Con el corazón estrujado. Así nos ha dejado la tragedia de El Agustino. Juan César Augusto Huaripata Rosales no solo asesinó a quien fuera su pareja, Jessica Tejeda Huayanay, sino que hizo lo propio con el hijo mayor de esta, atacó a puñaladas a otros dos niños (de 9 y 2 años), y al intentar incendiar el lugar donde se hallaban, le causó la muerte al menor de todos, un bebe de apenas 3 meses de edad.
Los más pequeños eran hijos de Huaripata. El asesino está en manos de la policía que, afirman los vecinos, habría llegado tarde al lugar de los homicidios, pese a que fue alertada oportunamente. Por alguna razón, las desgracias en nuestro país parecen tener un vínculo acerado con la negligencia.
El 2019 ha sido un año terrible para la mujer en el Perú. Solo entre enero y noviembre hubo 152 casos de feminicidios, la cifra más alta de la última década, de acuerdo con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
Sin embargo, existe otra estadística, invisible al gran público, que agiganta la dimensión de estos dramas: hasta antes de los asesinatos de ayer, los huérfanos por feminicidios sumaban 73, según el Ministerio Público. El número es superior al contabilizado el año pasado, cuando llegó a 45.
¿Cómo le reparamos la vida a los dos niños sobrevivientes, que además de ser atacados a mansalva, vieron morir a sus hermanos y agonizar a su madre? ¿El Estado se encuentra en capacidad de brindarles el apoyo psicológico, moral y material que requieren, más allá de las promesas que suelen lanzar los políticos cuando ocurren estos hechos? La pregunta principal, empero, es más que obvia: ¿qué estamos haciendo para que el Perú deje de ser tan peligroso para la mujer?
El Agustino: una mujer y dos de sus menores hijos fueron asesinados a puñaladas por pareja