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Los 80 años de Mario Vargas Llosa - 1
Carlos Batalla

Su nombre completo es para muchos tan largo como una secuencia de sus primeras novelas: Jorge Mario Pedro Vargas Llosa. La ciudad de Arequipa, en el Perú, lo vio nacer el 28 de marzo de 1936. Es hoy el más condecorado novelista peruano y el más importante escritor latinoamericano para la crítica literaria internacional. Tiene arraigada la pasión literaria, pero su vida no se redujo a ella. La política y el periodismo fueron otros dos mundos que le fascinaron, con sus propias glorias y miserias.
 
La versión más directa de su vida la dio el mismo autor cuando publicó “El pez en el agua” (1993), su autobiografía existencial y política, con mucha información sobre la campaña electoral de 1990 -perdió ante Alberto Fujimori-, pero donde lo esencial fue su testimonio de vida.

En esas páginas de irrefutable sinceridad, nos enteramos de su infancia arequipeña, de su niñez en Cochabamba (Bolivia) y en Piura (Perú); de su paso muy joven, casi adolescente entre Lima y Piura como redactor en los diarios “La Crónica” y “La Industria”, respectivamente.

En 1952 Vargas Llosa escribió su primera obra formal, que no fue una novela o un cuento sino una pieza dramática: “La huida del Inca”, estrenada en julio de ese año, en el cine Variedades en Piura. Así empezó su historia

Los principios de un escritor

A fines de los años 50 estudió Letras y Derecho en la vieja y vital casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su interés literario se expandió a los periódicos y las revistas. Editó las revistas “Cuadernos de Composición” y “Literatura”. Por esos tiempos también escribió sus primeros cuentos y relatos, que luego formarían parte del volumen “Los cachorros” (1967).  

Hasta que ocurrió un hecho excepcional en su predecible vida de entonces: ganó en 1958 la beca de estudios "Javier Prado", que otorgaba la Universidad Complutense de Madrid. El resultado final de esa aventura académica fue su título de Doctor en Filosofía y Letras.

Ya en Europa su sueño de ser escritor tomó forma. Y más aún cuando en 1959 visitó París, la ciudad de sus sueños. Trabajó en la Agencia France Press y en la Radio Televisión Francesa, asimismo fue profesor de español en la Escuela Berlitz. Su vida se enriqueció aún más tanto como su vocación al ponerse en contacto con otros escritores latinoamericanos que, como él, buscaban comprobar si servían para el oficio literario.

Desde esos años su vínculo con la revolución cubana se hizo cada vez más evidente. Vargas Llosa era un convencido de la necesidad de implantar un socialismo humano y solidario en América Latina.   

En 1965 integró el consejo de redacción de la revista emblemática de Cuba: “Casa de las Américas”. Ya había publicado “La ciudad y los perros” en 1962 y el mismo año había obtenido por esta el premio Biblioteca Breve, de la editorial Seix Barral.

Los años 60 fueron en los que más cerca estuvo de la política castrista. En medio de esa euforia política escribió la magnífica novela “La casa verde” en 1965, por la que recibió el importante Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” en 1967. Fue un verdadero respaldo a su trabajo de creación literaria. Luego, en 1969, vino otro hito novelístico: “Conversación en La Catedral”.



Un gesto muy recordado de  Vargas Llosa fue su paulatina desvinculación de la revolución cubana, especialmente a partir de 1971, cuando se alejó de la revista “Casa de las Américas” y conoció el caso del poeta Heberto Padilla, a quien la revolución de Castro torturó y humilló.

El escritor empezó a criticar persistentemente los abusos de esa dictadura; al mismo tiempo que empezaba a pontificar el pensamiento liberal. Por ese tiempo también participó en los congresos mundiales del PEN Club. En Londres, Inglaterra, halló el refugio que necesitaba para escribir y enseñar literatura hispanoamericana en el Queen Mary College.

Un creador en su mejor momento

Pese a haber escrito novelas notables como “La ciudad y los perros”, “La casa verde” y “Conversación en La Catedral”, Vargas Llosa tuvo que seguir haciendo “trabajos alimenticios”, como el de traductor para la Unesco en Atenas. Hasta mediados de los años 70 vivió entre tres ciudades europeas: Londres, París y Barcelona. De comienzos de esa década es su notable ensayo literario: “García Márquez: historia de un deicidio” de 1971.

