El Concejo de Lima informó a El Comercio que la recuperación total del Centro Histórico de la capital –siguiendo los parámetros del Plan Estratégico 2006-2035– se lograría con una inversión aproximada de US$970 millones. Según la comuna limeña, con este monto se rehabilitarían 46 ambientes urbano-monumentales, 387 monumentos históricos y 16 edificios en proceso de revitalización.
Flor de María Valladolid, quien además se desempeña como gerenta de Desarrollo Urbano de Lima, precisó a este Diario que solicitarán ese monto al Gobierno Central a través de una transferencia, proveniente del 10% del Impuesto a la Renta de las empresas que operan en la provincia de Lima. Valladolid agregó que si el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) aprueba la transferencia en su totalidad, se podría recuperar el Centro Histórico en un año y medio.
Para Sergio Bravo Orellana, experto en gestión pública, la propuesta municipal no corresponde a la realidad. “En la actual coyuntura económica del país, es muy difícil que el MEF desembolse semejante cantidad de dinero. Mucho menos en 18 meses, como plantea el municipio. La caja fiscal no soportaría tal desembolso. Creo que deberían priorizar una cartera de proyectos para los próximos cinco años y solicitar una transferencia programada. O bien apostar por la inversión privada”, explicó Bravo.
PROBLEMAS PENDIENTES
Expertos consultados por este Diario coinciden en que la actual gestión municipal, en coordinación con el Ministerio de Cultura, debe priorizar los siguientes aspectos para la progresiva recuperación del Centro Histórico de Lima:
1. Delimitar las zonas de tratamiento para intervenir el Centro Histórico.
Una adecuada conservación de la zona monumental depende de una correcta delimitación de las zonas por recuperar, dicen los especialistas. El plan maestro vigente (Ordenanza 201) establece 22 zonas de tratamiento con las siguientes finalidades: reconversión del uso del suelo, destugurización de viviendas, prevención de desastres, puesta en valor inmobiliario y tratamiento ecopaisajístico.
La gestión de Susana Villarán propuso reducir las zonas de tratamiento a 19, cada una de ellas con tratamiento monumental, residencial, comercial, paisajístico o mixto. La propuesta de la actual gestión de Prolima es retornar a la delimitación de zonas establecida en la Ordenanza 062 de 1994. Esta normativa propone solo tres zonas de tratamiento.
Para Silvia de los Ríos, coordinadora del Centro de Investigación, Documentación y Asesoría Poblacional (Cidap), la recuperación de la zona monumental debe ajustarse a la problemática de cada urbanización o barrio del Centro Histórico.
“Si deberían ser 22 o 19 zonas, es discutible. Pero reducirlas a tres es irse al extremo, porque no representarán la diferencia que hoy existe entre diversas zonas del Cercado de Lima y el Rímac. El objetivo de la delimitación debe ser uno: fomentar la vivienda y no tanto las actividades comerciales, que podrían atraer la informalidad”, agregó De los Ríos.
2. Reubicar a unas 130 mil personas que viven en inmuebles tugurizados.
La destugurización en zonas como Monserrate o Barrios Altos, donde las personas habitan en inmuebles con valor monumental que no cuentan con servicios básicos y están en peligro de colapso, es un reto mayor.
La actual gestión municipal estima que recuperar estas viviendas costaría cerca de US$769 millones. Según refirieron a El Comercio, esa inversión les permitirá desarrollar un programa de destugurización en 1.696 predios (microzonas de tratamiento) dentro del Centro Histórico y generar adicionalmente una oferta de 300 nuevos departamentos de vivienda.
Para la arquitecta De los Ríos, es fundamental que la Municipalidad de Lima fortalezca el Fondo Metropolitano de Renovación y Desarrollo Urbano (Fomur), que recauda los aportes para renovación urbana –hasta el 2014 ascendió a unos S/.7 millones–, o brinde un plan de créditos –a través de la Caja Metropolitana– a los residentes de estos tugurios para reducir la vulnerabilidad del centro.
3. Transformar diversos jirones del Centro Histórico en vías peatonales.
La peatonalización es una estrategia de renovación urbana que permite una adecuada movilidad y promueve las diferentes actividades de cada sector de la zona monumental, ya sean comerciales, residenciales o mixtas. Un claro ejemplo es el eje formado por los jirones Ica y Ucayali: ocho cuadras entre las avenidas Tacna y Abancay, que se proyectaron como un gran corredor peatonal en el Plan Estratégico 2006-2035 y se concluyeron en el 2012.
En una entrevista reciente, la arquitecta Valladolid deslizó la posibilidad de peatonalizar el Damero de Pizarro y contar con un tranvía que recorra esta zona monumental. También planteó tener como únicos ejes vehiculares a los jirones Lampa y Camaná y las avenidas Emancipación, Tacna y Abancay.
El Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano de Lima y Callao al 2035 (PLAM 2035), descartado por la actual gestión de Prolima, contempla 12 proyectos de peatonalización en la zona de Barrios Altos. Estos se plantean en los jirones Ayacucho, Andahuaylas, Paruro, Huanta, Huánuco, Huari y Sebastián Llorente. Todos entre la ribera del río Rímac y la avenida Grau.
José García, coordinador del PLAM, explicó a este Diario que para formular vías peatonales en el Centro Histórico es necesario disminuir la cantidad de vehículos que lo recorren al día, calculados en casi 10 mil en hora punta. “No se puede hablar de peatonalización sin una reforma del transporte. Se debe priorizar al peatón, luego al transporte público y finalmente al privado”, indicó García.