"A paso de tortuga", por Gino Costa
"A paso de tortuga", por Gino Costa

Ha hecho bien el defensor del Pueblo, Eduardo Vega, en recordar que, a pesar de algunos avances, el proceso de modernización de las comisarías marcha con demasiada lentitud; a paso de tortuga, en contraste con la velocidad de liebre con que lo hace la criminalidad. Así lo demuestra el Tercer Censo Nacional de Comisarías 2014, publicado por el INEI, si se compara con los censos del 2012 y el 2013, y la encuesta del 2011.
 
Resultados similares arroja una comparación con las supervisiones de comisarías realizadas por la Defensoría del Pueblo en los años 2009, 2010 y 2011. Es decir, por lo menos hace seis años que tenemos evidencia concluyente de la situación dramática en la que está la célula básica policial. Es, francamente, muy poco lo que se ha hecho para superarla. Peor aun, pese a haberse asignado recursos –claramente insuficientes para reducir la brecha–, la ejecución ha sido lamentable. 

A este ritmo nunca llegaremos a tener comisarías en las que la policía pueda trabajar en condiciones mínimamente decentes y atender adecuadamente a la ciudadanía. No debe, pues, sorprendernos que los ciudadanos no acudan a las comisarías ni denuncien los delitos. Tampoco que la capacidad de respuesta y la cobertura de la vigilancia policial sean las peores de América Latina, al igual que nuestros altos indicadores de victimización y de percepción de inseguridad. 

Tan escasos han sido los avances que el 76% de las comisarías aún no tiene radio, el 61% carece de acceso a Internet, el 55% no tiene teléfono fijo y casi el 40% no cuenta con servicios básicos adecuados; incluso un 10% no tiene agua potable y un 7%, desagüe. Dadas estas condiciones tampoco debe llamar la atención que casi el 70% no acceda al sistema informático de denuncias policiales, la mitad al Reniec y una tercera parte al registro de requisitorias policiales.

Hay que agradecer al INEI por recordárnoslo y, al mismo tiempo, dar los recursos para que los futuros censos incorporen al resto de dependencias policiales, ya que en las comisarías solo trabajan un poco más de la cuarta parte de los policías (27%). Saber dónde está el resto y en qué condiciones trabaja es imprescindible para diseñar una estrategia seria que permita superar la brecha de infraestructura, equipamiento y conectividad policial. 

Tan importante como acabar con el 24x24 es sacar a la policía del siglo XIX e incorporarla al XXI. Este será uno de los grandes desafíos del próximo gobierno, cualquiera que este sea. Lo que demandará mejor gerencia pública, mayores recursos y nuevas modalidades de ejecución, como asociaciones público-privadas. 

Para involucrar al sector privado es imperativo reformar Pro Inversión, que tardó tres años y medio en otorgar la buena pro para los bloqueadores de celulares en los penales y lleva cerca de dos años sin adjudicarla en el caso de grilletes electrónicos. De lo contrario, con o sin inversión privada, seguiremos a paso de tortuga, perdiendo la batalla contra la delincuencia.

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