Hoy, el Centro Histórico de Lima estará cerrado para el tránsito vehicular. Esto, como parte de un ejercicio que se desprende del Día Mundial sin Auto y al que han denominado Al Damero de Pizarro sin Carro. Esta es una medida muy interesante y provechosa, y es bueno hacer este ejercicio de a pocos. Yo sí creo que la peatonalización efectiva del Centro Histórico es provechosa por muchos motivos, entre ellos el cuidado de su patrimonio ante la contaminación, el aumento del flujo turístico hacia este y la revitalización de la zona. Pero, hay algo que me parece tan importante como esto y es el acercamiento de la gente a su ciudad, para lo cual el auto –en vez de aproximarnos– nos aleja como parapetos frente a nuestro propio entorno. Estamos tan preocupados por el tráfico, encerrados en nuestras latas móviles, que dejamos de mirar la ciudad y eso debilita una relación que debiera ser más cercana. El tránsito abierto y de flujo lento o medio, en contacto con el ambiente, genera, precisamente, empatía con edificios, parques, plazas, calles, en fin, con la ciudad.
Se pueden generar más ferias y espectáculos al aire libre, así los espacios públicos cumplirían verdaderamente su función. Una ciudad se conoce y se entiende de esa manera. En Quito, salvando las distancias de población, esto ha funcionado muy bien para su centro y hay otras experiencias en el mundo que así lo demuestran. Existen efectos negativos también, sobre todo el desplazamiento del uso residencial de los espacios, cosa también necesaria en el centro. Por eso, se precisa pensar seriamente en estos retos. Existen otras afectaciones con la peatonalización, por supuesto, como el impacto en los negocios, la dificultad del acceso de vehículos de carga y descarga, el tránsito cercano a las instituciones públicas y el de sus vehículos oficiales. No obstante, para afrontar esos retos es necesario pensar en soluciones integrales para toda la capital. No hay nada mejor para una ciudad que pensar en ella y hoy en día eso es lo que menos abunda: pensar en la ciudad.
Se puede establecer un horario para los vehículos o establecer calles de acceso solo para estos. Es obvio que la peatonalización incluye a las bicicletas como medio de transporte, para incentivar su uso, pero no debe excluir al transporte público: el Metropolitano sigue su ruta segregada por dentro. En ese sentido, me parece pertinente también que coexista un transporte público específico para cuando se peatonalice el centro. Puede haber varias alternativas: un tranvía de bajo impacto, bicitaxis o inclusive algo sui géneris: unos calesines eléctricos con plena libertad de moverse por todo el centro. Este es un proyecto que no se puede apresurar ni hacerlo de manera exagerada. Saludo por lo tanto esta medida de la municipalidad que va tanteando el terreno. Salvaguardar la historia de una ciudad no significa el estatismo de la misma, significa llevarla al futuro con gracia y creatividad. Disfrute hoy de su centro.