Premiado en varias ocasiones, el escritor no solo publicó “Pantaleón y las visitadoras” en 1973, sino que se sintió seducido por proyectos cinematográficos (incluso llevó al cine “Pantaleón…”) y por la actividad académica, que lo condujeron a ser elegido miembro de número en la Academia Peruana de la Lengua en 1975 y dos años después  a ser incorporado oficialmente.

Al tiempo que era elegido miembro de la Academia dio a la luz otro gran ensayo: “La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary” de 1975. Al año siguiente, Vargas Llosa fue electo presidente del PEN Club Internacional, donde se mantuvo hasta 1979.

Una novela suya remeció el ambiente no solo literario sino también el de las revistas de sucesos sociales. Fue “La tía Julia y el escribidor” de 1977, en la que abordó, desde el filtro de la ficción y la guía de sus demonios, asuntos vinculados con su historia personal (su volcánica relación con Julia Urquidi).

Los años 80, entre la literatura y la política  

La de 1980 fue una década de muchos cambios y sucesos en la vida intelectual y política de Mario Vargas Llosa.  Todo empezó en 1981, cuando publicó y estrenó la pieza teatral “La señorita de Tacna” en Buenos Aires, Argentina. Por esa obra obtuvo el Premio de la Crítica de ese país.

Meses después, sorprendió gratamente a la crítica especializada y al público en general con la aparición de la gran novela -una de las mejores de su trayectoria novelística- “La guerra del fin del mundo”, una ficción literaria con una fuerte visión antropológica. Asimismo, mantuvo el mismo nivel de su novelística con sus irremplazables ensayos sobre dos íconos de su obra intelectual: los franceses Jean Paul Sartre y Albert Camus.

Animado por su regreso al Perú, Vargas Llosa condujo un programa de televisión muy recordado: “La Torre de Babel”. En 1982, el Congreso de la República le dio la “Medalla de Honor”. Pero un año después, en 1983, su vida fue impactada cuando el presidente Fernando Belaunde Terry le pidió presidir la comisión investigadora del “Caso Uchuraccay”, un triste suceso en que ocho periodistas y un guía fueron asesinados a pedradas y machetazos en una localidad de Ayacucho, en la sierra sur del país.

Ese mismo año (1983), Vargas Llosa publicó y estrenó en Caracas, Venezuela, en pleno Festival Internacional de Teatro, “Kathie y el hipopótamo”. Luego entregó el primer tomo del libro de artículos literarios y políticos, “Contra viento y marea”. En 1984, pudimos leer la novela “Historia de Mayta”. 

Desde 1987 el escritor peruano dejó a sus lectores la novela breve “El hablador”, e incursionó en la política peruana activa al oponerse a la estatización de la banca que intentó implantar el presidente aprista Alan García Pérez.

“Elogio de la madrastra” de 1988 significó su primer incursión en una novela de toques eróticos. Eran años complicados para el país, con actos terroristas, apagones y una aguda crisis social y política. A fines de esa década, Vargas Llosa decidió ser candidato a la presidencia de la República, liderando el llamado Frente Democrático (Fredemo), una alianza del Partido Popular Cristiano (PPC), Acción Popular (AP) y un grupo de empresarios y profesionales independientes. Tras su derrota electoral, se retiró de nuevo a Londres, para retomar su verdadera vocación: la literaria.

El resultado de ese regreso a la escritura fue “El pez en el agua” (1993), su conocida autobiografía o testimonio de esos años turbulentos en campaña, y parte de la historia de su infancia, adolescencia y primera juventud. 

Los años 90, el triunfo de la ficción y el ensayo  

Sus conferencias, charlas e intervenciones en los diversos foros del mundo académico y político se multiplicaron. Y no dejó de publicar en libro sus artículos periodísticos. Así surgió “Desafíos a la libertad” de 1994, una selección de sus notas sobre la cultura de la libertad. Un año antes, en 1993, había entregado la novela “Lituma en los Andes”, y después vendría “Los cuadernos de Don Rigoberto” de 1997.

