expresivos? Por ejemplo, la otra gran tradición rockera del Atlántico, la brasileña, se distingue de la uruguaya porque sus principales exponentes (Roberto y Erasmo Carlos) siempre privilegiaron el portugués sobre el español. Pero ¿quiere decir esto que su rock es más auténtico que el de estas bandas uruguayas? Si flexibilizamos nuestra noción de autenticidad, podríamos decir que la música de Los Shakers y Los Mockers es propia de los uruguayos que la escribieron, pero no porque estos fuesen uruguayos ni porque cantaran en tal o cual idioma, sino porque trabajaron el lenguaje del rock hasta hacerlo suyo.


—Sonido atlántico—
Los Shakers lanzaron su primer sencillo en 1965: “Break it All”, un rock and roll que se presenta como un llamado al baile pero que en pocos segundos se convierte en uno a la destrucción masiva. Al escuchar esta canción uno tiene la sensación de que la música no llega hasta uno guiada por las musas, sino cabalgando sobre las ondas expansivas de una explosión. Esta expresividad, difícil de encontrar en las canciones de pop y rock que sonaban en las radios de aquella época, hizo que varias décadas más tarde “Break it All” fuese seleccionada como parte de Nuggets II: Original Artyfacts From the British Empire and Beyond (Rhino, 2001), uno de los más respetados compilatorios internacionales de psicodelia y rock de garaje donde, vale la pena anotar, también aparece el grupo peruano We All Together, aunque con una canción grabada varios años después, ya a finales de los sesenta: “It’s a Sin to Go Away”.

Dos años más tarde, en su segundo álbum, Shakers for You (1967), los uruguayos desplegaron una nueva exuberancia musical que les permitió adaptarse a los cambios que se iban introduciendo en el rock de la época. Aquí encontramos a la banda trabajando melodías psicodélicas y elementos exóticos, aunque casi siempre bajo sus propios criterios, como en la canción que abre la placa (“Never, Never”), en la que fusionan el rock y la bossa nova. Detrás del cambio estilístico también parece haber uno estético, en tanto la expresividad de sus primeros discos —una básica, directa y, hasta cierto punto, primitiva— fue reemplazada por la búsqueda de nuevas formas musicales: el lenguaje transnacional del rock se mezcló con timbres y motivos regionales (no necesariamente sudamericanos) para así aportar exotismo y una mayor gama sonora a las canciones. Esto se nota especialmente en la última del disco, “Hope You Like It”, una joya de la psicodelia de la década, cuyo uso de motivos orientales, disonancias y guitarras invertidas colocan a Los Shakers dentro de la corriente más experimental del rock de la época.

El aporte de Los Mockers, la otra gran banda uruguaya de mediados de los sesenta, es sintetizar las dos fases de Los Shakers en un único estilo. Destacaban tanto la performance de Polo Pereira, un cantante iracundo cuyo fraseo vocal supera al de Mick Jagger en lo que a provocación sexual y arrogancia juvenil se refiere, como la habilidad técnica de los músicos, que podían pasar de pasajes de ritmos barbáricos a momentos de sutil psicodelia y exuberancia.

—La costa del Pacífico—
Otra interesante banda latinoamericana de la época que decidió cantar en inglés fue Los Vidrios Quebrados. Formada en 1964 por unos estudiantes de Derecho de la Universidad Católica de Chile, el grupo editó un único disco: Fictions (1967). En este no encontraremos ni la expresividad desbordada de Los Mockers, ni el exotismo instrumental de la segunda etapa de Los Shakers, pero sí una sobriedad instrumental y vocal que convierten a la banda en una suerte de precuela olvidada de grupos estadounidenses de los ochenta, como Green On Red y The Rain Parade. Esto no es casualidad, ya que estos comparten con Los Vidrios Quebrados una misma influencia: The Byrds. Más aun, ciertas preferencias minimalistas en los arreglos de las canciones y en la mezcla de Fictions hacen que las canciones de Los Vidrios Quebrados tengan un sonido que ha logrado mantenerse joven aunque hayan pasado cinco décadas. Las letras merecen una mención aparte. Por ejemplo, la primera canción del álbum, “Oscar Wilde”, está cantada en primera persona por alguien que personifica al escritor irlandés, y que, en pocas estrofas, se las arregla para elaborar una conmovedora autobiografía comparable a las mejores viñetas hechas por Ray Davies de The Kinks.

Todos estos grupos —Los Shakers, Los Mockers, Los Vidrios Quebrados— se emparentan de un modo natural con algunas excelentes bandas peruanas como Los Texao, Traffic Sound y Laghonia, quienes a menudo son vistos por encima del hombro por periodistas y críticos que parten de la idea de que el rock que se practica en Sudamérica solo alcanza la mayoría de edad cuando es escrito y cantado en castellano. Curiosamente, la canción “Meshkalina” de Traffic Sound ya es considerada un clásico por los fanáticos de la psicodelia y el rock de garaje en el mundo. Recuerdo haber asistido en Buenos Aires a un concierto de la banda finlandesa The Flaming Sideburns y verlos cerrar su show con un cover de esta canción.

Miembros de Los Shakers: Hugo Fattoruso, Osvaldo Fattoruso, 
Roberto Capobianco y Carlos Vila.
Miembros de Los Shakers: Hugo Fattoruso, Osvaldo Fattoruso, Roberto Capobianco y Carlos Vila.

De hecho, si un grupo peruano como Los Saicos es admirado en países anglosajones sin importar que cante en español, ¿por qué no podríamos reconocer los aportes que los grupos sudamericanos de los sesenta le hicieron al mismo género, pero escribiendo canciones en inglés? Si estamos en capacidad de disfrutar una canción como “David Watts” de The Kinks, ¿por qué no podríamos admirar una como “Oscar Wilde” de Los Vidrios Quebrados? Vaya a saber si Los Shakers, Los Mockers, Los Vidrios Quebrados, Traffic Sound o Laghonia hicieron rock legítimamente uruguayo, chileno o peruano, respectivamente. Lo que hicieron fue rock legítimamente bueno que, en ocasiones, llegó a la altura de lo que hacían los grandes referentes del género en Estados Unidos o Inglaterra. Y eso es un logro. En cualquier idioma.

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