El dueño de los hostales en Lima al estilo de palacios rusos
El dueño de los hostales en Lima al estilo de palacios rusos
Redacción EC

LUIS GARCÍA BENDEZÚ / @condedemaldoror

Tengo 68 años. Nací en Lima, pero fui criado en . Mi madre falleció cuando yo tenía ocho meses. Estudié Cooperativismo en la Universidad Federico Villarreal. En 1988 obtuve una beca de estudios y me fui a . Viví en Moscú durante once años hasta que me dieron ganas de volver a Perú. Soy un admirador de la cultura rusa. Tengo tres hostales, el más famoso se llama Yuri Gagarin. El año pasado abrí una sucursal en . Mi negocio es familiar y lo administro con mi esposa y mis cuatro hijas. El Día de los Enamorados es una fecha tradicional para nosotros.

En las paredes de su oficina no cabe un diploma más. Cristóbal Ninamango, de 68 años, ha estudiado Cooperativismo, Administración de Empresas, Contabilidad y Derecho. “Soluciono toda clase de litigios y problemas contables”, dice su tarjeta. También es dueño de los hostales Yuri Gagarin y Moscú, ambos ubicados en
 
— ¿Es cierto que conoció a la esposa de Yuri Gagarin?
Conocí a la familia de mi héroe en 1991. En los conversatorios de la Universidad Patricio Lumumba se hablaba mucho de Yuri Gagarin. Contacté con sus familiares y fui a la casa de la viuda, Valentina Goriacheva [esposa de Gagarin]. Era una familia humilde, vivían en Moscú. 
 
— ¿Mantiene contacto con la familia Gagarin?
Sigo conversando con personas que conocen a la familia. Mi objetivo es invitar a la viuda y a sus hijas al Perú. Sería una forma de agradecerles por lo mucho que me dio su país. 
 
— Lleva a Rusia en el corazón. ¿Qué le impactó de esa cultura?
Me gustó mucho la forma en la que los rusos tratan a los extranjeros. Son muy efusivos y hospitalarios. Yo viví allá durante once años y mis compañeros latinoamericanos fueron tratados igual de bien que yo. También he viajado a Estados Unidos y no hay punto de comparación. Allá hay mucha indiferencia, es una cultura más fría con el foráneo.

— ¿Usted es comunista?
Nunca lo he sido. Yo no me metí en política, ni siquiera cuando el Partido Aprista me hostigó e intentó reclutarme cuando estudiaba en la Universidad Federico Villarreal. Si gané una beca para irme a Rusia fue por mi desempeño académico. Eso sí, admiro mucho los avances científicos que lograron los rusos. Creo que Yuri Gagarin fue más importante que cualquier astronauta norteamericano. Fue el primero en el espacio y eso es lo que cuenta.
 
— Usted vivió la caída de la Unión Soviética. ¿Qué recuerda de eso?
Recuerdo cuando entró [Mijaíl] Gorbachov y empezaron a llegar las primeras marcas: la Coca-Cola, las tiendas, las hamburguesas. Todo eso era novedad, pero luego aumentó el crimen y la delincuencia. 
 
— ¿Por eso decidió regresar a Perú?
En determinado momento me percaté de que todos mis colegas habían regresado a sus países y pusieron sus negocios. Yo era el único que me había quedado. Era 1999 y, como había juntado un dinero, volví y puse los hostales Moscú y Yuri Gagarin.  
 
— El Agustino figura entre los distritos con mayores índices delictivos. ¿Por qué decidió invertir aquí?
Yo nunca he tenido problemas en El Agustino. Conozco a mis vecinos y el distrito siempre me ha tratado bien. Muchas cosas han cambiado. Antes había más pandillas. Ahora se invierte más en seguridad.
 
— ¿Cómo fueron los primeros años con sus hostales?
Fue muy duro. La gente ve mal a los hostales. Creen que se trata de prostitución, drogas, homosexualidad. Además, la competencia es desleal. Cada hostal cobra lo que quiere, tienen tarifas por horas y hay mucha informalidad. 
 
— Los hostales son imaginados como espacios del adulterio, del romance fugaz, de lo clandestino.
El adulterio ha existido, existe y existirá. Es cierto que al hostal Yuri Gagarin vienen muchas parejas, de todo tipo. ¿Qué haríamos sin ellos? También vienen comerciantes de Trujillo y Tumbes. Se alojan porque es un lugar seguro y tenemos un espacio para guardar mercadería. 
 
— ¿Qué más ha aprendido sobre sus inquilinos?
Cada cliente es único y pide distintas cosas. A Yuri Gagarin vienen aproximadamente cuarenta parejas al día. A los extranjeros les cobramos veinte dólares por noche. A los nacionales, treinta soles. Si los clientes quieren habitaciones más amplias, el precio sube. Los caprichos siempre cuestan más. Nuestra suite con sauna cuesta sesenta soles. 
 
— La pasión es cercana al crimen. ¿Nunca ha ocurrido un incidente policial en sus hostales?
Nunca hemos tenido asaltos. A lo mucho, una vez, alguien intentó estafarnos con S/.1.500. No lo logró. El hostal tiene cámaras de video y cuatro vigilantes que saben artes marciales. Uno sabe kung fu, otro taekwondo, otro judo y el último es karateca. Todos tienen grilletes y al que se atreve a hacer algo ¡zas!
 
— ¿Cómo se celebra aquí el Día de los Enamorados?
San Valentín es una fecha tradicional para nosotros. Ese día el personal viene más elegante, está más lúcido. Traemos una orquesta al bar, hay música hasta la madrugada. Las parejas lo pasan muy bien.

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