Por esos años, los premios y homenajes eran frecuentes. Una situación polémica fue la que vivió en marzo de 1993, cuando obtuvo la nacionalidad española, aunque sin renunciar a la peruana. Vargas Llosa sería nombrado en 1994 miembro de la Real Academia Española; y luego recibió el importante Premio Cervantes.



Los doctorados Honoris Causa, las traducciones y las representaciones teatrales de sus novelas abundaron desde entonces. Incluso estrenó en Londres y en Lima una nueva pieza teatral: “Ojos bonitos, cuadros feos” de 1996. Ese mismo año provocó una nueva polémica, pero en los ámbitos académicos al publicar el ensayo literario, “La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones del indigenismo”, remarcando las taras y los complejos personales del novelista peruano que se suicidó en Lima en 1969. 

En el plano novelístico Vargas Llosa reimpulsó su trabajo. El impacto del gobierno dictatorial de Alberto Fujimori quizás lo llevó a abordar otra dictadura (por comparación): la de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana (1930-1961), que terminó con su asesinato.

Consecuencia de ello fue la magnífica novela “La fiesta del Chivo”, publicada el 2000, la cual el escritor presentó personalmente en diferentes países de América y Europa. La novela fue rápidamente traducida a varios idiomas y su versión fílmica empezó a trabajarse en el 2004, estrenándose en marzo del 2006. En ese momento, Vargas Llosa declaró: "El riesgo de que se instaure una nueva dictadura en el país siempre está, pero espero que los peruanos sean lo suficientemente lúcidos para evitarlo”. Más tarde, en el 2007, se estrenó la versión teatral de la novela en el Teatro Británico de Miraflores.

La última década

En ese intervalo clásico de publicar una novela, un ensayo -muy característico del trabajo literario de Vargas Llosa- el escritor publicó en el 2001 el volumen “El lenguaje de la pasión”, que reunió artículosde los años 90. Regresaba constantemente a Lima desde Europa, y en el 2002, en medio de conmemoraciones por el bicentenario del nacimiento del clásico moderno Víctor Hugo, dictó una charla en la Alianza Francesa de Lima, titulada “En torno a ‘Los Miserables’, de Víctor Hugo”, que dos años después lo concretó en un libro: “La tentación de lo imposible”.

En el 2003, otra novela de su madurez sorprendió al lector. Se trató de “El paraíso en la otra esquina”, centrada en pasajes de la vida de Flora Tristán y Paul Gauguin. Otra vez se destacó su capacidad de investigación histórica y su vuelo fabulador a partir de los datos biográficos de los personajes. Luego rompió el vaivén novela-ensayo y entregó a sus lectores una nueva novela: “Travesuras de la niña mala” del 2006.

Obras de teatro como “Al pie del Támesis” del 2008 aparecieron a finales de esa primera década del siglo XXI. Ese mismo año, otro referente ensayístico de Vargas Llosa salió a la luz: “El viaje a la ficción.  El mundo de Juan Carlos Onetti”, el que analiza la literatura del novelista uruguayo. Como un detalle previo al Nobel en el 2010, el escritor presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el cuento infantil “Fonchito y la luna”.

Hasta que llegó, por fin, el punto de quiebre que íntimamente anhelaba. El suceso ocurrió el 7 de octubre del 2010, cuando la Academia Sueca anunció que el peruano Mario Vargas Llosa era “el Premio Nobel de Literatura 2010”. El motivo que se esgrimió fue que la obra del peruano destacaba “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. En diciembre recibió el premio literario más importante que pueda entregarse a un escritor.       

Días después del anuncio del Nobel, en octubre de ese año, se publicó en España su novela “El sueño del celta”. Fue todo un acontecimiento, aunque la crítica le hizo reparos técnicos a su historia. Luego vendría la primera novela tras el Nobel: “El héroe discreto” del 2013.

El escritor peruano, el Nobel de Literatura 2010, el líder de opinión indiscutible en el Perú y en cualquier parte del mundo, cumple hoy 80 años de edad con una nueva novela bajo el brazo: “Cinco esquinas” (2016), una historia urbana, en un contexto de fines de los años 90, donde prevalece la desconfianza, la violencia, la corrupción y la inseguridad. La suya ha sido una larga vida, no por los años, sino por todas las cosas que ha hecho, pensado y dicho en el Perú y en el mundo.

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