En un pequeño cuarto en Magdalena vive Joel, de 16 años. Llegó a Lima desde Apurímac el 18 de mayo para estudiar Computación e Informática en la Escuela de Emprendedores de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL). Su familia, en condición de extrema pobreza, vendió sus animales y reunió cerca de S/.1.000 para que él pudiera mantenerse por unas semanas en la capital. Confiaba en que Beca 18 –a través del Programa Nacional de Becas (Pronabec)– le entregaría la manutención de S/.1.200 correspondiente al primer mes.
“Solo la habitación me ha costado cerca de S/.600. He tenido que compartirla con un chico para poder pagarla. En estos momentos solo tengo S/.120. Según nos ha dicho nuestro gestor –representante de Pronabec que asesora a los becados en la sede que estudian– el dinero se depositaría el 12 de junio (casi un mes de atraso). No sé si me alcance. Aquí todo es muy caro, empezando por nuestra alimentación”, dice Joel.
Al lado de la habitación de Joel, vive Luis. Él ha viajado desde Ayacucho. Su situación es igual de precaria. “Tengo un tío aquí en Lima. Me ha prestado S/.500 para pagar mi habitación, pues mis padres ya no tenían dinero. He llegado a un acuerdo con una señora para que me fíe los almuerzos hasta que me depositen”, explica. Agrega que se siente afortunado, pues sabe de compañeros que están a punto de ser desalojados de sus habitaciones y que comparten almuerzos para poder comer algo en el día.
INTERVENCIÓN POLICIAL
Katherine Irribarren vive a pocas cuadras de la sede de USIL de Magdalena y suele alquilar habitaciones a estudiantes. Hasta hace unos días vivían en su casa dos chicas provenientes de Tingo María. “Por curiosidad, les pregunté: ¿ustedes qué almuerzan? Es ahí cuando me entero de que tenían dos días sin comer. Y lo que es más grave, me cuentan que muchos de sus compañeros están en una situación parecida o peor. Estas chicas acuden ahora al local de USIL en Independencia. No sé qué será de ellas”.
Actualmente, Irribarren vive con Berta, una menor de 17 años proveniente de Ayacucho.
“No tenía muy claro cómo iba a ser Lima. La información que nos dio Beca 18 en nuestros pueblos fue distinta. No sabía que la habitación ni la comida iban a ser tan caras. Tampoco sabía del clima. No sé cómo movilizarme”, cuenta Berta.
“Al enterarme de la precariedad de estos chicos me acerqué a conversar con autoridades de USIL. Su respuesta sobre la posibilidad de ayudarlos fue negativa. Ellos solo se encargan de ver por sus estudios”, cuenta Geraldine Moreno, amiga de Irribarren. Afirma que tras esto fue a pedir ayuda a la Municipalidad de Magdalena. Ahí le dijeron que mandarían oficios al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp) para que se enteren de la situación, pero que tampoco podía hacer más. Una vez en el Mimp, este le comunicó que la situación tampoco era de su competencia.
“Después nos logramos comunicar con el director ejecutivo del Pronabec, Raúl Choque. Sin embargo, él lo negó todo y afirmó que todo estaba bien con los becarios”, dice Moreno.
AYUDA DE EMERGENCIA
En entrevista con El Comercio, Raúl Choque, director ejecutivo de Pronabec, afirmó que las demoras en la entrega de las cuotas mensuales se deben principalmente a trámites para acceder al sistema bancario.
También explicó que Pronabec no puede entregar el dinero antes, pues, busca evitar el riesgo de que los becarios abandonen el programa antes de empezarlo.
Sobre la precaria situación de algunos de sus becarios informó que “para ellos existe un fondo de emergencia”. Acerca de la desinformación de algunos de ellos, aceptó que sus oficinas regionales están fallando en comunicar la realidad limeña. Agregó que Pronabec evalúa permanentemente a sus colaboradores. Si ellos no cumplen con sus funciones a cabalidad son evaluados y, si lo amerita, son separados.
Indicó que hoy se les depositará la subvención a gran parte de los 680 becarios.