Un enorme reptil está al acecho por las calles de Tokio -pero a diferencia de Godzilla, que pisoteó la capital de Japón en una llamarada de energía destructiva-, Bon-chan, la tortuga gigante, no parece muy interesada en actuar rápidamente.
Ver el metro de largo de esta tortuga africana, que alcanza a pesar 70 kilogramos, es un espectáculo habitual en las calles del distrito de Tsukishima, en Tokio, donde ella y su dueño, Hisao Mitani, salen a caminar -muy lentamente- a diario.
"Mi esposa se enamoró cuando la vio en una tienda de animales, por lo que la trajo a casa", cuenta Mitani, que dirige una funeraria.
Eso fue hace 20 años, cuando Bon-chan era lo suficientemente pequeño como para caber en la palma de su mano.
"En cierto modo sabía que iba a convertirse en una tortuga de buen tamaño, pero no pensé que sería tan grande."
Conozca más en este video de la agencia AFP.
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